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Como tormenta de verano

Viñales vs Yamaha: crónica de un divorcio anunciado
Fotos: MotoGP
Aunque no se casi nada de meteorología y todavía me queda mucho por aprender de motos, bajo mi punto de vista lo que ha sucedido entre Yamaha y Maverick Viñales no deja de ser similar a una tormenta de verano. Condiciones propicias, descarga brutal y un intento de vuelta a la normalidad en las que parece que las secuelas no importan. Pero sí, ahí están y sí, aunque el cielo ahora vuelva a su color azul la destrucción queda y volver a dejar todo en su sitio es difícil.

Curiosamente este fin de semana en Austria pudimos ver dos tipos de tormentas. Las primeras, puramente meteorológicas son habituales en estas fechas. La segunda era igual de inevitable pues desde lejos se podía ver que estaba a punto de estallar y llevarse todo a su paso, que se estaba fraguando lentamente y era cuestión de tiempo. Pero, como diría Salvador Martí en el Ministerio del Tiempo, “el tiempo es el que es” y en este caso se agotó.

No voy a entrar en la estéril polémica actual de Viñales Vs Yamaha o Yamaha Vs Viñales, Maverick lo hizo mal, muy mal, no tiene justificación ninguna. Es un piloto profesional y, sinceramente, si yo fuera Yamaha no le querría volver a ver encima de mi moto. En todos los años que llevo viviendo desde dentro las carreras he visto reacciones de pilotos de todo tipo, pero jamás algo así. Pero esta situación ha sido el resultado de una mala gestión por las dos partes y me parece muy importante que eso no se pase por alto.

Viñales a pie durante el GP de Austria

Cuando Maverick llegó a Yamaha lo hizo heredando la parte técnica de Jorge Lorenzo y con la obligación de ganar. Ramón Forcada estaba al frente y recordemos que Ramón ganó junto a Jorge los tres títulos de MotoGP, así que algo de motos sabrá. Como toda luna de miel empezó bien con victorias, poles… pero algo no terminaba de encajar y siempre había algo que terminaba jugando en contra de Mack y su rendimiento, además del de la propia M1 que pasó de ser objeto de deseo a “patito feo” tras la marcha de Lorenzo. De repente la moto ganadora, la que todos querían no iba, pero las del Tech3 y luego las del Petronas sí. Ahí fue cuando todo se torció. Zarco era capaz de ser competitivo a pesar de su inexperiencia en MotoGP y Vale y Maverick no. Llegaron los cambios, se fue Ramón (al Petronas donde fue subcampeón con Morbidelli el año pasado), llegó Esteban García, también se fue a principio de este año y volvió Silvano Galbusera después de estar al cargo del equipo de desarrollo al separarse de Valentino. Vamos, un culebrón.

Pero a pesar de todo los resultados no llegaban y contrato tras contrato Yamaha y Lin Jarvis seguían apostando por Viñales mientras este siempre que podía “rajaba” de las carencias de la Yamaha. La gestión de Yamaha, por su parte, fue durante mucho tiempo la de arropar a su piloto de cara al exterior, lo que pasaba dentro del box sólo lo saben ellos. Al menos, lo que podíamos ver desde fuera era una relación más tirante de un lado que del otro y quizás eso fue una mala jugada. Si a la primera salida de tono desde Yamaha alguien le hubiera tirado seriamente de las orejas quizás se podría haber equilibrado la balanza. Pero la sensación de “todo está bien”, “no pasa nada”, es como cuando uno consiente a un niño, te termina cogiendo la medida y haciendo lo que quiere.

Maverick en el podio de Assen, su último podio hasta la fecha

Como era de esperar (sinceramente yo creía que llegaría antes), la noticia de la ruptura del contrato de cara al año que viene era ese punto de la tormenta en la que las nubes de repente son más negras pero el viento se para por unos instantes. Es, como siempre se ha dicho, la calma que precede a la tempestad y esta ha sido especialmente destructiva. Viñales no supo gestionar sus sentimientos ni sus frustraciones que seguro se ven acrecentadas porque al otro lado del box, Fabio Quartararo está camino de un título que Viñales no ha logrado. Y es que Fabio (otro piloto con altibajos emocionales en el pasado) parece que ha ido madurando más eficazmente de lo que lo ha hecho Maverick.

Ahora queda por saber qué va a pasar con Maverick hasta final de año más aun cuando ya ha firmado para Aprilia de cara a 2022. Maverick es un piloto rápido, pero no ha sabido nunca gestionar sus emociones, siempre ha sido una montaña rusa y parece que ahora los picos no son tan altos pero las caídas son más aterradoras. Tampoco Yamaha ha sabido cuidar a nadie que no fuera Valentino Rossi desde que Lin Jarvis es el jefe, todo hay que decirlo.

Incluso aunque ahora las dos partes hagan de tripas corazón y se dediquen a sacar el agua del garaje, poner a salvo los muebles y limpiar el barro, la tormenta ha sido real y los daños causados evidentes. ¿Se podrá reparar la relación? Imposible, como mucho se tolerarán lo que queda de año. Ahora queda la gran pregunta: ¿volverá a subirse Viñales a la M1? Nos tocará esperar unos días para saber la respuesta, aunque si ya ha firmado con Aprilia para 2022 puede que su último GP en Yamaha fuera el de Estiria.

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