Cuando empezó el «boom» de los drones y cualquiera podía espiar a los vecinos con uno, corrió el bulo de que la DGT tenía una flota preparada para vigilarnos. Era una de tantas falsas historias que corren por las redes, pero como ocurre a veces, al final se ha hecho realidad. La DGT tiene ese plan hace mucho tiempo y nos consta que lleva meses entrenando a agentes y funcionarios en el manejo de drones, y su despliegue en carreteras ya ha empezado.
Como ves en la infografía, el dron vuela a unos 100 metros de altitud (la ley impide superar los 120 metros en vuelo) desde donde puede vigilar una zona amplia, y tiene baterías para algo menos de media hora de operación. Por su corto alcance se destinan a carreteras con puntos negros, por ejemplo algunas de curvas precisamente frecuentadas por motos. También zonas en las que constan accidentes o infracciones frecuentes: no respetar prioridades, sobrepasar líneas continuas, etcétera. El dron necesita tener cerca la furgoneta: allí un operador lo pilota a distancia y puede ver las imágenes en directo, incluso enviarlas como ponen a una central. Allí podrán ver la infracción cometida, o sencillamente tener información del tráfico en la zona.
Debe quedar claro que un dron de la DGT no tiene radar (no puede multar por velocidad). Pero sí cámara y lógicamente puede grabar algún comportamiento infractor, lo que el agente de turno denunciaría igual que con los helicópteros de la propia DGT de toda la vida sin «Pegasus» (pero con mucho menor coste, aunque también menos rango operativo). Además de lo citado, a los coches puede denunciarles por conducir con el móvil en la mano o no llevar cinturón por ejemplo. Cada vez nos vigilan más ojos, es inevitable, pero como parte positiva, además de ayudar a prevenir que ese tipo de conductores pongan a otros en peligro, una patrulla con dron podrá ver un posible accidente antes y ganar unos minutos para avisar a los servicios de emergencias.