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Prueba Mutt Mastiff 250 custom

Una Brat Style a la carta
Fotos: Juanma Ruiz
Es posible hacerte la moto que tú quieres. Si te gustan las café racer o las scrambler, la marca inglesa Mutt te propone 30 bases sobre las que empezar en cilindradas de 125 y 250 cc, sin fibras, todo metal. Serás tú quien elija el resultado final. Hoy probamos una versión que parte de una Mutt Mastiff 250.

Prueba Mutt Mastiff 250 custom: Introducción, posicionamiento y rivales

Desde que tenemos acceso a cientos de canales de televisión y a Youtube, en Europa (y concretamente en España) hemos descubierto las posibilidades de customización de la moto en el resto del planeta. La legislación, restrictiva en Europa y muy restrictiva en España, dificulta la modificación de modelos ya comercializados, al obligar a un proceso de homologación que en el mejor de los casos, es largo y costoso.

Mientras, observamos cómo en según qué estados de EEUU puedes construir tu moto prácticamente en tu garaje, apoyado en una industria auxiliar vastísima y una legislación que te permite hacer, pero que también te expone a las demandas. Es decir, te permiten hacer, pero te responsabilizas, lo que no es un mal filtro.

En otros países de Asia la legislación brilla por su ausencia y podemos ver auténticos engendros, algunos maravillosos, en los que la imaginación es el límite.

Prueba Mutt Mastiff 250 custom

Por eso es una buena noticia la llegada de Mutt Motorcycles a España. Una compañía británica que ha encontrado una solución en el mercado de la pequeña cilindrada (por ahora) y que satisfará los deseos de customización de algunas de las tendencias del mercado, con un catálogo inmenso de accesorios para personalizar, piezas o pintura, pero sin las complicaciones derivadas de la homologación. Porque las piezas, simplemente, están ya homologadas.

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Para ello parte de dos bases, dos motores, de dos cilindradas: 125 y 250 cc. La idea es fabricar motos con la misma calidad que las grandes custom con motores de pequeña cilindrada, más fáciles de rodar y de mantener.

De este modo no hay que enfrentarse a proyectos y presupuestos elevados. Las 125 cc tienen el aliciente de poder ser conducidas por usuarios de carnet B. Las 250 cc cuentan con la potencia extra necesaria para poder disfrutar por vías rápidas y carreteras nacionales.

Cada uno de los motores cuenta con dos divisiones: café racer y scrambler. Nuestra protagonista de hoy, la Mutt Mastiff 250 (21 CV, 4.699 €), se encuadra dentro de las café racer de 250, uno de los 11 modelos que se sirven con el motor de 250 cc. También hay 4 modelos de scrambler desde los que partir como base. Los mismos modelos están disponibles en 125 cc.

Los rivales de la Mutt Mastiff se engloban en motos scrambler de alrededor de 1/4 de litro, pero ninguna tiene la capacidad de customización de las Mutt. Aun así, encontramos motos como la Brixton Cromwell 250 (17,1 CV, 3.999 €), Brixton Felsberg 250 (16,9 CV, 4.299 €), Voge 300 ACX (28,5 CV, 3.789 €) o la Royal Enfield HNTR 350 (20,2 CV, 4.187 €).

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Prueba Mutt Mastiff 250 custom: Características, equipamiento y filosofía

En Mutt no se han querido pillar los dedos y sus mecánicas son de procedencia Suzuki. Los motores son prácticamente idénticos a los de las GN125 y GN 250, por lo que la cuestión de la fiabilidad queda despejada. No es un motor prestacional, pero está por encima de la potencia de sus rivales (salvo la Voge 300, de más cilindrada).

Declara 21 CV y 18 Nm de par, aunque Mutt no indica a qué regímenes los alcanza. Tampoco te puedes hacer una idea, pues en línea con su filosofía de aligerar el conjunto eliminando lo innecesario, no dispone de cuentavueltas.

De hecho, creo que el velocímetro de la Mutt Mastiff 250 es el más sencillo que he visto en una motocicleta desde mi Suzuki Street Magic de 50 de 2000, que era prácticamente idéntico.

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Un solo reloj con velocímetro y odómetro (con parcial de unidad de centena) y para de contar. Dentro de su esfera están los chivatos de intermitencia, reserva y punto muerto, pero son perfectamente invisibles de lo pequeños que son.

Pero es ahí donde reside su gracia. Se trata de un vehículo para ir de A a B, pero te aseguro que tiene su encanto. El peso en seco, 130 kg, garantiza que los movimientos en parado y a baja velocidad sean un juego de niños. Ayuda que la altura del asiento está a 780 mm del suelo.

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El chasis es el epítome de la sencillez: una cuna de tubo de acero sobre el que descansa el motor. El basculante también es de acero. Suspensiones y frenos están en sintonía con la sencillez de la moto. Delante equipa una horquilla convencional y detrás dos amortiguadores.

Mutt tampoco informa de los recorridos, pero el tarado está destinado al confort, demasiado blando el tren trasero, que hace tope con facilidad en baches pronunciados. No me parece estrictamente un inconveniente, porque son las partes susceptibles de ir siendo mejoradas a lo largo de la vida de la moto, no necesariamente en su adquisición.

La personalización de una moto es muchas veces orgánica y por ello requiere de tiempo. No son sólo los factores estéticos los que priman, sino también tu estilo de conducción o cómo te gusta que responda la moto.

