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Diez años sin Barry Sheene

Hoy se cumplen diez años desde que nos dejó Barry Sheene, un piloto que asombró al mundo allá en la década de los setenta, por su simpatia, coraje y talento, cuando las hazañas y los héroes todavía abundaban por el entonces llamado Continental Circus.

Hace ahora diez años, un 10 de marzo, nos dejó por culpa de un cáncer que le atacó de manera fulminante. Se fue con 52 años pero dejó un inmenso legado en la memoria colectiva, un legado que todavía pervive. Es dificil encontrar a algún aficionado que no sepa algo del piloto del número siete y el Pato Donald en el casco. Dos títulos mundiales de 500, un Trofeo FIM de 750 y dos horribles caídas que casi le cuestan la vida son la cima y el foso de su trayectoria deportiva, una vida plagada de hazañas, alegrías y sinsabores.

El blanco y el negro siempre acompañaron su camino pero Sheene se sentía afortunado mientras no paraba de disputar carreras. Disfrutó a tope de los placeres de la vida, de sus pasiones y alcanzó su sueño, el de ser campeón del mundo, algo en lo que pensaba ya de niño, cuando su padre Frank, agente de Bultaco en Gran Bretaña, se encargaba también de las motos de mitos como el mismo Phil Read.

Barry creció entre ellas en su Londres natal y pronto despuntó en carreras nacionales con una Bultaco TSS. Algunos jóvenes aficionados no lo saben pero Sheene corrió en todas las categorías del Mundial, salvo en sidecares. Con nuestro Ángel Nieto lucho a brazo partido por un titulo de 125 cuya conclusión se orquestó en el Jarama, en 1971, en una épica jornada que muchos todavía recuerdan. Un año después, corrió con Yamaha en las dos categorías intermedias sin demasiada fortuna. Con Suzuki, en 1973, corrió y ganó la primera Copa FIM de las peligrosas 750 de 2T, antes de eclosionar definitivamente con las Suzuki RG en la categoría de 500.

Barry Sheene con Suzuki

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