Ni tanto ni tan calvo. Hay gente que es una obsesiva compulsiva de las presiones de los neumáticos y la comprueba cada vez que sale en moto y otros que, poco más, lo hacen sólo cuando cambian las ruedas. Lo cierto es que no hay un tiempo exacto para hacerlo pero lo suyo es hacerlo un par de veces al mes para evitarnos sorpresas.
Lógicamente la pregunta que uno se puede plantear es: ¿y cuál es el mejor método para hacerlo? Porque las presiones debemos comprobarlas en frío, pero no siempre tenemos una gasolinera lo suficientemente cerca y tampoco podemos fiarnos de sus manómetros.
Pero sí existe un método que podemos usar siempre, cómodo, fácil y que además siempre nos asegurará tener la presión correcta en cualquier circunstancia. Y además sólo requerirá una mínima inversión: comprar un manómetro. Si no queremos, no necesitamos ni hacernos con un compresor de aire de los que se pueden enchufar a la toma de corriente de 12 V de un coche (aunque es lo más recomendable).
Así debemos comprobar la presión de los neumáticos
Tal y como decíamos, lo primero con lo que debemos hacernos es con un manómetro. Da igual que sea analógico (de aguja) o digital, pero debemos evitar que sean de chichinabo, es decir, de dudosa fabricación. Como es un elemento que nos durará muchos años y puede que muchas motos, es una inversión que vamos a rentabilizar sin problemas y estamos hablando de menos dinero de lo que nos cuesta llenar un depósito.
Si además adquirimos un compresor, comprobar la presión va a ser de lo más sencillo. Plug & Play, enchufar y listo. Como observación, aunque los compresores incorporan manómetro, estos están sometidos a vibraciones por lo que es recomendable tener uno y usar ese siempre como referencia.
De esta forma, comprobamos la presión con nuestro manómetro y si lo necesitamos, añadimos aire. Una vez hecho, volvemos a comprobar que la presión es la correcta con el manómetro y ajustamos según nos recomiende el fabricante.
Si no queremos comprar un compresor o no tenemos dónde conectarlo, tendremos que ir a una gasolinera. Pero dado que el ir hasta allí calentará el neumático (se recomienda no circular más de 2 km), y que como hemos visto los manómetros son de todo menos exactos, lo mejor es hacerlo de la siguiente manera:
Comprobamos la presión en el garaje con nuestro manómetro, tanto delante como detrás y recordamos la cifra si está por debajo de lo recomendado. Supongamos que tenemos 2,1 y 2,3 bar cuando deberíamos tener 2,25 y 2,5 bar. Eso es una diferencia de 0,15 y 0,2 bar respectivamente
Acudimos a la gasolinera sabiendo que tenemos que aumentar la presión esos 0,15 bar delante y detrás 0,2 bar, independientemente de lo que nos marque el manómetro de la gasolinera. Si tenemos la gasolinera lejos, el neumático calentará pero la referencia para llegar a la presión óptima será la misma.
De igual forma, si el manómetro sufre un proceso de enajenación mental y nos marcara 3,0 y 3,2 bar, sabríamos que para llevar la presión correcta tendríamos que dejarla ajustada a 3,15 y 3,5 bar. Así de simple. Y de esta forma, no es necesario que llevemos con nosotros el manómetro.
Con este método las variaciones son casi inapreciables, y podemos comprobarla siempre que lo necesitemos. Podemos hacerlo, por ejemplo, cuando vamos a echar gasolina antes de emprender la ruta y nos llevará escasamente cinco minutos en total. Sin duda, un tiempo bien invertido.
Por cierto, puede ocurrirnos a veces que al conectar la manguera marque una presión muy baja, pero al volver a hacerlo haga lo contrario y esta sea muy alta. En ese caso, incluso si no tenemos referencia anterior del manómetro porque no lo hayamos hecho o se nos hayan olvidado las cifras, tenderemos a meter algo de aire en las ruedas.
Y es que lo normal es perder presión, no que la rueda coja aire de la nada. Es más seguro circular con algo más de presión de la recomendada que algo menos. Por ejemplo, en mojado si circulamos con menos presión de la debida, el dibujo se cerrará debido a la deformación y habrá más riesgo de aquaplanning.