Imagina que te levantas por la mañana y sales de tu tienda de campaña. Miras a la derecha y a escasos 100 metros ya te empiezas a mojar con las olas del Mar Cantábrico. Te giras hacia el otro lado y las montañas asturianas te dan los buenos días, con una mezcla de verdor y nubes bajas que las hacen todavía más idílicas.
Vuelves la vista al frente y delante de ti se levanta un recinto en el que tiene cabida de todo: preparaciones de motos y surf cars, mercadillo, artesanos, food trucks, escenario para conciertos, actuaciones de los locos franceses del Muro de la Muerte a ritmo de rock, etc. Y de postre, giras sobre tus talones y te encuentras también con un circuito de dirt track llamado El Donut y donde quemar adrenalina. ¿Se puede necesitar algo más durante cuatro días?
Desde su primera edición en Salinas hasta la de 2017, cinco años han transcurrido del Motorbeach con muchos cambios. El primero, la ubicación que saltaba desde la mitad occidental a la mitad oriental en busca de un lugar donde dar cabida a todas las ideas que fluían en la cabeza de Paulino, alma del festival.
El concejo de Caravia y su playa de La Espasa, un lugar muy conocido por los amantes del surf fue el lugar elegido. Perfecto una vez solucionado los problemas de acceso de las dos ediciones ya celebradas aquí. No, Asturias no se define por sus anchas carreteras, y todo tiene un límite. Pero con una reordenación del tráfico durante estos cuatro días todo se pudo solucionar.
En esta ocasión y tras los comentarios de los asistentes del año pasado, se puso especial esfuerzo en dotar al Motorbeach de más aseos y duchas. Pero los problemas de suministro de agua que sufre Caravia no lo pusieron fácil, y no fue suficiente. Es algo que hay que acabar de rematar para el siguiente año, aunque da la impresión que su popularidad hace que las previsiones siempre se quedan cortas, año tras año, obligando a ir literalmente a gancho de su éxito.
Hay además otro detalle muy importante. Y es que el Motorbeach no cuenta detrás con grandes marcas que lo patrocinen. Sigue fiel a cómo empezó todo. Si es cierto que hay representación de marcas oficiales (este año se pudo ver a Royal Enfield, Yamaha o BMW por ejemplo), pero estas marcas tienen su puesto, como cualquier otro preparador. No hay favoritismos y la autofinanciación llega a través de la propia recaudación de taquilla.
No hace falta así cargar los bártulos e irse al Wheels & Waves. Lo tenemos aquí al lado, en el norte, ese pequeño paraíso donde el tiempo se detiene y te atrapa para no dejarte marchar. Y si te vas, te llamará cada poco. Por sus gentes, por su comida, por sus paisajes. Así que si este año no te has acercado, marca en el calendario 2018 el mes de julio y no hagas planes. Podrás ver y disfrutar cosas como estas: