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¿Por qué el segmento maxi trail ha desbancado a las grandes ruteras?

Fotos: Tomás Pérez
Es el tipo de moto que ha ganado casi todo el terreno a las GTs, un parte a las naked y algo, incluso, a las deportivas. En un par de décadas, las maxitrail se han convertido en las superventas para casi todos los públicos.

El boom de este tipo de motos se desencadenó al convertirse en el predilecto de los tragamillas más avezados, tal vez tomando como referencia los motoristas exploradores, los grandes viajeros del planeta, que desde su aparición, con el modelo más primitivo, o incluso con la primera adaptación hecha en un garaje doméstico, vieron en las trail, y más tarde en las maxi trail, la moto ideal para sus largas travesías. Pero al poco tiempo, se convirtieron en legión los motoristas que no son, precisamente, aventureros viajeros y que se subieron a estas motos; y en los últimos años, muchos que a los que ni siquiera se puede considerar viajeros también optaron por una maxi trail para cumplir sus deseos y ver realizados en buena medida sus anhelos.

Pero, ¿por qué esta popularización de las maxi trail tan extendida en la ruta? ¿A qué se debe el éxito de ventas de estas motos que son ni una cosa ni otra, y que en muchos casos, más bien resultan lo opuesto a cada una de ellas?

La cuestión es que por una razón u otra, a lo largo del último año le ha tocado a un servidor hacer seis, siete, o tal vez ocho mil kilómetros con casi toda la gama maxitrail del mercado. Aprilia Caponord Rally, Ducatis Multistrada S y Enduro, la ineludible BMW 1200 Adventure, Yamaha Super Ténéré 1200, Triumph Tiger Explorer 1200 XC y hasta la Guzzi Stelvio han pasado por mis manos durante los últimos meses; por no hablar, además, de las llamadas “motos suv”, o trail asfálticas: Kawasaki Versys 1000, Yamaha MT09 Tracer, las Honda Cross Tourer y Cross Runner, y rematando con la BMW S1000XR, también han dormido en mi garaje para hacer sus correspondientes reportajes; sin enumerar una larga lista de trail de media cilindrada, que también le ha tocado probar. Así pues, aprovechando esta reciente y variada experiencia, analicemos punto por punto cuáles las razones que se nos ocurren y que han motivado ese constante éxito de las maxi trail.

Son ideales para viajar o vivir aventuras

Primera sensación

Casi se podría decir que éste es el argumento principal que propone cualquiera de estas motos a todo el que se acerque a ella con interés. La primera sensación al sentarse sobre una maxi trail es la naturalidad, una conclusión a la que llegamos después de sentir la mayoría de nuestros músculos relajados y prácticamente todas nuestras articulaciones en reposo. Este efecto transmite al instante una impresión de comodidad que se apoya sobre unas suspensiones hace un recorrido blando y delicado sus primeros milímetros, y que nos invita de inmediato a perdernos con la maxi trail en la ruta. Sin embargo, en la larga travesía no todo resulta confort y relajación; no al menos como parece, llegando a resentirse algunos músculos, como el centro de los glúteos o alguna fibra lumbar, cuanto hemos dejado caer sobre ellos todo el peso del cuerpo durante horas.

Dominio

El segundo argumento que proponen es la sensación de control, casi total, que transmite la posición sobre una maxi trail, con el tronco erguido y los pies colocados en un punto más bajo que el de otro tipo de motos, entre otras cosas para facilitar la conducción off road puestos en pie. A esa sensación de dominio contribuye el brazo de palanca que facilita la envergadura del manillar, rematando, en muchos casos, con un radio de giro prácticamente dentro de las magnitudes que maneja una moto de enduro, para las maniobras lentas, o que podríamos llamar “de garaje”.

La Protección

El abrigo del viento y de la lluvia que ofrece una maxi trail queda cerca del que brinda una GT, sumando varios recursos. El primero de ellos es el de una pantalla regulable en altura, que cuando se coloca sobre su punto más elevado, no sólo gana hacia arriba, sino que también suele extender su protección a lo ancho, por el diseño de su superficie, que deja la parte más amplia solapada con el carenado, para dar una mayor penetración aerodinámica, cuando se ha replegado por completo.

En la parte más baja de la moto, la ergonomía del depósito, y en muchos casos, su forma con sobre medidas, nos protege desde la cintura, de manera que los muslos, las rodillas y buena parte de las pantorrillas se refugian del viento y de las hostilidades meteorológicas que entran por la proa de la moto. Y para completar este apartado, además, se puede decir que muchas trail salen de serie al asfalto con obligada protección completa para las extremidades más sensibles del motorista: las manos.

