General
Siempre hay motivos que te vinculan a una provincia o a una comarca. Puede ser porque seas de allí o porque los orígenes de tu familia pertenezcan a esa zona. También es posible que sean los lazos de otros, una pareja o una relación, los que te den a conocer esos lugares a los que quedas unido de una manera voluntaria. Un amigo de los de toda la vida fue el que me descubrió esta afortunada provincia repleta de bienes y desde entonces he quedado unido a ella. No es casual que la primera de mis rutas, publicada hace ya unos años en esta vuestra web, fuera también en La Rioja.
En la ruta de hoy nos volvemos a acercar por aquí, en su vertiente norte vuelve a aparecer su inmensa cultura del vino que la han dado nombre en todo el mundo. Cruzamos a Navarra para poder combinar lo mejor de ambas en este paseo que nos devuelve al asfalto en este 2014. Entre ambas provincias disfrutaremos de una ruta tranquila aunque no exenta de largas zonas de curvas, con una gastronomía de otro nivel y lugares donde sacar la cámara para obtener vistas panorámicas de primer nivel.
La llegada a Haro es casi triunfal. Mucho tiempo de espera en este frío invierno para volver a la ruta. El objetivo es llegar pronto para aparcar pronto la moto y realizar alguna cata en sus bodegas antes de cenar. Si sois aficionados a tapear y catar aquí encontrareis uno de los lugares más propicios aunque menos reconocidos de toda la península.
Comenzamos al día siguiente la ruta, despidiéndonos de Haro con la sensación que es uno de esos lugares a los que volveré y buscando la carretera entre inacabables viñedos. Todo el turismo y los beneficios que el vino ha traído a estas tierras se han visto reflejado de una manera singular en su arquitectura. Tanto en los hoteles con orientación enológica, auténticos centros de ocio y relax con el vino como lugar común. Así como las modernísimas bodegas, con edificios encargados a los arquitectos más premiados, son parte del paisaje de estas tierras. Es muy llamativo como la tradición y la modernidad se unen a lo largo de los kilómetros.
Bastida y Laguardia conservan la parte más histórica de esta parte de la ruta. Vemos murallas y fortalezas en lugar de edificios sacados de libros de ciencia ficción, y la mezcla de ambos no resulta mal. Es el modo que ha tenido el vino de adaptarse al siglo XXI, observar el valle desde la antigua fortaleza contemplando al fondo edificios de bodegas con imposibles alerones de aluminio sacados de cualquier novela de Orwell rodeados de viñedos. Sin duda muy particular, a mí me encanta.
Vamos buscando la trazada de bastantes curvas hasta acompañar al Ebro en su entrada en Logroño. Zaragoza siempre le ha quitado el protagonismo a Logroño en su relación con el Ebro, aunque es cierto que es en la capital maña donde este río brilla con más esplendor, también en la capital riojana marca todo el sentido de la ciudad a su paso. Nuestro paso o mejor dicho nuestra rodada, nos lleva a la afamada calle del laurel, nos vamos acercando al medio día y la calle de las tapas por antonomasia de la capital nos da lo mejor de sí.
Merece la pena disfrutar de sus calles y visitarla con la calma, dedicarle un poco de tiempo aunque la noche cae pronto en estas rutas invernales. Nuestra salida rumbo a Los Arcos evitando la autovía nos sorprende con un tramo más que interesante de desniveles y curvas enlazadas en una parte de la ruta muy divertida de pilotar.
Y desde aquí hasta Zudaire es mas de lo mismo, vas entre valles con esa sensación de ir un poco perdido porque tampoco ves muchas poblaciones que te den alguna referencia a tu paso. Es la parte de la ruta que más en contacto te proporciona con la naturaleza, más aun cuando cruzas el Parque Sierra de Urbasa. No tuvimos especial suerte en este paso, una densa niebla lo cubría haciendo de nuestra rodada una oda a la prudencia, os deseo mejor suerte con el clima a vosotros cuando os animéis con esta ruta.
