Todos aquellos que escuchen las secciones económicas de cualquier emisora de radio, vean las noticias en la tele o indaguen en los diarios económicos digitales o en papel se habrán dado cuenta que el precio del petróleo no deja de caer desde finales de 2014, tras alcanzar uno de sus máximos históricos. De hecho, el barril de Brent llegó a venderse en a mediados de 2014 a 115 $ por los conflictos en Oriente Medio y, como consecuencia, los productos derivados del mismo alcanzaron precios desorbitados. Sin embargo, después de un año de bajadas continuas en los precios y el barril está actualmente en torno a los 38 €.
Los motivos de la bajada estrepitosa del precio del crudo vienen también de Oriente y es que desde entonces, tal como recoge Vozpópuli, Arabia Saudí decidió aumentar la producción de manera que las diferentes iniciativas de fracking que estaban llevando a cabo diferentes países y que, además de altamente contaminantes, tienen un precio elevado que les impide competir con los productores de crudo árabes.
La realidad es que, a pesar de que el precio del petróleo ha descendido a precios de 2009, la gasolina se mantiene un 30% más cara que entonces. Según el diario digital, parte de este desfase de debe a que el valor del euro frente al dollar ha descendido en este tiempo perdiendo un 10%, lo que significa que aún así la diferencia sigue siendo extremadamente abultada.
Haciéndose eco de los estudios llevados a cabo por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, tal y como recoge en sus informaciones Vozpópuli, son cuatro las razones que llevan al mercado español a una situación, cuanto menos, tan controvertida:
La primera de las razones que esgrime la CNMC es que la distribución mayoritaria es defectuosa. Recordemos que la Compañía Logística de Hidrocarburos, empresa nacional en sus inicios y privatizada en la década de los ’90, es la única que puede almacenar y distribuir hidrocarburos en nuestro país.
El segundo de los motivos es la posición dominante de Repsol, que, igualmente tiene sus inicios como empresa pública (Repesa) y posteriormente pasó a ser pública-privada para acabar siendo una empresa privada. Además, la CNMC habla de “una relación privilegiada con sus gasolineras sin que se haga nada por regularlo”.
El tercero de los puntos es, si cabe, más polémico y es que, al parecer, las diferentes corporaciones municipales tienen criterios poco sólidos a la hora de conceder licencias y perjudican notablemente la implantación de las gasolineras “low-cost”.
El cuarto y último, pero no por ello menos sonrojante y determinante es la constatación de pactos en el precio final del producto, que se han podido constatar mediante multas de la propia CNMC.
Así pues, dejando de lado el hecho de que gran parte del precio del carburante lo conforman diferentes impuestos, a la vista de las últimas informaciones queda patente una vez más que el sistema energético de España está desfasado y no es ni eficaz ni justo para los consumidores.