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Luis José Martínez o el milagro de la adaptación

La pasión por la moto alcanza algunos grados de ilusión y entusiasmo que llevan en ocasiones a ejemplos como el que os traemos en esta entrevista. Que el motorista es un individuo echado "palante" a nadie se le escapa, pero que su espíritu, perseverante y aguerrido, le lleve a conquistar cotas del nivel que ha logrado Luis es algo que verdaderamente nos sirve de referencia.

Con frecuencia encontramos ejemplos de superación en diferentes facetas de la vida, particularmente en el mundo del deporte y a veces, desde luego, dentro de nuestra pasión por las dos ruedas. Pero para esta ocasión no traemos exactamente uno de esos ejemplos, porque el de Luis no es un caso de superación en sí, sino de una esforzada e imaginativa adaptación que deja asombrado a todo el que la descubre. Hoy lo hace para todos nuestros lectores.

Luis José Martínez es un piloto fijo, por decirlo así, de la European Kawasaki Z Cup desde hace ya cuatro temporadas, navegando entre los diez primeros puestos, dependiendo del circuito, de este particular campeonato monomarca con manillar plano. Aprovechando un encuentro con él, precisamente bajo la carpa que sirve de box a su Z900, mantenemos una interesante charla que transcribimos a continuación.

– ¿Cómo nace tu pasión por las motos?

La razón por la que la pasión por la moto tiró de mí apareció de niño. Un día, de pequeño, habían ido mis padres con unos amigos a un bar, y aquello de que dejan a los críos juntos tomando un zumo o un batido. La tele del bar estaba puesta, y en ese momento echaban una carrera de motos, con Nieto, con Tormo y con los demás. Unas carreras que me dejaron embobado mirando la tele. Más tarde, mi primo David, que me lleva un año, se compró una TZR80 y desde el primer momento, quise llevarla. Yo ya iba en bici, pero quería montar en moto. Ya tengo 43 años, y, aunque suene arrogante, la verdad es que, si me he propuesto algo en mi vida, siempre lo he conseguido. Y así fue cómo me compré mi primera moto, una Variant.

Luis eufórico al final de otra carrera

– Sí, pero antes de subirte a una moto, ¿cómo te imaginas que sería?

Pues fue muy fácil pensarlo, porque ya montaba en bici desde los cinco años.

¿Entonces fue cuestión aplicar lo que hacías en la bici, pero algo más fácil?

Eso es. Cuando descubrí mi particular equilibrio sobre la bici, fue cosa de trasladarlo a los mandos de la moto. Pero, además, cuando era niño me encantaban las carreras de Nieto, y luego, de chaval, me flipaban las luchas entre Garriga y Sito Pons. Me flipaban, y quería algo más.

– Pero lo que más nos intriga es saber cómo pensabas agarrarte, como resolverías el problema de la sujeción con tu brazo izquierdo.

La primera moto con potencia que tuve fue una Aprilia RS 125. Sujetarme es un apartado más de mi equilibrio y de mi adaptación personal. Yo, cuando hago cualquier cosa, desde coger un vaso hasta atarme un zapato, lo pruebo dos, tres veces, y de repente encuentro una manera, mi manera particular de hacerlo. Con la moto me ocurre lo mismo. Llegó un momento de subirme a una moto grande, una Suzuki GSF650 y me adapté.

– A mí, lo que me ha sorprendido es la fuerza has podido hacer cuando me has agarrado el brazo.

Tengo un trocito de muñeca (3 cm), y digamos que mi mano está comprimida en ese troco. Lo mío es una formación así, consecuencia de los experimentos con medicamentos que se hacían en los setenta, y he ido adaptando mi vida a ella. Entonces, con esa parte de muñeca, soy capaz por ejemplo, de coger un vaso. Tendrías que ver cómo terminan los puños de la Z900 de lo que me agarro. Y dentro del guante especial, se me llegan a hacer heridas después de una carrera.

Luis en plena acción de la Z Cup

– ¿Cuál es tu moto de calle?

Una Ducati Panigale V4.

– Entonces, en el plano administrativo, ¿cómo está o cómo es tu permiso de conducir?

Hubo un momento en el que quise sacarme el carné, y después de aprobar el examen teórico, me dan a elegir en el examen práctico, como a todos, entre una Yamaha Special 250 y una Vespa. Elijo la Yamaha, y cuando termino el examen, se me acerca el examinador y me dice “la semana que viene, le vuelvo a ver a usted”. Cuando le pregunto por qué, me responde; “Hay más tipos de motos en el mercado y me tiene que demostrar que es capaz de conducirlos todos”. Eso, a pesar de que le expliqué que comprarme una moto con el cambio en la mano izquierda sería de tontos, porque lo único que iba a hacer era complicarme la vida. Me presenté a la semana siguiente con la Vespa de un colega, a la que había echado en el cambio 3 en 1 hasta que fue tan suave que no te puedes imaginar. Y para meter la tercera, me las arreglé pasando el codo por debajo del manillar. El examinador se quedó flipado. Se acercó, me dio la mano y la enhorabuena con el carné.