En detalle
Es una escapada perfecta de fin de semana, especialmente si vives en la zona noreste de la península y no tardas mucho tiempo en llegar. Los tiempos están marcados, viernes llegas y disfrutas de Haro, sábado para realizar la ruta y domingo al medio día vuelta a casa con las pilas cargadas. Como siempre en esta época del año gestionar las horas de sol, marcan mucho la ruta porque cuando desaparece la temperatura parece caer a plomo. No olvidéis que rodáis en zona de sierra.
Tramo 1: Haro – Logroño. Buena calidad del asfalto que combina tramos con y sin arcén. La mejor parte es que el tráfico está desviado a través de la autovía y se rueda prácticamente solo.
Tramo 2: Logroño – Altsasu. Carretera de montaña y parque natural. El asfalto empeora y debéis cuidar algunos tramos bacheados. Si vais con deportivas aflojar las suspensiones.
Ruta:
¿Qué ver?
Haro
En su barrio alto tiene la mayor concentración de bodegas del mundo superando incluso al californiano Valle de Napa. Grandes bodegas como Muga o Paternina están aquí, pero no descuidéis la posibilidad de ir a bodegas pequeñas y de producción más artesanal.
Logroño
Con el encanto de las pequeñas capitales de provincia pero con mucho que ofrecer, sólo le pudimos dedicar el almuerzo y sobremesa en este viaje, pero lo que vimos y disfrutamos nos lleva a volver en futuras escapadas.
Sierra de Urbasa
Mala suerte con la niebla en las partes más altas de la sierra pero pese a esto es muy recomendable. Posee ese aire de los valles del País Vasco, muy verdes y muy afilados. Pese a ser un lugar para disfrutar de las curvas debéis tener cuidado en muchos tramos por ser una carretera demasiado estrecha.
El descanso del motero
Dónde dormir
En Haro sin duda alguna, después dónde queráis. Hay opciones más modestas con garaje incluido para aparcar la moto y también hoteles centrados en el enoturismo en los que podréis recibir un masaje “al vino”. Que el bolsillo y la disposición de cada uno decida.
Dónde comer
En Logroño sin duda alguna, en la calle del Laurel para mayor indicación. Por precio y calidad, es uno de esos sitios donde caminando de tapa en tapa pasarán las horas sin que os deis cuenta.
Yamaha XT1200Z Super Ténéré
Sin duda es una de esas motos que te hacen sentir un motero “poderoso”, esa sensación de que cualquier ruta es posible con ella. La Yamaha Super Ténéré es una moto llena de virtudes si tu plan es viajar con ella, me resultó muy cómoda tanto de postura como de asiento pese al largo kilometraje a la que la sometí en los días que dispuse de ella. Todo está en su sitio desde el primer kilómetro y nada desentona. Las suspensiones resultas fantásticas pese a no tener sofisticados sistemas de regulación electrónica, lo mismo sucede con los frenos pese a si tener un ABS muy valorado cuando circulas sobre asfalto húmedo, mención especial para el funcionamiento del freno trasero.
Resulta más ligera que sus rivales directas y con un tacto más campero, su control de tracción está pensado para las salidas por tierra y resulta muy efectivo. Pero tal vez esta vertiente más “verde” la hace más espartana que sus rivales en lo relativo a los extras que suelen traer estas grandes trail.
Lo que sí tengo claro es que todo pasa a un segundo plano cuando la tienes lanzada entre curvas. Tiene un comportamiento dinámico fantástico lo que la hace muy divertida en tramos revirados, mas de lo que en un principio pudiera parecer. El enorme bicilíndrico da lo mejor en bajos y medios, con unas vibraciones muy contenidas salvo que lo subas mucho de vueltas. Mención aparte el embriagador sonido con el escape Akrapovic, música celestial.
La Super Ténéré es de las motos donde los límites los pones tú, ninguna ruta te parece complicada y tu máxima preocupación es llenar la bolsa sobredepósito y decidir qué lugar visitas este fin de semana.
