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El mercado mundial de la moto no es lo que parece

Fotos: Yamaha
El clima de los últimos años en cuanto a las ventas de vehículos es relativamente boyante. En muchos casos se han vuelto a las cifras pre-crisis y el número de nuevos modelo ha crecido exponencialmente. Sin embargo y viendo las cifras con cierta perspectiva, no todo es oro lo que reluce.

Mundialmente se venden más motos, es cierto, y los fabricantes consiguen mejorar sus cifras año tras año. Pero la razón no la encontramos porque se vendan más motos en todos los Continentes sino porque las ventas en los países asiáticos superan el estancamiento o la bajada de otros lugares, como Europa o Estados Unidos.

Un primer indicativo de ello lo encontramos en Harley-Davidson. En 2017 sus ventas han disminuido algo más de un 5%, y podríamos pensar que podría estar debido a un cambio en los gustos de sus clientes pero lo cierto es que su producto se comercializa mayoritariamente en Estados Unidos y Europa, y aquí ya no se venden tantas motos como antes.

Sólo hay que echar un ojo a los datos que ha publicado Yamaha sobre la primera mitad del año fiscal. La marca de Iwata es un vendedor global, con presencia en todos los mercados, y sus cifras arrojan un aumento de ventas de un 6,6%.

Yamaha YZF-R6

Pero en el informe se especifica que mercados emergentes como Vietnam, Filipinas, Tailanda y Taiwan compensan con creces la bajada de ventas que han sufrido en Indonesia. En Europa, las ventas han permanecido estables respecto al mismo periodo del año pasado y en Estados Unidos, éstas han disminuido en comparación con 2016, lo mismo que le ha ocurrido a Harley-Davidson.

¿Dónde se encuentra el problema? En que en Asia, las motocicletas no son vehículos de recreo si no artículos casi de primera necesidad para poder mover a la población. En Europa y Estados Unidos, la nueva generación de adolescentes y aquellos que acaban de entrar en la mayoría de edad, no piensan en un vehículo como una de sus metas más próximas. Prefieren satisfacer sus necesidades tecnológicas, invirtiendo 300 euros en un patinete eléctrico de dos ruedas que algo más en un ciclomotor de segunda mano como antes. O en un móvil, una tableta o una cámara de fotos digital por poner sólo algunos ejemplos.

Uno se hace viejo y piensa si era más peligroso dejar salir a su hija de acompañante en una Puch trucada a 75cc o con un millenial con la gorra colocada a lo Pericles.

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