Benelli lleva 5 años revolucionando el mercado de motos hasta 48 CV y 6.000 €, diversificando y ampliando su gama con segmentos y motorizaciones para todos los gustos que apuestan por la personalidad y las prestaciones para agradar a todos los aficionados europeos. Seis segmentos (naked, trail, sport, scramber, neoclásica y custom), catorce propuestas sumando todos los modelos y versiones, seis cilindradas (125, 250, 300, 400, 500 y 750 cc) y dos configuraciones mecánicas (monocilíndrico y bicilíndrico en paralelo) ya están presentes en el catálogo de la firma de Pésaro.
La Benelli Leoncino Trail, uno de los platos fuertes de 2018 para la firma italiana, ya está disponible en los concesionarios para complementar a su hermana asfáltica, la Benelli Leoncino 500. Respecto a ella, las principales diferencias pasan por la adopción de llantas de radios (delantera de 19”), neumáticos mixtos con tacos (Metzeler Tourance en vez de Pirelli Angel ST), pinzas de freno delanteras flotantes, discos lobulados y colores diferentes (plata y marrón en vez de rojo y negro). Comparte motorización y ruedas con los otros dos buque insignia de la marca, las TRK 502 trail, adoptando un chasis específico y un nuevo traje con tintes retro que le sienta realmente bien: musculosa y ágil a partes iguales. En su misma línea, competidoras como la Ducati Scrambler Sixty2 o Moto Guzzi V7 III Rough. El sugerente “prototipo muy definitivo” de Leoncino 800 que vimos en la última edición del EICMA de Milán podría ser el próximo escalón, un nuevo modelo que podría llegar en el futuro para hacer frente a las Triumph Street Scrambler, Yamaha XSR700 XTribute o Husqvarna Svartpilen 701.
Abre tu mente
He de afirmar que la denominación “scrambler” no me termina de convencer del todo, pero para que nos entendamos: estética retro, llantas de radios y manillar alto. Antes de probarla me mostraba un poco reticente respecto a este segmento de motos por una idea preconcebida en mi cabeza, sin ningún tipo de justificación lógica ya que nunca había conducido una, y pensaba que esta Leoncino iba a ser pesada, rígida y torpe. Una vez más, la realidad superó a la ficción y al final de la semana de pruebas tuve que tragarme esas conjeturas y cambiar esos adjetivos por sus antónimos.
En parado observas una moto diferente, con una línea muy bonita, suave y robusta a la vez. Un escape 2 en 1 terminado en un atractivo silenciador de doble salida, la iluminación full- LED o el portamatrícula “flotante” tipo custom le dan un toque muy acertado y actual. Sin duda, lo que más me llamó la atención fue el tamaño de su horquilla, con barras de 50 mm de diámetro y tija triple, más propios de una RR, al igual que las pinzas de freno delanteras con prominentes discos de 320 mm. Digamos que es muy “bruta” y pensé: ¡esto va a ser divertido!
Tras ajustar retrovisores, introduzco su peculiar llave estilo “navaja” y arrancamos al modo tradicional, con la maneta del embrague accionada y el botón de start. Me toca maniobrar para salir del aparcamiento, pero el radio de giro es amplio, así que lo hago sin problemas, iniciamos la marcha entre coches y badenes… y sinceramente, es como si a baja velocidad la suspensión fuera dura e incluso seca. Quizá no estoy acostumbrada al cantilever trasero pero, ya metidos en faena rodando por carreteras de curvas, esa sensación inicial cambiaba por completo, mutando a una conducción deliciosa repleta de disfrute y diversión: entraba rápido en curva haciendo gala de una estabilidad y seguridad total que me permitía ir mucho más rápido de lo que imaginas. Sin duda, una grata sorpresa. Sus menos de 200 kg llena (declara 170 kg en vacío) son ideales para una moto de este tipo y refuerzan una sensación de agilidad que se agradece en los cambios de dirección rápidos.
La frenada es correcta y su “resultón” tren delantero goza de buen mordiente y dosificación, aunque deberás acostumbrarte a un tacto esponjoso, ideal para conducción off road con el ABS (Bosch) desconectado gracias al botón junto a la piña izquierda. El cambio es preciso y está bien escalonado, aunque se agradecería algo más de suavidad, mientras que la instrumentación cuenta con indicador de macha engranada, algo que siempre facilita mucho las cosas.
Uno de los puntos fuertes de la Leoncino Trail es su versatilidad, ideal para realizar breves escarceos por pistas de tierra de poca dificultad. Es fácil ir “de pie” haciendo palanca sobre su manillar “piega bassa”, aunque se diferencia de una trail pura en que el diseño del depósito no facilita abrazarlo bien con las piernas por lo que tienes que “tirar” más de cadera. Las suspensiones funcionan de lujo en este escenario, sobre todo la horquilla, absorbiendo las irregularidades y permitiéndote “jugar” con ella a placer. Sobre tierra todo funciona correctamente y sin extremismos.
La moto cumple con nota, gira como debe, el motor responde, vibra poco y es agradable de conducir. Si quieres sacarle el máximo partido céntrate en llevarla en su zona buena, es decir, entre 5.000 y 7.500 rpm con una marcha más de lo que estás acostumbrado si conduces tetracilíndricas. En este sentido algo curioso, supongo porque es tipo trail, y es que no me dejaba conducirla como estoy habituada, es decir, empujando con la pierna exterior hacia el interior para hacerla girar. Debes llevarla más con los brazos, como una supermotard, pero mucho más dulce de reacciones ¡contramanillar y gas! En cuanto le coger el truco disfrutarás como un enano.