La modernización de los circuitos de medio mundo, la irrupción de Tilke como gran diseñador de pistas, que nos ha “regalado” lugares tan espectaculares como Sepang, Austin, la remodelaciones de Paul Ricard o Nurburgring, sumado a la imperiosa necesidad que parecen tener los coches de no pagar sus errores cuando se salen de pista, ha llevado a la mayoría de circuitos a asfaltar escapatorias.
Durante muchos años, el Circuito de la Comunidad Valenciana o Qatar, fueron un ejemplo a seguir. Se intentaron tener grandes escapatorias con grava, que en caso de problemas parasen la moto y al piloto antes de llegar al muro o, en el peor de los casos, redujeran considerablemente su velocidad. Todo ese esfuerzo ahora ha quedado reducido prácticamente a la mínima expresión con la moda (estoy convencido o quiero estarlo que en un momento dado se dará la vuelta a la situación) de ganarle metros a la zona “arada”.
En lo que llevamos de año he podido ver dos impactos directos contra el muro, el primero de ellos en el Circuito de Jerez, uno de los últimos de sumarse a esta tendencia. Se trataba de la primera prueba del FIM CEV en Superbike y Pierre Texier sufrió algún tipo de problema en cambio o frenos a final de recta. Con una escapatoria tan corta como la de Jerez y además con la mitad de la misma asfaltada, el impacto contra el muro fue considerable. Por fortuna allí estaba el air-fence. Unas semanas después, en una de las curvas más lentas del Circuito de las Américas, Johan Zarco embestía a Julián Simón y el manchego, tras arrastrar sobre el asfalto junto a las motos, impactó de lleno contra las protecciones y eso que estamos hablando de una curva de 80 km/h.
Sin embargo uno de los impactos más salvajes de los últimos tiempos y por culpa de las escapatorias asfaltadas, no está recogido en ninguna cámara. Se trata del accidente que a punto estuvo de costarle la vida a Alejandro Mariñelarena. El piloto del Tech3 cometió un error en Paul Ricard (donde todas las escapatorias son asfaltadas) y se fue directo contra el muro. Cuentan que cuando la moto impactó contra el duro hormigón la telemetría marcaba cerca 180 km/h.
También recuerdo, aunque tengo que remontarme hasta 2008, en el Circuito de Catalunya, con el final de recta ya asfaltado, como Julián Mazuecos se iba al suelo en el inicio de la frenada, a unos 300 metros de la curva. Llovía a cantaros y yo, que estaba en el 150, oí el primer golpe de la moto contra el muro, luego vi pasar la moto de pié y dos segundos después al bueno de Mazuecos resbalando. Julián terminó parando, pero la moto mantuvo la verticalidad, sorteó la curva 1 y 2 por la escapatoria asfaltada y regresó a pista, para caer dentro de la misma camino de la curva 3. Es decir, más de 500 metros de una moto andando sobre el asfalto, algo que no hubiera sucedido de haber existido grava que redujera la velocidad de aquella Kawasaki.
Y eso por no hablar lo que supone patinar sobre tu trasero, tu espalda o brazos, otros 15 metros mientras la temperatura del mono sube hasta abrasar literalmente tu piel. Aunque peor aún es como empieces a dar volteretas sobre lo negro, apaga y vámonos.
Además, por si el tema de la seguridad no fuera poco. Desde que hemos visto la llegada de las escapatorias asfaltadas a los circuitos, los errores no se pagan. Un piloto se cuela en una frenada o se equivoca en una trazada y pierde alguna décima. Si ha cometido un error de bulto puede llegar a perder ¡¡un par de segundos!! Antes si te colabas, amigo, estabas perdido. Salir de la gravilla o los chinos, como lo llaman por el sur te había arruinado la carrera, pero sabías que aunque algo fallara te estaban salvando de una muy gorda. Espectáculo o seguridad ¿qué preferimos? Yo lo tengo claro.
