Cada día más personas llevan cámaras de vídeo para grabar sus recorridos. Pero más allá de compartir o revivir nuestras vivencias, una cámara puede ser un elemento fundamental en caso de problemas: recordemos que dos de cada tres accidentes de moto tienen como culpable al otro vehículo, pero esto a veces es difícil de probar. Si una cámara ha grabado lo sucedido, la reclamación será mucho más sencilla. En muchos países se ha generalizado el uso de cámaras “a bordo” con este uso: las mejores detectan un golpe y graban automáticamente esos momentos.
Garmin empezó como especialista en navegadores GPS para todo tipo de vehículos, pero ha ampliado su oferta a otros productos como cámaras y dispositivos para deportistas. Combinando dos de sus especialidades nos llega la Garmin Dash Cam 55, el nombre se traduce en algo como “cámara para el cuadro de instrumentos”.
Es una cámara realmente muy compacta: pesa apenas 60 gramos y mide 56×40×35 milímetros solamente, vamos como un mechero Zippo (supongo que aún queda alguien que sepa qué es eso). En ese espacio, tenemos por delante el objetivo (un gran angular de 122 grados que abarca casi toda la visión frontal) y por detrás una pantalla LCD color de 2 pulgadas. En el lateral, cuatro botones permiten activarla y todas las gestiones, menús y demás. La cámara tiene un pequeño altavoz y un micrófono, además de una ranura para tarjeta microSD donde pondremos el soporte para ir guardando vídeos (la nuestra venía con una tarjeta de 8 GB). La Dash Cam tiene una batería interna y puede funcionar autónomamente (sin conectar) aunque, como veremos, esa batería es pequeña y sólo es útil para repasar vídeos o foto tomadas. También tiene WiFi para poder transmitir información, o para conectarse con una cámara trasera opcional (muy útil en un coche, no tanto en moto).
Instalación
La cámara viene con una rótula integrada en un brazo de soporte con un imán. Montarla en un parabrisas de coche es tan fácil como retirar el plástico protector del adhesivo de la plaquita solidaria al imán, colocar la cámara donde pueda tener buena visión sin molestar la nuestra conduciendo, y pegar ahí esa planchita. Al acercar el brazo con rótula de la cámara, ésta quedará fija por el imán. Tendremos que hacer pasar el cable de alimentación por donde no estorbe en el salpicadero, y ya está.
El montaje en una moto no es tan sencillo. Si la moto o scooter tiene pantalla parabrisas con una inclinación normal, entonces sí. Será igual de fácil que en un coche, y si además no vamos a hacer trayectos largos (media hora o menos) bastará con eso porque tiraremos de la batería interna. Pero si la pantalla es muy vertical (en algunos scooter) o muy horizontal (deportivas), o no tenemos, habrá que pensar en otro tipo de fijación, y además Garmin no ofrece alternativas propias. Tocará echar mano de velcros, bridas e imaginación… Y si no queremos (o podemos) depender de la batería interna, también habrá que instalar el cable de alimentación con conversión desde la batería (salvo que tengamos adaptador tipo mechero).
Uso práctico
Una vez superados esos posibles inconvenientes, la verdad es que esta Garmin es prácticamente perfecta. Aunque lo primero siempre sea leer el manual, siempre que probamos algún aparato hacemos lo contrario: cacharrear con él para ver si es intuitivo o, realmente, si no somos capaces de entendernos sin el manual. La cámara Garmin se explica ella misma perfectamente por sus menús, en muchos idiomas incluido español, y se maneja con los cuatro botones sin problemas (encendido/atrás, arriba, abajo y adelante/aceptar).
Revisando sus menús y opciones descubrimos de qué es capaz. La cámara lleva sensores de golpes y un GPS: grabará no sólo el vídeo de nuestro recorrido, sino que sobre las imágenes escribirá (a elegir) la fecha, hora, posición GPS y velocidad que tengamos. Cuando detecte un golpe o impacto (hay tres niveles de sensibilidad), guarda un minuto antes y después como ‘evento’. Ésa es su función principal como cámara de seguridad.
