Viajar en moto siempre es un placer, máxime cuando lo haces por mero disfrute egocéntrico con todos tus sentidos implicados en la causa. Si a esto le añadimos una climatología excepcional (23-26º), un tráfico “cochero” prácticamente inexistente, carreteras en buen estado, curvas de todo tipo, cero estrés, paisajes de ensueño, atardeceres de postal, otoño en estado puro, hoteles cuatriestrella donde descansar (Almadraba Park, Sport Village, GH Panticosa y Villa Antilla), asistencia en carretera, mecánica básica, miradores, regalos, olor a libertad, aromas-pino, playas, rincones para deleitarte, escondites para perderte, paisajes para detenerte, ríos, sonrisas, buen rollo, más de 60 entusiastas como tú con los que desayunas/cenas (régimen de media pensión) o comes (te los encuentras por el camino) para contarte las “batallitas” del día y sendas Multistrada 950 y 1200 Enduro equipadas hasta las cejas… ¿Qué más se puede pedir?
Un servidor tuvo la oportunidad de disfrutar “desde dentro” en la primera edición de este rally turístico Dos Mares ideado por Ducati Ibérica, un viaje por lo mejorcito de la cordillera pirenaica abierto a motos con más de 250 cc de cualquier marca, tipo y modelo, y con participantes sin límite de edad, experiencia y/o con pareja (360 € por inscripción, 320 € por acompañante, 80 € Tripy). Mi viaje comenzó el miércoles 11 de octubre al subir desde Barcelona hasta Roses costeando por Badalona, Mataró, Blanes, Sant Feliu de Guíxols, Palamós, La Escala, Sant Pere Pescador, Castellón de Ampurias y Cadaqués: 200 km nocturnos en 2 horas y media ideales para tener una primera toma de contacto con mi Ducati Multistrada 950 y llegar a cenar con el resto de participantes al Almadraba Park Hotel.
Un valiente cubrió la ruta con una preciosa Ducati 748 y tampoco faltaron las Harley-Davidson, aunque las monturas maxitrail fueron mayoría, representadas por BMW, Honda, Kawasaki, Suzuki, KTM y, por supuesto, Ducati. Al contrario que otros rallies, el Dos Mares no exige sellar controles o conducir bajo el yugo del cronómetro: esto no es una carrera y cada uno va a su bola. De esta manera puedes disfrutar sin presión, detenerte y recrearte donde te plazca, planteándote cada día como más te apetezca y según te levantes. Salida a partir de las 9:30 y cena a las 21:30 durante las tres jornadas: las 12 horas intermedias son cosa tuya.
Para seguir la ruta preparada por Pere Font y el equipo de especialistas de O2Riders dos opciones: el roadbook más auténtico en rollo de papel o la versión electrónica, el sencillo y preciso Tripy II. Para el segundo no necesitas nada y se instala en dos minutos atornillando el soporte al manillar, mientras que para el primero es necesario disponer de una caja de plástico (accionamiento manual o eléctrico) donde alojarlo e ir leyéndolo. En este sentido entre los participantes había de todo, algunos de ellos realmente creativos empleando hasta un ¡tupper de casa convenientemente tuneado! Los rollos se entregaron la primera noche, por lo que hasta ese momento el itinerario era secreto. Los navegadores modernos no están prohibidos y cada participante puede llevar el suyo, aunque bien es cierto que con ellos se desvirtúa un poco la esencia del viaje.
La primera etapa constó de 329 km desde Roses (Gerona) hasta Andorra, un buen comienzo para “ir calentando motores” y situarnos en el mapa. Bordeando la costa nos adentramos en Francia para llegar a los Pirineos, con sugerentes vistas al Mediterráneo, viñedos y cultura vinícola, carreteras cuidadosamente elegidas y confort deportivo. Port de la Selva, Llançà, Portbou, Collado de Belitres, Port-Vendres, Colliure, Argelès-sur-Mer, Perpignam, Montesquieu des Albères, Prats de Mollo la Preste, Campodron, Olot, Sant Joan de les Abadesses, Ripoll, Puigcerdà, Bourg-Madame, Andorra La Vella, Puerto de Envalira y Soldeu fueron los principales enclaves de la ruta.
