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Roma: Un gran final (X)

Fotos: A.G.
Adolfo Gálvez
Roma fue el principio y final de la ruta. La ciudad eterna no nos defraudó en la visita y cumple con una de las máximas de este viaje. Visitar Roma es bonito, pero hacerlo en moto es mucho mejor.

A estas alturas de viaje ya no me asustaba por el “arte” italiano en cuestiones de conducción, pero posiblemente es entre el caótico tráfico romano donde se lleva a la máxima expresión. Por aquí las abuelas te pasan con la scooter dando saltos entre el adoquinado asfalto como en una carrera de mx, golpeando con su retrovisor en tu retrovisor. ¡Qué ciudad!, no defrauda a nadie. Es intensa, culta y, desde luego, irremplazable. No le pude dedicar todo el tiempo que me hubiera gustado pero dejarla como guinda del pastel fue un acierto.

Visitar Roma puede ser tan relajante o estresante como el viajero decida. Su oferta cultural, única en el mundo a todos los niveles, es tan amplia que puedes rellenar cada minuto de tu agenda hasta hacer del viaje un paraíso del agobio horario. O por el contrario elegir entre un puñado de destinos y disfrutar del tiempo que pasas allí. Es muy difícil decantarte por la opción relajante porque tienes la sensación de dejar pasar la oportunidad de ver algo único en cada rincón. Casi te ves obligado a aprovechar cada minuto. Pero yo que ya la conocía, me fui a la segunda opción en esta visita. La pequeña Basílica de San Pedro Encadenado guarda en su interior la tercera escultura de Miguel Ángel, El Moisés, que junto a La Piedad y El David es la obra por excelencia del maestro. Pero no os haré ninguna recomendación más, porque creo que cada uno ha de entender esta ciudad a su manera.

Hay muchos recuerdos de este viaje que siempre me harán estremecer, recuerdos vinculados a un escalofrío en mi espalda fruto de la impresión que me causó lo que estaba viendo. Sin duda el primero son los tramos de curvas, siempre las curvas. Cada jornada de este viaje vino acompañada del placer de pilotar a lo largo de sinuosos tramos por toda Italia, bendito país para moteros. El segundo fue al alzar la cabeza en La Academia de Florencia para contemplar al fondo de la larga galería. El David de Miguel Ángel, esa inmensa estatua de cinco metros es capaz de arañar la sensibilidad del mas pétreo. Y por supuesto, llegar a Roma ya entrada la noche y ver aparecer delante de ti, tras una larga curva a derechas en subida: El Coliseo iluminado. Posiblemente el máximo exponente de toda una civilización.

Por todo lo vivido y por tener la oportunidad de compartirlo con vosotros no quiero dejar de dar las gracias a Soymotero.net. Tras años de hacer rutas en moto para ellos por la península, no dudaron ni un instante cuando les propuse iniciar este periplo. También, y no de un modo menos efusivo, a la gente de Triumph España por su pasión y enorme profesionalidad que a la postre han sido lo que me han permitido vivir esta aventura. Y por supuesto, a todos vosotros por el seguimiento y apoyo mostrados.

Ya estamos pensando en la próxima, pero tenemos claro que Italia ha dejado el listón muy alto. Os lo recomiendo de principio a fin.

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