Pero hay más: si activamos la función Travelapse la cámara guardará un fotograma cada 3 o 4 segundos y compondrá con eso un vídeo acelerado de nuestro recorrido. Aproximadamente, cada 10 minutos se convierten en 10 segundos, y si lo ves a cámara lenta es un buen resumen de tu ruta o trayecto. Genial y adictivo, la verdad. Recuerda que no está prohibido usar cámaras de vídeo en marcha, siempre que sólo las uses para ti: cuidado con subir imágenes grabadas donde se hagan públicas (redes sociales o internet) y aparezcan otras personas y vehículos.
Como la cámara tiene GPS, “sabe” dónde estás: tiene una base de datos de radares y cámaras de semáforo (la de Garmin) y cuando te acerques a uno te avisará, incluso cambia la pantalla de color para llamarte la atención si vas por encima del límite. Perfecto, porque así tienes dos aparatos en uno (cámara y avisador).
Más funciones
Y todavía hace más cosas la pequeña Garmin. Si no lo desactivas en los menús, la cámara analiza las imágenes que está tomando y te avisa si vas a pasar sobre una línea (aviso de cambio involuntario de carril). Si te acercas demasiado al coche de delante (en función de la velocidad) también te avisa que estás demasiado cerca; y si detecta que en un atasco se aleja el de delante y no arrancas, te avisa por si te has quedado dormido (¡en serio! Debe ser algo común en Estados Unidos). El modo de vigilancia aparcado funciona si la toma del mechero está siempre activa, o mejor instalando un cable a la batería: la cámara detecta que no estás en marcha y se queda en reposo, pero si detecta un golpe se pone a grabar en ese instante para que sepas quién estaba cerca y tal vez te dejó un recuerdo en la carrocería.
Por último, la cámara puede usar su micrófono para ejecutar órdenes habladas: sólo en inglés, eso sí, pero si dices “OK Garmin” ella se pondrá atenta esperando una instrucción. Estas últimas funciones, como es fácil imaginar, cuando vas en moto son poco prácticas, o por la forma de circular en moto o por el ruido ambiente (probé a gritar fuerte “OK Garmin” en el casco sin éxito). Y yo tampoco dejaría la cámara vigilando con la moto aparcada si quiero encontrarla a la vuelta.
Acción
En marcha y sobre el parabrisas de un coche, las imágenes tomadas son excelentes. En moto, como la instalación, ya depende. Al montarla en una pantalla parabrisas algo grande, a partir de cierta velocidad el aire la hacía vibrar y las imágenes no eran nítidas. Y al pasar sobre baches, también se notaba mucho movimiento. La cámara no dispone, que sepamos (y viendo el resultado), de ningún sistema de estabilización de la imagen. Eso también afectaba al ajuste de sensibilidad a los golpes: en el modo menos sensible sólo se activaba (grabando la secuencia) en algún bache seco (por suerte no nos dieron ningún golpe mientras la probamos), pero en el modo más sensible los avisos eran constantes. En coche, menos agitado, no era tan crítico.
En cuanto a la cámara en sí, es de 3’7 MP, ofrece diferentes opciones de grabación, hasta muy alta resolución (1400p) y pasando por FullHD (1080p) tanto a 30 como a 60 fps (cámara superlenta), y hasta 720p. Cuando consigues que no vibre en marcha, las imágenes son estupendas. También puedes sacar fotos en marcha, y la comentada función Travelapse que hace un resumen rápido de cada trayecto. En la microSD se quedan los vídeos de “eventos” (cuando el sensor detectó golpe) y también todas las secuencias sin evento (que al llenarse la tarjeta empezarían a borrarse a partir del más antiguo). Todo bastante fácil de entender y sin necesidad de manual ni aplicación dedicada, aunque Garmin tiene una que, vía WiFi, nos permite incluso compartir vídeos desde el móvil. Excelente.
