Publicidad
[the_ad_placement id="adsense-mega-2-mobile"]

El juego de los errores

Fotos: Repsol Media
El Mundial de MotoGP 2016 se ha convertido en una carrera de obstáculos en la que parece casi más importante no fallar que conseguir una victoria. Y quien mejor parece entender la situación es Marc Márquez, que en Assen ha conseguido mantener el equilibro entre razón y corazón.

En Assen, Marc Márquez supo nadar y guardar la ropa, y nunca mejor dicho. Aunque la victoria fue para Jack Miller, el gran triunfador sobre la piscina holandesa no fue otro que Márquez. Con Jorge Lorenzo pasando las de Caín durante todo el fin de semana, y Valentino Rossi y Dani Pedrosa sumando otro error en su casillero, el segundo puesto de Márquez es mucho más que una victoria.

Márquez ha sabido mantener la cabeza fría. No cabe duda que la experiencia acumulada a lo largo de 2015 le ha servido de ayuda, porque está evitando cometer todos los fallos que acumuló el año pasado, en el que sufrió varias caídas por precipitarse. Ahora mantiene la calma, algo que no debe resultar nada fácil para un depredador como él, que solo sale a pista con el deseo de ganar: “En la segunda manga he salido pensando en empujar un poco más, pero he decidido no seguir a Rossi y Dovizioso, porque iban muy rápido. Aunque luego los dos se han acabado cayendo”, decía Márquez. “Cuando he visto a Miller acechando, sabía que iría a por su primera victoria, por lo que he preferido dejarle pasar y mantenerme a un par de segundos, administrando la distancia con el tercero, porque con Jorge [Lorenzo] tan lejos y Rossi fuera de carrera, esta segunda posición era como una victoria. Al final, entre una cosa y otra, salimos de Assen más líderes, concluyó.

Lo de Lorenzo estaba claro casi desde el viernes. No se sintió cómodo en el circuito ni en seco ni en mojado, y tras la caótica primera parte de la carrera, en la que se habría quedado sin puntos, solo la capacidad de aguantar en pie mientras los demás iban cayendo le reportó seis valiosos puntos.

Lo siento mucho porque ha sido error mío. Soy un burro. (Valentino Rossi)

Lo de Rossi es otra historia. El italiano acabó muy decepcionado: “Ha sido uno de los errores más graves de mi carrera deportiva; es un error de principiante, confesó sin reparos. “Lo siento mucho porque ha sido error mío. En italiano decimos ‘sono un somaro’ (soy un burro)”. Ya en una ocasión subió a un podio en Misano con orejas de burro, asumiendo la culpa de otro error, pero aquel quizás no tuvo la trascendencia del cometido ayer en Assen. ¿Qué penitencia se impondrá a sí mismo Valentino?

Y con la agilidad mental de la que siempre ha hecho gala, y con gran sinceridad, Rossi hizo un rápido análisis: “Creo que mi error en Austin se podía asumir, pero este es un problema para el campeonato, sobre todo sumando el cero de Mugello por el motor. Pero esto no termina hasta el final, es muy largo y ahora tenemos que seguir intentando hacer lo mejor en todos los circuitos, ser competitivos en cada fin de semana. El campeonato es largo, veremos”, comentó, dejando la puerta abierta a la esperanza.

El Mundial de MotoGP se ha convertido en el juego de los errores, porque nunca antes un campeonato en la máxima categoría estuvo expuesto a tantos fallos entre los favoritos. Si sumamos los errores acumulados por los cuatro primeros clasificados, los cuatro grandes favoritos, los verdaderos aspirantes al título, suman un total de ocho ceros (o puntuaciones pobres tras levantarse y seguir) en las ocho primeras carreras del año, y esto es algo excepcional. No es normal que en ocho carrera Rossi acumule tres ceros; ni que Pedrosa o Lorenzo hayan caído ya dos veces.

Lo sorprendente de este campeonato es que el piloto más agresivo, el que siempre juega en el filo de la navaja, al límite, es el que menos está fallando. Algunos dirán que esto es cuestión de suerte, pero la suerte es algo relativo. Un genio llamado Larry Bird, el mítico jugador de los Boston Celtics, dijo una vez: “Cuanto más entreno, más suerte tengo”. Aquí las cosas no suceden por azar.

A pesar de las criticas, el tiempo y los resultados dan la razón a Márquez por la configuración elegida. Su buen hacer marca la diferencia.

Puede que la Honda no fuera la moto más equilibrada del campeonato al iniciarse la temporada, y puede que pierda prestaciones en aceleración respecto a sus competidoras, que tenga peor paso por curva que la Yamaha o menor velocidad máxima que la Ducati, pero lo cierto es que el buen hacer de Márquez es el que marca la diferencia. En Cataluña, Pedrosa se quejó de la dirección que tomada por Honda, una moto desarrollada siguiendo las indicaciones de Márquez. Pero ya entonces lo dejó muy claro: “Yo no habría elegido la moto que tenemos; de momento él está delante y el mérito es suyo. Él se adapta mejor a la moto y le gusta más; yo sufro más con la moto de este año”, aseguró, e insistió: “Hay que mirar por el equipo, no solo por el interés personal, porque si te fijas las demás Honda están mucho más atrás que hace dos o tres años, cuando tenías a Bradl y Bautista haciendo cuartos y quintos”.

Antes del Gran Premio, Márquez quiso aclarar esa cuestión: “Los dos probamos el motor [la configuración elegida para 2016] en Jerez [en noviembre]. En Malasia no lo probé yo, pero lo probó Crutchlow otra vez en Phillip Island y te puedes guiar por sensaciones pero al final el que manda es el tiempo por vuelta y para todos los pilotos era mejor con el nuevo motor. Quizás el otro era un poquito más fácil, pero si vas más lento no es efectivo. No vale. Yo creo que con el otro motor se iba más lento”.

Y al final, el tiempo ha terminado por darle la razón. Un sólido liderato con 24 puntos de ventaja no se sustenta solo en los errores ajenos, sino sobre todo en los aciertos propios. Como decía antes, nada es casual.

Lo último

Lo más leído