General
Si el pasado año fue Jaca y una parte del Pirineo aragonés nuestra opción recomendada en esta época del año, nos decimos ahora por saltar la frontera por su extremo más occidental. Travesando Irún y volviendo a través de Ainhoa. Cada año merece la pena conocer uno de los tramos que cruzan la cordillera, seguro que cada uno tenéis vuestro predilecto.
Salimos de Irurzun evitando cualquier contacto con la autopista que te lleva a San Sebastián, no hemos venido hasta aquí para pagar peajes. Más bien para circular plácidamente por carreteras como la NA-1300 a través de Latasa y Beramendi, lugares en los que intentas no perturbar mucho el ambiente con ruido con el Akrapovic de la unidad de pruebas.
Alguna familia en bici con los niños antes de que empezara el colegio y la gente del campo son los que nos acompañan entre los valles, impresionantes cada uno de ellos con muchos momentos para detenerte y disfrutar de las vistas. Atravesando aldeas acabas en la N-121-A en el Valle del Baztán, precioso desfiladero y afilado como pocos mientras circulamos por la nacional. Me recordó al paso de Canfranc pero este del Batzan es mucho más prolongado, con desniveles mucho más acentuados.
Parada y descanso en Lesaka, o parada sin descanso, pero en cualquier caso parar para vista aunque sea brevemente el pueblo. Las adoquinadas calles de su centro y las vistas de sus edificios en sus estrechas vías se merecen un paseo. Toca volver a la ruta, que pena no parar un poco más en los pueblos del valle, pero la niebla se cierra muy rápido en la montaña y no conviene quedarnos sin luz en nuestro regreso.
Cruzar por Irún es bastante particular, al no haber ningún túnel, baliza o puerto, en algún momento tuve en una sensación de no saber en qué país estaba. Hasta que las perfectamente señalizadas carreteras de Francia, con el cambio de idioma me ratificaron que ya había cruzado la frontera. Dejarme hacer hincapié en lo de las señalizaciones, pese a circular todo el rato por transitadas carreteras comarcales, cada desvío o cambio de nombre en la ruta estaba señalizado. Volví a España sin entender muy bien porque en Francia venden GPS, desde luego en esta zona no hacen falta.
Llegamos a Saint Jean de Luz en un día nublado pero cálido que no nos impidió pasear por sus abarrotadas calles y contemplar la bahía repleta de caminantes que se habían animado a dar un paseo. Es una diferencia llamativa, las carretas comarcales y las tiendas, cafeterías y restaurantes que la decoran, daba sensación de estar repletas si lo comparamos con el mismo tramo en territorio español.
Buscamos el pueblo de Ainhoa en Francia después de parar en una “chocolatier”, yo soy más de salado pero quien podía resistirse… Para encontrar el paso fronterizo hay que cruzar el pueblo y antes circular por unas carreteras estrechas bien provistas de curvas. Los límites de velocidad en el país vecino son mucho más restrictivos que en el nuestro en carreras comarcales pero pese a eso el tramo es más que entretenido.
A pesar de mis esfuerzos por evitarlo, la niebla nos alcanzó en la cumbre. Densa como pocas que haya visto nos impidió realizar un descenso en condiciones, pero nos dejó unas impresionantes vistas panorámicas del valle. El descenso hasta el Batzan, el rio esta vez, es una delicia. Verdes valles que arropan el trazado de la carretera hasta que volvemos a la N 121 A. Al final de la ruta nos espera las barras repletas de pintxos de Pamplona, un final merecido para el final de una ruta que cruza los Pirineos por dos pasos diferentes. Que más queréis que os diga.
En detalle
Siempre es delicado rodar por los Pirineos tan avanzado el verano. Pero contando con la equipación adecuada la ruta es estupenda. Pese a que una leve llovizna nos acompañó en alguno de los tramos, no fue nada que nos fastidiara la jornada y es algo que en esta zona te puede pasar en cualquier época del año.
