Desde que apareció en el mercado de las 125, la KTM Duke 125 se convirtió en uno de los referentes debido a sus prestaciones, su estética y sus acabados. Como si de una moto grande se tratase, la Duke 125 dispone de detalles que no estamos acostumbrados a ver en este tipo de motos. Tanto es así que muchos piensan al verla que se trata de una “moto grande” y lo piensan por varios motivos. El primero es porque la apariencia así lo indica, lo segundo porque es una moto voluminosa y alta y, lo tercero, porque comparte gran parte de cuotas con su hermana mayor, la KTM Duke 390.
Se trata de una de las motos de 125 más cañeras que uno se puede encontrar en el mercado y es que a su agresiva estética se suma un motor de 15 CV, el máximo que permite la normativa y que nos da posibilidades de movilidad que muchas otros 125 no ofrecen.
Cuando tuve la primera toma de contacto con ella, en seguida me di cuenta de lo grande que era y que yo con mi 1,65 iba a llegar muy justito al suelo. De hecho es así y llegar con los dos pies, por ejemplo para sacar la moto marcha atrás de algún sitio, se hace un poco complicado. A su favor tiene que es ligera (139 kg en seco) y permite maniobrar aunque las piernas no te den para remar cómodamente si eres “pequeño”.
Una vez te subes no solamente compruebas el tamaño, también te das cuenta de la multitud de detalles que tiene. En cierto modo también parece una moto grande, con el display y su navegador en la piña izquierda con la que se puede gestionar la información que nos ofrece. Lo cierto es que es bastante sencillo de utilizar una vez te acostumbras a él, un sistema fácil y cómodo que te permite navegar por el menú sin complicaciones. Además, cuando estás en marcha el display cambia su color de fondo de negro a blanco y viceversa en función de la luz por lo que siempre se ve a la perfección bien sea de día o de noche.
Después de esta primera presentación toca el momento de ponerse en marcha. De entrada la moto arranca a la perfección, no remolonea y ese monocilíndrico cobra vida al instante con un toque de botón. Además lo hace incluso con la pata de cabra puesta lo que permite calentar la moto antes de arrancar, algo que no viene nada mal sobre todo en época invernal si vamos a ser exigentes con la moto desde el inicio.
En líneas generales podemos decir que es una moto fácil de conducir y que su postura de conducción es cómoda. Eso sí, su corte deportivo va más allá de las líneas agresivas que encandilan y es que tanto sus suspensiones como sus neumáticos tienen un toque duro en un inicio aunque luego, esa suspensión es suave y en frenada hace una transferencia de peso notable si frenamos con decisión.
Pero para frenar hay que ponerse en marcha primero y es en este punto en el que se nota especialmente que la KTM Duke 125 es una 125 de primera línea. Con el límite de los 15 CV que permite la legislación para el A1 y el convalidado de coche, tiene una de las mejores prestaciones del mercado para su segmento. Tanto es así que se comporta con bastante soltura a la hora de acelerar, si comparamos con otros modelos de 125, claro. Si te mueves solamente por ciudad sobra moto por todos los lados, arranca con contundencia y permite incluso superar a los coches en las arrancadas sin mayor esfuerzo. Luego, para callejear y para moverse entre el tráfico es cómoda de manejar, permite maniobrar sin problemas y en muy poco espacio. Lo único es que hay que acostumbrase al tacto del gas, pues la primera respuesta es un poco “agresiva” en el sentido de brusquedad, pero en ningún momento va más allá de una leve sacudida que no afecta al comportamiento de la moto o impide que sigamos con nuestra labor. Lo que sí hace es ser un poco incómodo.
Otro punto en el que uno se lleva una grata sorpresa y muy positiva es el consumo, que es realmente bajo y que se puede controlar de manera muy sencilla pues aparecen el display la media de consumo. Un consumo contenido, que en nuestra prueba se situó por debajo de los tres litros a pesar de hacer incluso tramos de autopista en el día a día.
En resumen, estamos hablando de una moto de iniciación que va un paso más lejos de lo estrictamente necesario y con la que no solamente te puedes mover si no que también puedes disfrutar con ella.