Aparentemente, motociclismo y velocidad son términos opuestos a la reflexión existencial y, sin embargo, Cristina García Marcos se ha empeñado en demostrar que no. En su obra Velocismo, la escritora intenta retratar a través de un relato de ficción la cultura del campeonato del mundo de velocidad, expresándola desde su propia perspectiva frente a un escenario en el que todos los presentes son libres de opinar y en el que muchas veces los pilotos son juzgados superficialmente con prejuicios y conjeturas.
Licenciada en Sociología y apasionada de la Filosofía, esta asturiana de 43 años se atreve con un cuidado trabajo experimental que explora los límites de la narrativa audiovisual y la literatura, combinando satisfactoriamente la agilidad de la primera y la profundidad de la segunda.
La autora nos demuestra a través de la competición su capacidad para explorar y trascender todos los formatos, así como revisar y renovar los conceptos que solemos tratar cotidianamente.
El libro está dividido en 29 capítulos: 3 introductorios (Parrilla de Salida, Warm-up Lap, La Salida) y 26 centrales (26 Vueltas para el final-El trance y la ascensión, 25 Vueltas para el final-El entrenamiento… Última vuelta-Velocismo). Los principales pilotos en liza son Gaspar (la Ardilla), Alex Abe (el Cisne), Barry Duke (el Camaleón), Phil van der Mark (la Gacela), Loris Mang (la pantera Negra) y Simone Gresini (el Tiburón), nombres ficticios con apellidos insignes de la década de los ’80 y 90 de sobra conocidos por todos los seguidores de los GG.PP y con los que juega Cristina en esta trama.
Esta novela está editada por Círculo Rojo y se encuentra disponible por 19 €: aquí tienes un aperitivo con los primeros capítulos.
«A veces sales a la carrera totalmente centrado. Al principio ruedas por la pista cauto y un poco tenso, mientras intentas entenderla y entenderte bien en ella. Luego te vas relajando y vuelves al pilotaje que te sale de forma natural. Intentas escaparte décima a décima y si de pronto algo se tensa, te despista. Es en ese momento cuando tiene que retomar la calma y la concentración, porque si no, o te rebasan o te desequilibras. Y esta concentración tiene que venir de la calma porque si no, lo difícil de manejar, lo complejo, se convierte en sufrimiento. A largo plazo es la única manera de estar a pleno rendimiento».