Sin duda se puede realizar del tirón pero mi recomendación es que paréis cuando más mejor, es una zona que valoraréis mejor si viajáis desde la gran ciudad o vives en el sur.
Tramo 1: Irurzun – Gendulain: Las regionales de Navarra cuentan con buen asfalto sin arcén, ni señalización de separación en la calzada. Cuidado en las curvas ciegas, ir ceñidos a vuestra derecha para evitar sustos.
Tramo 2: Tramos por la N-121-A y N-121-B. Nominadas oficialmente a las mejores nacionales del país. Muy amplias con buen asfalto y arcén, hay constantes carriles de aceleración en ambos sentidos para paliar los adelantamientos a camiones. Muy comunes en sus trayectos al país vecino.
Tramo 3: Carreteras francesas. Buen asfalto y muy bien señalizadas pero sin arcén. Avisaros de los férreos límites de velocidad y la cantidad de radares. Por cierto asegurarlos que cruzar la frontera con el depósito lleno, lo del precio de la gasolina en el país vecino no es ninguna broma.
¿Qué ver?
San Juan de la Luz y Pamplona
Son los exponentes de las principales ciudades en una ruta donde los protagonistas son los pequeños pueblos y las aldeas. En cualquier caso ninguna de las dos desmerecen, la imponente bahía de la francesa y la ciudadela de la española sin ejemplos de lo que encontaréis en ella.
Panorámicas y valles
Subidas y bajadas, laderas verdes y campo abierto son las virtudes de una ruta eminentemente rural. En ella encontrareis calma y relax por doquier a los que buscáis una escapada de la ciudad pero también un número inacabable de curvas con las que disfrutar.
El descanso del motero
Dónde dormir
Las posibilidades de turismo rural en la zona son casi infinitas. Desde luego es a priori las mas recomendable de las opciones aunque no las únicas. En Pamplona, Irurzun o Elizondo encontrareis hoteles si prefieres una opción mas urbana.
Dónde comer
Cualquier opción es buena, realmente equivocarse parece lo más difícil. Un gran fan de los pintxos que tan bien saben preparar en el norte se vuelve loco cuando pasea por Pamplona, pequeñas joyas que se disfrutan en dos bocados. Siempre me resulta difícil decidirme, tan difícil que acaban los dos en el plato.
Yamaha XT1200Z Super Ténéré
Sin duda es una de esas motos que te hacen sentir un motero “poderoso”, esa sensación de que cualquier ruta es posible con ella. La renovada SuperTeneré es una moto llena de virtudes si tu plan es viajar con ella, me resultó muy cómoda tanto de postura como de asiento pese al largo kilometraje a la que la sometí en los días que dispuse de ella. Todo está en su sitio desde el primer kilómetro y nada desentona. Las suspensiones resultas fantásticas pese a no tener sofisticados sistemas de regulación electrónica, lo mismo sucede con los frenos pese a si tener un ABS muy valorado cuando circulas sobre asfalto húmedo, mención especial para el funcionamiento del freno trasero.
Resulta más ligera que sus rivales directas y con un tacto más campero, su control de tracción está pensado para las salidas por tierra y resulta muy efectivo. Pero tal vez esta vertiente más “verde” la hace más espartana que sus rivales en lo relativo a los extras que suelen traer estas grandes trail.
Lo que sí tengo claro es que todo pasa a un segundo plano cuando la tienes lanzada entre curvas. Tiene un comportamiento dinámico fantástico lo que la hace muy divertida en tramos revirados, mas de lo que en un principio pudiera parecer. El enorme bicilíndrico da lo mejor en bajos y medios, con unas vibraciones muy contenidas salvo que lo subas mucho de vueltas. Mención aparte el embriagador sonido con el escape Akrapovic, música celestial.
La Super Ténéré es de las motos donde los límites los pones tú, ninguna ruta te parece complicada y tu máxima preocupación es llenar la bolsa sobredepósito y decidir qué lugar visitas este fin de semana