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Gasolina sintética de Bosch contra las emisiones de CO2

Los coches y motos eléctricas van ganando adeptos y cada vez habrá más vehículos “cero emisiones” en la calle. Bosch propone una alternativa diferente: un combustible sintético que minimice las emisiones y cuya fabricación también sea ecológica al absorber CO2.

Tengamos antes de nada una cosa clara: no existe el vehículo “cero emisiones”. Un coche o moto eléctrica no echan humo, pero para generar la electricidad que consumen sí se contamina y se emite CO2. Incluso si esa electricidad se genera de forma “sostenible” (solar, eólica, etcétera), para fabricar los molinos de viento o paneles habrá habido que generar emisiones y CO2. Y lo mismo para el vehículo o sus baterías: para fabricarlas y luego para el reciclado al final de su vida.

La idea de Bosch consiste en fabricar un combustible “perfecto”, que no sólo minimiza las emisiones de los motores actuales de gasolina (y diésel). Sobre todo, lo que persiguen es que el proceso global resulte neutral de cara a las emisiones de CO2. Es decir, que durante la fabricación del combustible sintético se capturará dióxido de carbono (en lugar de emitir, absorberá CO2). Así, cuando luego se queme en el motor (e irremediablemente emita CO2 de vuelta a la atmósfera), el balance total será de cero emisiones de CO2 o casi. Incluso en algunos casos el balance podría ser negativo: entre la fabricación del combustible y su uso en el transporte habría bajado la tasa de CO2 global.

Es decir, se trata no sólo de mejorar la combustión gracias a una composición sintética mejorada, digamos que óptima para los motores que ya existen. Se trata sobre todo de “prevenir” las emisiones de CO2 habiendo antes, al fabricar el combustible, absorbido CO2 del aire. Que, al final, entre fabricación y quemado, no hayamos aumentado la cantidad de CO2 en la atmósfera.

Un proceso caro

La fabricación sintética de gasolina no es algo nuevo, y ya en la Alemania de la Segunda Guerra Mundial se vieron obligados a hacerlo ante la falta de suministro de petróleo en los últimos años. La clave ahora no es sólo hacerlo, sino conseguir un proceso que no genere CO2 (en realidad es al contrario: que lo consuma) y cuyo coste sea razonable. Según Bosch el proceso que han desarrollado llevará a un coste entre 1 y 1’2 euros el litro, pero a eso habrá que sumar impuestos y transporte de forma que esa gasolina costaría casi el doble que la actual.

Pero si se usara, para el año 2050 Bosch calcula que se habrían evitado unas emisiones de 2’8 gigatoneladas de CO2. Y, recordemos, usando los coches y motos que tenemos ahora mismo. La misma Bosch, de todos modos, afirma que ésta es una posible solución, que debería acordarse su puesta en marcha con varios fabricantes e instituciones, y que no es algo que ellos vayan a poner en marcha solos. La forma de hacerlo, en principio, se basaría en usar gases de efecto invernadero que se procesarían químicamente agregándoles hidrógeno procedente del agua. Veremos si la empresa alemana consigue convencer a suficientes socios como para poner en marcha el proyecto… y también qué tendrán que decir los poderosos países que basan sus potentes economías en el petróleo (aunque tal vez ésta sea su solución de futuro a largo plazo).

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