Muchas veces, es necesario convivir con la moto un tiempo, para poder detectar lo que quieres cambiar. Esta moto lo permite, porque de serie es una moto neutral, a la espera de tus condimentos.

Los frenos, asistidos por ABS, son correctos y funcionales. No tienen regulación en la maneta y sólo con cambiar pastillas y latiguillos, poca inversión, se notará mejora en frenada y tacto. Salvo el faro delantero, que es halógeno, la iluminación es full LED.

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Esta Mutt Mastiff 250 Custom tiene cambios sobre la original que se pueden glosar en tres partes: en la parte delantera destaca el faro delantero retro de 5”, una careta artesanal en chapa con un cinturón a juego con la tapicería, intermitentes pulidos, fuelles marrones para la horquilla y lo que considero una maravilla, el manillar estilo baak, con unas formas y anchura perfectos a mi parecer.

La posición de conducción es muy buena en gran medida gracias al manillar, en el que descansan las manos de manera natural y que permite percibir la información de la rueda delantera con nitidez preclara.

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En la parte central toma protagonismo el depósito de combustible Fat Sabbath, con 15 litros de capacidad y que, merced a un consumo muy bajo en torno a 3 litros cada 100 kilómetros, permiten una autonomía propia de una GT.

Las aletas laterales Old School son artesanales, así como el asiento partido en dos piezas a medida, que paradójicamente no alojará pasajero, pues esta unidad ha condenado las estriberas traseras. El asiento es muy duro y condiciona el uso de esta unidad a trayectos cortos, salvo que te vaya la marcha y tengas buenos empastes.

En la parte baja, una placa de aluminio protege el chasis y cárter. Es difícil que se roce o golpee, porque antes lo hará el colector y/o el escape, que discurren más abajo. Hay que cuidar esos detalles.

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En la parte trasera se ha reubicado la aleta, piloto e intermitentes con soportes artesanales, que ya no sujetan la matrícula, ahora a cargo de un soporte metálico Metal Parts que discurre desde el eje por la parte derecha.

Ambas ruedas son de radios y de 18 pulgadas, con una combinación de neumáticos peculiar que me hacían temer lo peor antes de probarlos. ¡Cuán equivocado estaba!

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Prueba Mutt Mastiff 250 custom: Cómo va

Ya hemos comentado, la postura de conducción es muy natural y nada forzada, en gran parte por el manillar baak. Pero poco tardaremos en conocer la naturaleza del sillín customizado, realmente duro.

Es un canto a la estética, pero un suplicio en baches y terrenos rizados. No es así con el asiento de serie, que es de una pieza, también marrón y cosido con un patrón de diamante que, a mi juicio, le sienta mejor.

Prueba Mutt Mastiff 250 custom

Una vez en marcha sorprende la suavidad y ausencia de vibraciones del propulsor. No es un prodigio de potencia, pero su curva de par es plana y encuentras empuje a lo largo del cuentavueltas, siendo muy fácil de gestionar.

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La moto se siente neutra en todo momento y, contrariamente a lo que yo pensaba, no es rehén de la monta de neumáticos tan peculiar. Muy al contrario, la entrada en curva es natural e intuitiva. No requiere ninguna presteza o precaución por parte del conductor, porque actúa con facilidad y naturalidad. La rueda delantera transmite información en todo momento y rápidamente olvidas que los neumáticos tienen tacos.

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La velocidad punta se cifra en 129 km/h. De marcador son más, pero sospecho que el velocímetro es bastante optimista. Aún y así, la moto es capaz de mantener cruceros reales de 120 km/h sin que se perciba que el motor ande forzado, es decir, con reserva de sobra para realizar adelantamientos vías rápidas, a velocidad ya prohibida, proporcionando a la Mutt Mastiff 250 la versatilidad que una 125 cc no pude tener.

Pero no nos llevemos a engaño, no es una moto para correr. Su diseño no engaña y es una moto para circular y pasear, incluso deliciosa. Pero en cuanto tratas de apurar frenadas o altas velocidades de paso por curva, salen las limitaciones de la parte ciclo, especialmente de la suspensión trasera, de poco recorrido y tarado blando, que hace tope.

No es una moto a la que le guste el estrés en su conducción, sino la pausa y relajo. Si tienes eso en cuenta y es lo que buscas, la Mutt Mastiff 250 es una gran opción a tener en cuenta, con el añadido de que. con muy poca inversión más, podrás tener un ejemplar único diseñado por ti.

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Valoración Final

Toda Mutt es, por definición, una moto particular. Aquí os mostramos una combinación entre infinitas posibilidades de lo que se puede concebir. Considero la Mutt Mastiff 250, una muy buena base para una brat style (en este caso) por muchas razones. La primera de ellas es la escalabilidad del posible proyecto, al no requerir ser “terminada” en su adquisición, permitiendo que los costes sean asumibles y que las decisiones se tomen bien meditadas.

La mecánica de origen Suzuki garantiza una fiabilidad cuya ausencia muchas veces echa atrás a la hora de abordar un proyecto. Finalmente, el equilibrio dinámico de la moto supone una muy buena referencia sobre la que se puede actuar, para llevarlo en la dirección que se pretenda y así aprender y comprender el porqué de las cosas durante el proceso.

Tanto si tienes las ideas muy claras como si quieres experimentar en el proceso, 4.699 € no parece una cifra muy elevada si consideramos las (no) opciones que hay en el mercado. No miento si te digo que yo ya tengo una idea de lo que yo haría con una Mutt Mastiff 250.

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