Hablamos del scooter bicilíndrico de SYM antes de su aparición en los salones de otoño, y pudimos probarlo como pre-serie hace ya un año. Sabiendo que la versión definitiva no cambiaría mucho, enseguida le vimos muchos puntos fuertes sobre todo cuando el importador, Motos Bordoy, confirmó su precio (7.999 euros) con una oferta de lanzamiento irresistible en 7.495 euros, que sigue vigente e incluye seguro y 5 años de garantía. Con este precio, se posiciona justo entre los scooter monoclíndricos más grandes y los bicilíndricos más caros, estando más cerca de los primeros en precio y de los segundos en prestaciones o calidad.
Ahora hemos tenido ocasión de probarlo más a fondo, usarlo varias semanas en nuestros recorridos habituales, y la verdad es que no podemos sino confirmar nuestras buenas sensaciones iniciales. Muy bien acabado y con una sensación de robustez excelente, sobre el SYM TL500 tienes la sensación que la marca ha dado un salto cualitativo notable. Ya en sus últimos modelos (HD 300 o CruiSym) habíamos apreciado ese cambio, pero la suavidad del motor bicilíndrico de este 500, incluso su ronco y excitente sonido, completan un panorama muy seductor. Si te lo dejan probar caerás rendido con ese precio. Vamos a repasar su diseño y «concepto», y cómo va…
Dos cilindros y carrera larga
En la mayoría de aspectos SYM no se ha complicado la vida: todos sabemos cómo acertó Yamaha con su TMAX y cómo ha dominado esta categoría, así que seguir su camino es una garantía de no equivocarse. Y eso han hecho en Taiwan: un motor bicilíndrico en línea de carrera larga, con los cilindros horizontales y la transmisión integrada para poder contener el grupo propulsor en el chasis, como una moto. También usan un cigüeñal calado a 360 grados con tres muñequillas y una biela «ciega» para el equilibrado (en lugar de ejes secundarios), un variador mecánico y, por primera vez en SYM, un embrague multidisco. Fue otra innovación del TMAX en su día, mucho más suave y modulable que el tradicional de zapatas. Solo la diferencia en suavidad que aportan el motor bicilíndrico y ese embrague, hacen que este scooter (y sus rivales «bi») estén un universo por encima en comodidad de pilotaje respecto de los clásicos monocilíndricos.
Curiosamente SYM no ha querido apurar la cilindrada, y pese a su nombre el TL 500 cubica 465 cc fruto de sus pistones de 65 mm de diámetro con una carrera de 70 mm (el TMAX original de 499 cc tenía 66 x 73 mm). Quizás en los planes de SYM esté en un futuro aumentar su cilindrada a base de pistones de mayor diámetro, ganando así algo de potencia también: ahora ofrece 41 CV cerca de 7.000 rpm, es decir, prácticamente lo que daba el TMAX con 499 cc (luego pasó a 530 primero y 560 ahora, sin ganar mucha potencia a decir verdad). El KYMCO AK550, otro rival a considerar, se les escapa claramente con sus 55 CV, igual que el nuevo Honda Forza 750 con sus 58 CV.
Sí ha querido ser diferente SYM en dos aspectos, aparte de quedarse ligeramente corta en cilindrada y potencia: la transmisión final en lugar de la ya común correa dentada usa una cadena, detalle muy «de moto» y que le da otra personalidad. Y para el chasis no han usado aluminio (Yamaha sí aunque queda oculto) sino un multitubular que como veremos cumple mejor que bien, no dispara el peso (211 kg en seco es menos que el TMAX 500 con aluminio) y sí contiene el precio… Las suspensiones usan un tremendo (rígido) basculante de aluminio con un amortiguador progresivo de fácil regulación, y una horquilla con barras de 41 mm. Las ruedas en tamaño estándar de la categoría (120/70 y 160/60 en llantas de 15 pulgadas) y discos de freno de 275 mm con un ABS de Continental completan la parte ciclo.
Ligero y corto: ¡ágil!
Aunque ha seguido muy de cerca los trazos del TMAX, el SYM TL 500 tiene algunas diferencias que curiosamente son a su favor: es 4 centímetros más corto entre ejes y como decíamos algo más ligero que la versión 500 del Yamaha (pero algo más pesado que su versión actual «560»). En marcha esto se traduce en que lo sientes muy ágil, no cuesta nada meterlo en curva ni siquiera a buena velocidad, permite rectificar trayectorias tumbado sin problema, y ratonea como un scooter de mediana cilindrada en el tráfico urbano. Pero con la gran diferencia de contar con un motor que empuja muy bien y un embrague que permite «trialear» con suavidad si necesitamos movernos muy despacio.
Ese siempre importante ajuste de embrague y variador en cualquier scooter, aquí SYM también lo ha «clavado»: ni se ha pasado de deportivo ni se ha quedado demasiado «soso». A punta de gas, el embrague engancha pasadas las 2.000 rpm y permite andar suave, si acaso un pelo agresivo al enganchar hasta que le coges el punto. Gas a fondo, arranca con el motor empujando a 4.000 vueltas, con fuerza. El variador entonces aguantará el motor mientras ganamos velocidad a unas 5.000 rpm, y la estirada empezará en unas 6.500 rpm (140 km/h) ya hasta donde queramos, podamos, o lleguemos…
El SYM llegó a mostrarnos más de 170 km/h ya cerca de las 8.000 vueltas y ése es su techo, en condiciones favorables: un desarrollo tirando a corto que, creemos, está bien elegido. A esa velocidad, el chasis sigue manteniendo una estabilidad intachable incluso en curvas rápidas bien tumbados. Y con lo ágil que es, los tramos revirados son una delicia… No es gastón pero de media sacamos 4’4 litros por 100 km sin ir precisamente despacio. Nos parece una buena cifra pero aquí chocamos con la mayor pega que le vemos a este MaxSYM bicilíndrico: un depósito de solo 12,5 litros de capacidad (que por cierto cuesta un poco de llenar del todo). La autonomía se resiente.
Calidad de vida
No todo es correr, y a bordo del SYM TL500 el piloto (y el pasajero) encontrarán muchos elementos de calidad para mejorar su vida sobre dos ruedas. Asientos de correcto mullido que no nos resultaron incómodos, posición de pilotaje o del pasajero (estriberas plegables) perfectas, o parabrisas amplio (y alto, se puede bajar con herramienta). La suavidad del motor (y transmisión) se agradece en el día a día y, como ocurre con el TMAX, el SYM TL500 pasa de parecer (y ser) un scooter deportivo, a ser un amable compañero diario ideal.
El hueco bajo el asiento es suficiente para un casco integral (da igual talla o tamaño) y sobra espacio para algo más: llegué a poder dejar casco, guantes y chaqueta ligera. Para una mochila grande, bien, y el tapizado evita arañar el casco, buen detalle, como lo es que tenga luz y amortiguadores para mantenerlo abierto. Otro buen detalle es la forma de la guantera derecha, estrecha y profunda, perfecta para móviles actuales (grandes). Y la toma USB no es normal: es un cargador USB QC 2.0 muy interesante para móviles que lo aceptan (todos los modernos) al tratarse de conexiones puntuales, así se le saca más provecho (cargará más rápido) que las tomas USB normales. El cuadro es digital con un TFT central de 4’5 pulgadas a color y múltiples opciones de visualización (no conseguí decidir cuál de las dos normales me gustaba más). Lástima que no sea conectable al móvil.