El universo de las personalizaciones siempre ha existido pero durante los últimos 5 años ha cobrado especial protagonismo, tanto, que los principales fabricantes de motos ofrecen algún modelo de serie específico que sirve de base para creaciones posteriores. Los estilos son diversos y para todos los gustos, pero la mayoría pivotan entre cafe racer, scrambler, custom o bobber. Nuestra protagonista italiana pertenece al primer grupo, el más deportivo y “esencial” del plantel.
La marca Scrambler aterrizó en el mercado hace tres años con cuatro sugerentes propuestas que llegaban para ampliar el universo Ducati en general y el de las monturas neo retro en particular, sirviendo de escalón de acceso a nuevos clientes cuya premisa fundamental no era la búsqueda de prestaciones o la tecnología. Estilo de vida, diversión, carácter urbano y desenfado para una gama que ha evolucionado en 2017 hasta los seis modelos (Icon, Classic, Full Throttle, Sixty2, Desert Sled y Café Racer) adaptándose así al gusto de sus clientes potenciales. Preparadores de todo el mundo han dado buena cuenta de ellas mostrando creaciones variopintas que han lucido en los mejores shows custom del planeta, demostrando que es una excelente base de trabajo.
Nuestra protagonista nos recuerda en algunos aspectos a la antigua Ducati Darmah (1977-1982) aunque la solución final es radicalmente diferente y efectiva. La Ducati Scrambler Café racer pudo verse en el último Salón de la Moto EICMA de Milán junto con la Desert Sled y ahora, en tierras boloñesas, ha llegado el momento de probarla. Compartiendo bastidor multitubular de acero, basculante de aluminio y motor bicilíndrico (803 cc, refrigerado por aire con culatas de 2 válvulas y 75 CV), la nueva Café Racer va más allá de lo que supondría una Icon con manillar bajo y pintura negra. Respecto a ella, las modificaciones son numerosas, todas ellas encaminadas a dotarla de personalidad y comportamiento propios: llanta delantera de 17 pulgadas, escape Termignoni 2-1-2, semimanillares con retrovisores en las puntas, asiento elevado (15 mm más), tapa de colín, suspensión con reglajes específicos, bomba de freno delantera radial, geometrías más agresivas (menor distancia entre eje/ lanzamiento/avance), tapas laterales con número 54 (mismo dorsal del carismático piloto Bruno Spaggiari), neumáticos Pirelli Diablo Rosso II, guardabarros delantero corto, faro delantero más bajo con carenado específico y acabados “all black” (color específico negro/dorado, tapa de silencioso y motor en negro).
Cafeteando
La primera sensación que tienes al subirte en la Scrambler Café Racer es la de estar encima de una moto más compacta, pequeña y ajustada que sus hermanas Scrambler. Es más recogida y minimalista que cualquiera de ellas y vas muy encima en vez de tan dentro, como las motos de antaño. Los semimanillares van anclados debajo de la tija pero cuentan con una elevación que consigue que nuestras muñecas no sufran los extremismos típicos de este segmento en décadas pasadas. Las estriberas son bajas, el sonido es muy discreto (fruto de la normativa anticontaminación Euro 4) y el accionamiento de la maneta de embrague es muy agradable al contar con sistema asistido además de ser antirrebote.
Circulando por ciudad la Scrambler Café Racer se desenvuelve muy bien debido a la compacidad del conjunto, pero es en carreteras reviradas donde muestra lo mejor de sí. Las nuevas geometrías (9 mm menos entre ejes, 18 mm menos de avance y 2.2º menos de lanzamiento que la SCR Icon) y la llanta de 17 pulgadas son clave en el sorprendente comportamiento de esta Scrambler, sin duda, la más efectiva y deportiva del sexteto actual. Si a esto sumamos un contenido peso declarado lleno de 188 kg obtenemos la fórmula secreta de la diversión máxima. Los cambios de dirección son instantáneos y no requieren de esfuerzo, permitiéndote jugar con ella a tu antojo hasta alcanzar unos límites que nunca antes habías explorado con una moto de menos de 80 CV. La suspensión Kayaba con tarados específicos se comporta como debe, aunque esta Scrambler Café Racer agradece cargar peso delante pues se puede llegar a mostrar algo nerviosa de dirección si nos aplicamos a fondo: un amortiguador de dirección no estaría de más. El amortiguador trasero en más largo, consiguiendo que vaya más levantada de atrás, lo que facilita la entrada en cualquier viraje sólo con pensarlo.
Por su parte, el motor no ha recibido cambios de importancia más allá de suavizar la entrega de potencia de los modelos 2015-2016 con un tacto de gas mucho más dulce. Acostumbrado a otras Ducati del catálogo mucho más temperamentales echo de menos una respuesta más directa pero también entiendo que ahora es más universal que nunca, pudiendo llegar a todos aquellos que quieren acceder a una primera moto “de verdad” fácil.
El grueso de la frenada queda confiada a un único disco delantero semiflotante de 330 mm mordido por una pinza radial Brembo M4.32 que cumple perfectamente su cometido. La bomba radial se nota, un detalle muy “pro” que siempre es de agradecer. Luz de posición delantera/trasera LED, toma de corriente USB bajo el asiento y ABS Bosch se incluyen de serie. El depósito de gasolina, de 13.5 l., asegura más de 200 km de autonomía y sus tapas exteriores de aluminio son intercambiables, como también sucede en el resto de la gama Scrambler. Otros detalles pasan por una instrumentación circular con pantalla digital en la que echo de manos indicador de marcha engranada y nivel de gasolina.