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Te pasas 5 km/h del límite de velocidad y ¡PUM! Taser a un señor de 80 años

Las locas historias de Estados Unidos
Fotos: The Iola Register
Desde fuera parece que la situación se está descontrolando dentro de Estados Unidos en lo que violencia y respuesta policial se refiere y, desde luego, historias como esta no ayudan a mejorar esa imagen.

Por norma general, los cuerpos y fuerzas de seguridad tienen una fama de ser duros e intransigentes. Aunque hay ciudades, provincias, estados o países donde la fama pasa a ser de violentos. Ese es el caso de Estados Unidos, donde en los últimos años estamos viendo casos en los que la violencia es tan gratuita y desproporcionada por parte de la policía, que nos lleva a situaciones como la que pasó justo hace dos años en Kansas y acabamos de conocer ahora.

Nos trasladamos hasta la localidad de Iola, una pequeña población de poco más de 5.000 habitantes en la que el protagonista de la historia, John Sigg, fue mandado parar por el alguacil Bryan Murphy y el oficial Joseph Stotler. ¿El motivo? Sigg circulaba a 38 millas por hora en un lugar donde la velocidad máxima era de 35. Traducido al sistema métrico, hablamos de que circulaba a 61 km/h cuando podía circular como máximo a 56, ¡menuda locura!

 
Las persecuciones son el día a día, aunque sean a 60 por hora

Lo que aquí en España no hubiera sido un problema porque el margen es justo de esos 5 kilómetros por hora, dio paso a una persecución policial. Ya sabes, cosas de Estados Unidos donde porque alguien exceda la velocidad en cinco kilómetros por hora merece la pena arriesgar la vida del resto de usuarios. Pero aquí es cuando llega la parte más fuerte de esta historia, y es que Sigg continúa conduciendo como si nada (a 35 millas por hora) hasta que llega a un aparcamiento donde para con el resto de su familia.

La parte más surrealista todavía está por llegar, y es que al aparcar Sigg sale de su coche y ante la situación levanta las manos y sigue las indicaciones de la policía. Pero cuando uno de los oficiales le dice que se tire al suelo el otro, directamente, le dispara con su pistola Taser, descargando sobre el anciano 2.000 voltios. Debido a la caída, Sigg se golpeó la cabeza, sufriendo daños que lo llevaron a urgencias mientras no podía articular palabra.

Ahora, un año después y ya recuperado John Sigg ha interpuesto una demanda en el Tribunal del Distrito de Kansas contra los dos agentes a los que reclama 500.000 dólares por lo sucedido. La parte positiva es que, al menos, la pistola que emplearon fue eléctrica…

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