Con la Honda CRF1000L Africa Twin 2016 al fin del mundo

Cuatro posturas

Abundando en la posición de las maxi trail, encontramos algunas interesantes variaciones que nos ofrece, dependiendo de cómo nos hayamos levantado esa mañana o sobre todo del escenario que vayamos a abordar. Me explicaré mejor: la posición erguida sobre una de estas motos nos permite adaptar el cuerpo al menos en cuatro posturas diferentes, correspondientes a otras tantas actitudes que ponemos de relieve, también, en otros cuatro tipos de territorio:

1.- Es la más natural, la que primeros nos sale, con la espalda prácticamente vertical y la cabeza en línea con ella, además, con las plantas de los pies puestos en su término medio. Con esta postura nos vamos directamente a la calle y circulamos por la ciudad sorteando el tráfico y doblando esquinas aprovechando una soltura superior, al alcance de muy pocas motos. Esta misma postura es la que nos sirve para nuestro traslado diario al trabajo, yendo con una relajación eventual, también en el caso de que nuestro recorrido sea interurbano.

2.- Arranca desde el mismo punto, entrando en la autovía con la postura anterior, que podremos prolongar, por ejemplo, durante las dos primeras horas de viaje, para pasar después a desplazar el trasero lo más adelante posible y encastrar los tacones de las botas en las estriberas, mientras dejamos caer ligeramente la espalda hacia atrás, quedando colgando de los brazos. Una postura apuntando al estilo de conducir custom para hacer frente de una forma algo más descansada al tedio de la autopista.

3.- Es precisamente la opuesta, dentro de ese breve pero efectivo juego de posturas que permite la posición de una maxi trail. Se trata de una colocación para afrontar la conducción deportiva, en la que los pies se apoyan con las punteras o sobre la línea de la que arrancan los dedos. El trasero se desplaza lo máximo posible hacia atrás, dentro de la plaza del conductor, los brazos se repliegan y el tronco se inclina ligeramente hacia delante, mientras que la cabeza apunta al cuadro de instrumentos, buscando acoplarse con la pantalla frontal de la moto para que el flujo del aire pase por encima del casco. Esta posición, además, favorece la fórmula de abrir la pierna interior a la hora de atacar una curva, si es que ésa es nuestra forma natural de abordarlas.

4.- Por último, falta añadir un postura obvia e intrínseca a la conducción de una trail, y también de una maxitrail: puestos en pie sobre las estriberas para abordar las travesías off road que entrañe el viaje de exploración o la breve excursión dominical que nos hayamos planteado. En este caso, todas las maxi trail, incluidas la mencionadas “suv”, sitúan sus estribos algunos centímetros más abajo que cualquier naked, por ejemplo, algo que lógicamente limita su distancia libre al suelo en las inclinadas más pronunciadas sobre el asfalto.

Algunos modelos permiten una conducción más deportiva

Una sufrida y elevada tara

En una GT podemos llevar nuestro equipaje con suficiente espacio y confort para una buena travesía; pero bien es verdad que la moto vestida con maletas y top case, en la mayoría de los casos, pintados a juego, presenta un empaque similar a lo que sería una berlina de lujo sobre dos ruedas. Pero bien es verdad que en el día a día y en las eventualidades que entraña un viaje, no siempre por las mejores carreteras y tampoco en las condiciones meteorológicas ideales, las convierten en un elemento tan expuesto como delicado*, aportando una preocupación, o incluso un estrés, a las que ya trae consigo un viaje en moto, lo mismo que a la atención a otras cosas, y el consiguiente riesgo del despiste con el cuidado de las maletas, en una conducción urbana y cotidiana, con coches de por medio, esquinazos y sobre todo con los bolardos, elemento que parece destinado a complicarte la vida cuando conduces con maletas, siempre dispuestos a restregarse contra ella, cuando no a arrancarlas de cuajo, si es que somos unos tremendos despistados como el que firma este reportaje, y que puede aportar su propia experiencia al respecto.

Ante estas prevengas que entrañan las maletas de una GT, o similar, las que montan las maxi trail resultan infinitamente más sufridas a la hora de llevarlas a cualquier rincón del planeta, lo mismo que en el trote diario, con el valor añadido de que su superficie plana sirve de base ideal para aposentar sobre ellas bolsas extras de viaje que amplían la capacidad de la moto hasta alcanzar, prácticamente, la de un coche utilitario. De hecho, la mayoría de ellas van provistas de barritas o pasadores repartidos por el contorno superior para facilitar la fijación de esas bolsas.

El Remate

Si a todo lo dicho añadimos su capacidad para “volar”, literalmente, por carreteras rotas, de transitar con soltura por pistas de tierra pisadas y para cruzar con dignidad un terreno a lo largo de un carril sobre el terreno o de un sencillo sendero, tendremos el remate del cuadro que compone el aplastante éxito que este segmento de la moto ha obtenido en las últimas dos décadas. Un remate definitivo que deja a la maxitrail en el mercado como la moto del futuro. Y así lo han entendido las marcas, ampliando cada vez más su gama e incrementando la producción para dar abasto a una demanda que ha agotado, en algunos casos, sus almacenes antes de poner el correspondiente modelo a la venta.

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