– Más tarde, y ya compitiendo en la Z Cup, has vivido alguna anécdota curiosa, sobre todo una muy particular en Albacete.

¡Bua! Ésa es mítica.

– ¿Dónde fue, en la curva de la cafetería?

No. Fue a final de recta. Estaba rodando con una ZX6, probándola, porque pensaba correr en la Ninja Cup de entonces. Cuando frené a tope, se partió el anclaje de la pinza radial, no sé por qué. Y al caer, tuve la mala suerte de que el guante izquierdo se salió. Entonces no tenía un guante tan evolucionado como el de ahora, con unos velcros especiales para sujetarse mejor a la muñeca. Cuando se salió el guante, rocé en el asfalto, con una abrasión que me ha dejado estas cicatrices (nos muestra su particular muñeca-mano izquierda). Cuando me caigo y me levanto, el comisario se me queda mirando, porque me había hecho algo de sangre, y se echa las manos a la cabeza. Y yo le digo: “¡Jefe, búsqueme el guante, por favor!, que sin el guante no puedo volver a la pista”. Y el hombre me dice horrorizado: “¡Qué guante! ¡La mano, la mano!” y grita “¡Que has perdido la mano!” y le oigo que dice por radio: “¡Traer urgentemente una caja con hielo, que hay que recuperar una mano!”. Luego encontré mi guante especial y se lo enseñé.

Luis nos lo cuenta riéndose, lo mismo que la escena que vivió al presentarse en otra ocasión en el hospital con un corte en su particular muñeca izquierda y ver a las enfermeras pidiendo código rojo antes de que él pudiera explicarse.

Luis comandando un grupo de rivales y compañeros de la Z Cup

– ¿Conoces otros motoristas con casos parecidos al tuyo?

Conozco fuera de España a más gente. Gente paralítica, gente con problemas en el plexo, en los pies…

– ¿Y has servido de referencia o has dado algún consejo a alguno con capacidades distintas a las de la mayoría?

Sí, me he encontrado a algunas personas en los circuitos, pero creo que la gente es algo reticente, como que le da vergüenza.

– Y respeto hacia ti también.

Sí, pero yo soy un tipo extravertido, y bromeo con esto, aunque tampoco consiento, claro está, que me tomen el pelo con ello. Pero hay mucha gente que no es como yo, y lo lleva de otra forma.

– Llevas cuatro temporadas en la European Kawasaki Z Cup, pero ¿nunca antes habías corrido?

Viví un conato en el manchego con una ZX6, pero la verdad es que aquí me encuentro muy cómo. Me encanta la Z Cup porque he hecho grandes amigos y he conocido gente estupenda.

– Me has comentado por encima, fuera de grabación, que fuera de España hay un campeonato para personas con otras capacidades.

A ver: Hay un italiano y un francés de posibles y con importantes contactos, tanto en Italia como en Francia, que han montado unas carreras internacionales open para gente con discapacidades. Pero ellos priorizan a los que sufren parálisis en las piernas; y aunque hay alguno con un solo pie, u otro con algún brazo, los que de alguna manera tienen la prioridad son los paralíticos.

Luis negociando un viraje, en plena inclinada.

– Pero, ¿has llegado a participar en alguna de esas carreras?

He ido, pero cuando he querido inscribirme, lo han eludido como han podido. Porque, según ellos, estoy sobre capacitado. Y aunque la federación paralímpica internacional establece unos varemos, esta gente monta las carreras por y para ellos.

– Entonces, parece ser que tienes en mente un proyecto en esta línea.

Sí. Me he propuesto, junto con Raúl Reina, profesor de la Universidad Miguel Hernández, elaborar una normativa basándonos en las reglamentaciones paralímpicas de otros deportes, para la que Raúl aporta su colaboración. Ahora, entre los dos, queremos crear un reglamento inclusivo en el que no discriminemos a unos o a otros, sino que establezcamos unos varemos en función de cada discapacidad, con el fin de que puedan participar todos.

– ¿Y hasta dónde habéis llegado en ese proyecto?

Pues la Federación Valenciana me ha prometido que, una vez que tenga el reglamento establecido, me incluirán en el campeonato intercomunitario valenciano, en la prueba que se va a disputar en Cheste. La idea es hacerla de tipo _open para traer gente del extranjero, y que además ellos vean que aquí no se deja fuera alguna discapacidad, porque habrá diferentes clasificaciones, por un lado, por cilindrada de la moto, y por otro, por el grado de discapacidad._

Lo primordial en el deporte para personas con diferentes capacidades es que debe de ser inclusivo, porque somos diferentes. El hecho de ser diferentes nos obliga a unirnos, porque, si no lo hacemos, no estaremos con el resto de la gente y, por otro lado, no tendremos nuestras propias competiciones, que también tenemos derecho a ellas, como todo el mundo.

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