En los cómics de Asterix y Obelix son los romanos los que están locos, pero a la vista de la propuesta que hemos conocido ahora pega mucho más decir aquello de “¡¡¡Están locos estos galos!!!” mientras nos llevamos las manos a la cabeza. El motivo no es otro que el hecho de que planteen la posibilidad de prohibir las motos a combustión en las calles, sin matices, todas y cada una de ellas independientemente de su edad. ¿El motivo? La contaminación acústica.
El Ayuntamiento de París tiene, entre otros objetivos, reducir la contaminación acústica y planteó 30 medidas concretaS. Pero además, abrió un plazo de consulta en el que los residentes podrían compartir sus ideas o complementar algunas de las lanzadas desde la corporación municipal. Como resultado 142 nuevas propuestas, entre las cuales ha llamado mucho la atención la de prohibir las motos con motores térmicos. Lo llamativo es que en total las 142 consultas recibieron 26.750 votos de los cuales 944 fueron a favor de la nueva propuesta mientras que 307 votaron en contra. Con menos votos a favor (821) y también menos en contra (51) en su día, se puso en marcha la experimentación de radares sonoros, por lo que hay que tenerlo en cuenta como una opción real.
De todas maneras, no deja de ser llamativo que se plantee una prohibición total de las motos y scooters, sin una limitación de decibelios o un límite de normativas europeas. Al fin y al cabo no todas las motos y scooter hacen el mismo ruido. Es más, las motos de Euro5 a las velocidades a las que se puede circular en interior de ciudad, y más si hablamos de scooters con todos sus sistemas de escape de serie, no generan ningún problema en ese sentido.
Como hemos comentado en alguna otra ocasión en Francia están especialmente sensibilizados con la contaminación acústica y no es para menos. Pero lo cierto es que esta medida, que podría realmente ser aprobada y que cuenta con un respaldo significativo a tenor del porcentaje de votos, parece a todas luces desproporcionada e injusta. Además obvia el caos circulatorio que envuelve la capital parisina de manera prácticamente constante.
En cualquier caso y como dice el refrán “cuando las barbas del vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”. Por el momento y aquí en España está en nuestras manos como colectivo el cumplir con las normativas, y no molestar a nuestros conciudadanos para evitar que este tipo de medidas puedan proliferar.
