Publicidad

Saltando fronteras (VII): Hungría, talante centroeuropeo

La Ducati Multistrada 1260 Enduro nos ha acompañado en este periplo
Fotos: Adolfo Galvez (buscandolatrazada.com)
Adolfo Galvez
En Hungría descubrimos más que un país una forma de vida. De visitar y provenir de países mediterráneos con nuestro tono alto de voz y aspavientos pasamos a ver un talante centroeuropeo mucho más sosegado. Aquí el raro eres tú.

En la entrada por el sur del país, pocas fronteras me parecieron tan bien colocadas como la que hay entre Croacia y Hungría. Había mucha diferencias, en vegetación, orografía y modo de ser. Y es que en el fondo los balcánicos son mucho mas parecidos a los españoles de lo que yo me imaginaba, y a su vez nada que ver con los húngaros.

Como os digo la entrada rumbo al famoso lago Balatón deja a su paso un montón de llanuras y mesetas cubiertas por campos de cereal. En cierto modo, similar a lo que te encuentras en Castilla la Mancha. Olvídate de los frondosos bosques y profundos valles de Bosnia, nada que ver. Aunque la diversidad de paisajes y modos de vida dan siempre sentido a una ruta larga como esta. De alguna manera tenía la sensación de estar entrando en la vieja Europa. La gente aunque cordial es mucho más formal en el trato, diría que un tanto fríos. Se come a las 12, se cena a las 7 y cosas por de este estilo que te hacen de indicador de la cultura del país.

Vistas del Parlamento desde el Danubio

Clara prueba de estas diferencias fue la aventura en Ducati Hungría. Andaba yo a esas alturas con la rueda trasera en las últimas desde hacía ya unos cuantos kilómetros, pero no había podido parar a cambiarla antes. Pese a que aún le quedaba cierta vida útil, no quería seguir rodando sin la seguridad de donde cambiarla y mucho menos meterme en los Alpes con una goma gastada. Hay un concesionario oficial Ducati en el lago y ya desde Croacia tenía cita con ellos para el cambio. Las aventuras para indicarles por teléfono que necesitaba una Karoo 3 trasera y que si no tenían, necesitaba algo similar pero para ambas ruedas, son inenarrables. Solo una persona en todo el concesionario hablaba inglés, o al menos lo intentaba. Pero la cita quedó clara o al menos así lo entendí yo que me presenté muy ufano ya por la tarde en el taller para el cambio de rueda.

Cual fue la sorpresa cuando me dicen que sí que tenían la rueda pero no habían apuntado la cita por esto o por aquello y no me la podían cambiar esa tarde dándome hora para dentro de cuatro días. El tipo ni se inmutó, carácter húngaro al 100%. Me dijo que si no me parecía bien que continuara y más adelante cambiara la rueda. Y es aquí donde el carácter mediterráneo es diferente al centroeuropeo. Muy educado pero un tanto enérgico le indique que por favor no me podían hacer eso, que ya sabían que andaba de viaje y que no me podía detener, ni tampoco continuar sin tener la certeza de donde la cambiaría. Que un cambio de una rueda tampoco les suponía mucho tiempo de taller. Y me planté. No tenía intención de moverme de allí hasta que no me ayudaran, aunque solo fuera por solidaridad motera.

Nuestra Ducati Multistrada Enduro no dio problemas

Honestamente la sensación que yo tenía es que el tipo no sabía muy bien que hacer o cómo reaccionar. Pareciera que fuera la primera vez que alguien le hablara con este nivel de determinación que poseemos los latinos. Después de una expresión contrariada en su rostro se apiadó de mí y me cambiaron la rueda en un momento. Yo me despedí dándoles les gracias y aún hoy en día le sigo estando agradecido. Pero ese modelo de talante calmado, muy alejado del Mediterráneo lo percibí con cada húngaro que me cruzaba.

Volviendo nuevamente a la ruta, los tres puntos principales de interés del país son el citado lago Balatón, la capital Budapest y el monte Kekes. Los visitamos los tres en un recorrido nuevamente de sur a norte y dejamos el este del país para futuras visitas. Honestamente las líneas que unen estos tres puntos no me causaron mucha impresión, los trayectos fueron un tanto sosos, pero los tres puntos en sí, merecen la pena.

No dejéis de visitar a Anonimus

Balatón es un lago de agua dulce conocido como el mar de Hungría por sus dimensiones. Está rodeado por residencias de verano y hoteles de todo tipo, aunque como fuimos fuera de temporada aquello parecía un tanto desértico. Lo cierto es que es muy bonito, está rodeado por bosques especialmente en su lado norte y disfrutar de un atardecer a su orilla es uno de los mejores recuerdos que me llevo de este país.

Tengo una especial predilección por Budapest. A pesar de que es este viaje intentaba evitar lugares especialmente turísticos esta ciudad se debe sacar de esta regla. La capital de Hungría es si duda una de las más bonitas de toda Europa. El Danubio la divide en dos, la montaña en la parte de Buda y la planicie en Pest. El castillo de Buda, parlamento y el puente de las Cadenas y la iglesia de San Matias están separados entre sí solamente por un ligero paseo a pie.

Imponente gastronomía

La parte más motera del pais está en la ruta hacia el monte Kekes a unos 200 kilómetros al noreste de la capital. Es el más alto de todo el país y está enclavado en el centro de un parque natural sin ninguna población a su alrededor. Si lo visitas entre semana prácticamente rodarás solo. Después de recorrer todo el país con menos curvas de toda la ruta, lo cierto es que me pareció el paraíso en la tierra.

Y siguiendo hacia el norte proseguimos la ruta en busca del que sería el país número 9 de la ruta: Eslovaquia y su ruta de los castillos. Antes de ese sinuoso recorrido por montañas y estaciones de esquí eslovacas, Hungría supo aportarnos calma, belleza y un punto de tranquilidad heredado de su talante calmado. Algo que hacía falta en una ruta tan larga, donde los momentos para el relax habían sido mínimos.

Lo más leido

Soymotero TV

Últimas motos

MITT 808 2024

MV Agusta Enduro Veloce 2024