Cualquier vehículo depende para su comportamiento, estabilidad y seguridad de sus neumáticos, lo que lo mantienen en contacto con el suelo y ofrecen agarre. Pero para las motos eso es aún más importante ya que inclinamos en las curvas: los neumáticos trabajan en más dimensiones. Un coche puede circular con una o más ruedas pinchadas, cosa imposible en moto. Veamos cuáles son los cuatro factores clave que debemos controlar y tener en cuenta sobre dos ruedas…
Presión de hinchado
Las presiones de hinchado son muy importantes en el comportamiento de los neumáticos y la moto. Son las que establecen la forma del neumático y cómo y cuánto se deforma, de acuerdo con la carcasa interna. Un exceso de presión provoca escasa deformación, una huella de pisada algo más pequeña y menos agarre: no es bueno.
Una presión insuficiente provoca una excesiva deformación de la carcasa: la huella será demasiado grande dando menos agilidad (torpeza) y el neumático no sujetará bien la moto, perdiendo estabilidad. Además el exceso de deformación en cada giro provocará un aumento de la temperatura que podría dañar la goma… Llevar las presiones bajas en moto es muy malo y por eso conviene revisarlas con frecuencia. Un piloto sensible se da cuenta de que sus neumáticos han perdido ya un par de décimas de presión porque nota la moto más torpe. Cuidado también con los pinchazos.
Desgaste de la goma
Es lo más evidente: cuando los neumáticos van acumulando kilómetros, la goma se gasta. En los coches existe un límite legal de 1,6 milímetros de profundidad del surco a partir del cual es obligatorio (so pena de multa) cambiarlos. En las motos eso no existe, el límite es la pérdida del dibujo, pero mucho antes que eso seguramente necesitaremos reemplazar ese neumático por seguridad. Con menos goma el agarre siempre empeora, tanto delante como detrás, y eso ya es un efecto importante para decidir el cambio.
Además el desgaste de los neumáticos de una moto no se produce normalmente de forma regular y eso afecta al comportamiento: el trasero típicamente se desgasta por su parte central (se queda plano) y eso hace que la moto pierda estabilidad y sea más sensible al pisar pintura en el asfalto. El neumático delantero se suele desgastar por los flancos (en apoyos en curva) y eso afecta a cómo inclina la moto, siendo en general más torpe o subviradora en la entrada de las curvas y costándole mantener la trazada inclinada.
Goma envejecida y dura
Una moto con las presiones adecuadas y con los neumáticos sin desgastar, no garantiza la seguridad: esas gomas pueden llevar montadas muchos años, y el ambiente las estropea. El sol, los cambios de temperatura y el aire degradan los compuestos de goma de los neumáticos: pierden elasticidad, se endurecen, con lo que pierden agarre. En casos extremos los neumáticos se quedan tan endurecidos que ni siquiera un buen rato de rodadura consigue dejar la goma en condiciones.
La presencia de grietas debe alamarnos, pero simplemente pasando la yema de los dedos por la superficie debemos apreciar que, en frío, ya «agarren». Si no es así y la superficie es brillante y no mate, ese neumático es sospechoso de haber envejecido y muy inseguro. Recuerda cómo conocer su fecha de fabricación: en las cifras del flanco, al final del «DOT» estará la semana y año de fabricación (por ejemplo «2312» sería semana 23, junio, del año 2012). A partir de los cinco años, según el uso y conservación (aparcada en calle o garaje), pueden no estar bien, y usar una moto con neumáticos con más de diez años es jugársela.
Temperatura: cuidado en frío
Una goma vieja no «funcionará» posiblemente a ninguna temperatura, pero incluso un neumático nuevo puede necesitar un tiempo de calentamiento mientras rodamos hasta que su goma tenga un agarre correcto. Los neumáticos modernos cada vez mejoran más en ese aspecto e incluso los modelos deportivos ofrecen un buen agarre desde los primeros metros, pero no es bueno confiarse. Sobre todo en invierno, cuando el suelo está húmedo además de frío, hasta que no llevemos recorridos algunos kilómetros no debemos poner a prueba el agarre, inclinando ni acelerando o frenando más de la cuenta.