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Cuestión de fe

Fotos: Repsol Media
Últimamente he tenido varias oportunidades de comprobar que no todo depende de los medios que uno disponga, ni de su capacidad, ni de que sea un buen o mal momento. He podido comprobar en algunas carreras que también es cuestión de fe...

… Pero no de un azar divino que hace que las cosas funcionen porque sí, por el simple hecho de querer que algo sea como es. Yo me refiero a la verdadera fe, la de confiar en uno mismo, la que te hace creer que se puede conseguir un objetivo. Esa es, realmente, la fe que mueve montañas.

Quién le iba a decir a Álex Rins, que hace sólo dos carreras estaba a 44 puntos de Jack Miller, que ahora lo tendría a tiro de piedra. Y más después del terrible fiasco de Brno, donde se anticipó al final de carrera creyendo que ganaba cuando aún le quedaba una vuelta. Son de esas situaciones en las que te gustaría esconderte y no volver a ver a nadie nunca más. Esas de, ¡tierra, trágame! Así literalmente. Pero no. Álex ha tenido fe en sí mismo porque conoce verdaderamente su capacidad y ha sabido responder con dos victorias incontestables en Silverstone y Misano.

Lo que no te mata te hace más fuerte, dice el dicho. Aunque yo me quedo con las lecciones de sabiduría que impartía el maestro Valentín Requena con sus jocosos comentarios. Mil veces le he oído decir: Este tío es más fuerte que el vinagre. Y así es. Se lo podemos aplicar a Rins, que es muy fuerte y maduro, muy sólido. Hay que serlo, fuerte y maduro, para aguantar un año como el suyo, tragando con la apuesta del equipo por el paso a Honda, sabiendo que la victoria no iba a ser inmediata. Y no ha dicho ni pío. Hay que reconocer que están muy bien enseñados, tanto él como su compañero Alex Márquez. Les pregunté a los dos en Silverstone que, de haber podido elegir, si ellos se habrían cambiado de KTM a Honda. Márquez fue muy político: Al final decidimos entre todos. Rins no fue menos sensato, pero en sus palabras hay matices: La Honda no es una mala moto, ya se ha visto. Sacar una moto de cero no es nada fácil. Una forma de decir las cosas que deja entrever el sacrificio que supuso ese cambio.

Pero que nadie cante victoria por el hecho de enlazar dos carreras. También lo hicieron esta temporada Miller, Fenati y Márquez, y eso no quiere decir nada. Quedan cinco carreras y un desenlace de lo más imprevisible, porque en Moto3 nos enfrentamos a la temporada más irregular de los últimos años. Es lo que tiene que haya semejante igualdad entre todos.

También quiero aprovechar este espacio para hablar de alguien que no está en el Mundial: Carmelo Morales. Se destrozó los tobillos un 22 de junio, y volvió a la competición un 7 de septiembre. Y dejó a todos sus rivales del CEV petrificados en Navarra, con una victoria incontestable después de haber marcado la “pole” en la víspera. Carmelo ha pasado un calvario horrible, pero su capacidad de superación, su fe, le ha llevado a ganar como ganó. Se me pusieron los pelos de punta al ver como se emocionaba recordando lo mucho que había sufrido junto a su novia, su familia y su equipo, durante su convalecencia y rehabilitación. Carmelo es muy grande: He sentido la misma sensación que ganar un campeonato de España, ha sido igual. Quería ganar, pero no sentía que lo necesitara; lo que necesitaba era lo de ayer, lo de la pole. Sentí una emoción increíble. La suya fue también una victoria por tener fe, y uno de los triunfos que con mayor sinceridad se han celebrado en el “paddock” de un campeonato.

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