La segunda etapa comprendió 402 km (440 km en mi caso porque me “calenté” haciendo curvas) entre Andorra y Baños de Panticosa, en pleno Valle de Tena. A las 9:00, con un frescor mañanero de menos de 10 grados y adelantando clásicos de ensueño (Shelby AC Cobra, Ferrari 250 GT, Maserati Ghibli, Porsche 911 RSR, Jaguar XK140…) que salían al mismo tiempo que nosotros desde el parking de otro hotel pegado al nuestro, pusimos rumbo a los vecinos parajes del Pirineo de Huesca, dibujando antes algunas carretas del Pirineo de Lleida a través de una sinuosa ruta aderezada con frondosos bosques y segunda incursión en terreno francés. Una etapa más intensa que el día anterior, con un intenso kilometraje que concluyó en las puertas de El Gran Hotel, un emplazamiento único inmerso en la montaña con lago y balneario incluidos. Sant Julia Loria, Sort, Llavorsi, Baqueira, Puerto de la Bonaigua, Arties, Casarilh, Betren, Vielha, Francia (Col del Peyresource-Luchon, Saint-Aventin, Dorderes-Louron), túnel de Bielsa, Labuerda, Ainsa, Sabiñánigo y Panticosa fueron los principales pasos de la ruta.
Especial mención para La Bonaigua, un espectacular puerto de paso a 2.072 m de altitud entre el Pallars Sobirá y el Valle de Arán como paso natural para ir a Baqueira. Un neófito en todo lo que atañe a esquí sobre nieve como un servidor flipó con el interminable serpenteo de curvas, los inabarcables paisajes y la ausencia de tráfico, una experiencia nemorable para los sentidos. Nevado seguro que será precioso, pero sin el manto blanco la estampa luce magnífica.
Dos sitios más de obligatorio detenimiento: el pulcro pueblo medieval de Aínsa y el expropiado de Jánovas, a orillas del río Ara. El casco histórico del primero es imponente, un recinto amurallado que alberga en su interior la iglesia de Santa María, la Cruz Cubierta, el Castillo y una preciosa Plaza Mayor. Muralla y mirador al embalse de Mediano en un escenario de película. La historia de Jánovas es demoledora, un pueblo expropiado para construir un embalse que, finalmente, nunca se construyó.
La tercera y última jornada de la aventura Dos Mares fue Panticosa-Playa de Antilla (Orio, Guipúzcoa), 353 km disfrutando de los mejores puertos de montaña del pirineo vasco-francés: muy cañero. Despertar tras una agradable noche en Panticosa, en pleno corazón del Valle de Tena, es sin duda una bonita manera de dar comienzo a la tercera y más exigente etapa de la Dos Mares. Tras recargar el Tripy por segunda vez pusimos rumbo a la coqueta Playa de Antilla en la costera población de Orio, una ruta descendiendo desde los montes más altos del País Vasco para mezclarnos con la arena y bañarnos en el Atlántico, el mejor final para esta primera edición DM. Panticosa, Formigal, Col Portalet, Lago, Laurus, Escot, Arette, Larrau, Itzaltzu, Ochagavia, Ezcaroz, Abaurregaina, Garaioa, Auritz, Unart-Cize, St.Etienne Baigorry, Alto Izpegi, Errazu, Ordoki, Arraioz, Oronoz, Santesteban, Ituren, Ezcurra, Leitza, Berastegi, Tolosa, Alkiza, Aia, Laurgain y Orio, enclaves esenciales.
Tras el Dos Mares 2017 tocaba volver a casa el domingo 15. Todo viaje tiene su final y, rememorando los grandes momentos de esa semana, evité peajes encontrándome a mí mismo entre unas buenas curvas de carreteras desconocidas hasta Villabona para, finalmente, sucumbir al casi obligado y tedioso “sufrimiento” de la A-1. Cinco jornadas totales, tres de disfrute máximo y conducción precisa, 2.000 km (1.500 de curvas) y callos en las manos tras una experiencia de mototurismo del bueno plena e intensa en solitario y al mismo tiempo acompañado que, sin duda, me incita a repetir el año que viene: ¿adelantamos las fechas de la segunda edición?
GALERÍA DE FOTOS COMPLETA RUTA DOS MARES 2017
