Aunque la imagen de Kawasaki, especialmente la más moderna, está más centrada en las carreras de motos derivadas de serie, hubo un tiempo en el que fabricaban prototipos tan complejos técnicamente que sorprenden. Ese es el caso de la Kawasaki KA-1 de 1966, una joya que hoy, casi 60 años después, es un despliegue tecnológico tan espectacular que no deja de llamarnos la atención.
En la época final de la cilindrada de 125 prácticamente había un monopolio Aprilia, con permiso de KTM y Honda, que eran la nota discordante. Pero lo cierto es que mucho tiempo atrás había más competencia, y las marcas se tomaban muy en serio las categorías “pequeñas”.
Además, antes de la regulación que terminó estableciendo que las 125 solamente podían ser monocilíndricas, y también antes de la que inicialmente las limitó a 2 cilindros, hubo unas batallas espectaculares en el plano tecnológico.
Una de las contendientes era esta increíble Kawasaki KA-1, que nación en 1965 como bicilíndrica, pero que fue modificada un año más tarde a cuatro cilindros para competir con las máquinas que en ese momento tenían Honda, Yamaha o Suzuki.
Hablamos de una moto liviana, que pesaba 95,5 kg, y con un motor con válvula rotativa. Ofrecía una potencia de 40 CV ¡a 17.250 revoluciones por minuto! Gracias a ello en esos tiempos, con esos neumáticos, esos chasis, esos frenos y esas suspensiones tenía una velocidad punta de más de 200 kilómetros por hora.
Son cifras tremendas para aquellos tiempos, pero hay que tener en cuenta que no estamos hablando de magia, sino de un trabajo ingente por parte de los ingenieros que buscaron la mejor manera de poder sacarle partido a la Kawasaki KA-1. Aunque para eso había que tener manos de pianista.
La Kawasaki KA-1 era tan exigente que, casi sin querer, inventaron el quickshifter
Y es que aunque la moto ofrecía los 40 CV de los que hemos hablado anteriormente, la banda de potencia era mínima. De las 17.250 RPM que alcanzaba solamente 800 valían, por encima y por debajo el motor no corría. Para poder optimizarlo al máximo y para terminar de complicar la vida a los pilotos (o quizás con intención de facilitársela) la caja de cambios era de 14 velocidades ¡sí 14 marchas!
Esto obligaba a los pilotos a cambiar de marchas prácticamente de manera continua, y es aquí cuando nos encontramos con otra anécdota. Al necesitar tantos cambios de marcha, en lugar de emplear el embrague para los cambios y para evitar la caída de vueltas, comenzaron a utilizar el corte de encendido para ir “empalmando” marchas.
Es decir, la manera manual del quickshifter que hoy en día es tan habitual pero, que ya se inventó hace 60 años, aunque en ese caso la sincronización corría por cuenta del piloto que debía pulsar el botón a la vez que engranaba la marcha.
No deja de ser sorprendente lo que la competición hizo avanzar al mundo de la moto durante aquellos años…