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BMW puntApunta 2019: mucho más que una ruta

Fotos: BMW/SMN
A lo largo de sus seis ediciones BMW Motorrad está aplicando al puntApunta la misma fórmula que a sus motos más ilustres. Limar ciertos detalles, pulir algunas asperezas e incluir mejoras y novedades sobre un producto de una gran base para conseguir establecer la gran aventura anual para los amantes de las rutas en moto.

Y ya van seis ediciones. No es una sorpresa para los que pudimos asistir a las primeras. Ya entonces se adivinaba que este evento, impecablemente gestionado por BMW, tendría continuidad a través de los años y establecería una fecha en el calendario que muchos incondicionales de la firma bávara marcarían como cita obligada. Que de los 750 dorsales del año pasado más de 500 han repetido este 2019, habla por sí solo de la calidad de este evento en ruta y de la demanda que tiene. Hay que tener en cuenta que BMW se vio obligada a limitar el número de dorsales a la cifra actual hace ya varias ediciones, la demanda para asistir supera con creces las plazas disponibles y en algún punto deben detener las inscripciones para que el evento se pueda gestionar.

Pero sin duda lo que hace diferente al puntApunta de otros eventos similares es el haber sabido acuñar el concepto de “concentración en ruta”, donde se junta el buen rollo y la diversión de una concentración motera con las sensaciones incomparables de una larga ruta en moto guiada por roadbook. Se conoce a buena gente y se comparten divertidos momentos cuando las motos están paradas, mientras que cuando arrancan los motores disfrutar del recorrido y seguir el roadbook pasan a ser los protagonistas.

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Otra de las señas de identidad del puntApunta reside en el cuidado detalle de las rutas seleccionadas, para mí una de las claves su éxito. Pese a que van pasando las ediciones el puntApunta nunca deja de sorprenderte, dándote a conocer o re-visitando lugares excepcionales para disfrutar de una ruta en moto. Un incontable número de pueblos y villas que nunca hubiera visto si no fuera por el puntApunta. Edición tras edición se recorren aproximadamente 1.500 kilómetros y en cada una de ellas, las rutas son simplemente impecables. La de este año nos ha llevado desde La Coruña hasta Castellón, con paradas intermedias en Palencia y Zaragoza. La Bañeza, Maestrazgo, Laguna Negra de Urbión, La ruta del Silencio o Morella siguen en mi cabeza como lugares icónicos para dedicarles una ruta en exclusiva a cada uno de ellos. En otras ediciones de este mismo evento lo fueron La sierra del Turia, Quintanar de la Orden, Sierra Francia o el Cañón Del Río Lobos, mostrándonos que muchas veces nos complicamos la vida buscando fuera cuando el nuestro es un país ideal para disfrutar de las rutas en moto.

Bases, novedades y evolución

Hay ciertas ceremonias que permanecen inalteradas. El evento comienza con la recogida de dorsales y la verificación de la moto. Posiblemente la más simbólica de la prueba es regresar al mar el último día el agua que recogiste el primero, este año de Cantábrico a Mediterráneo. Otra son los pasos por los arcos de salida y sobre todo el arco de llegada. El pasaporte que se entrega junto con el dorsal se debe de ir sellando en las salidas, llegadas y puntos de control. Da fe al finalizar la última etapa que se ha realizado correctamente. Y mi favorita, la cena de fin de ruta donde todos coincidimos y celebramos que la aventura ha llegado a buen puerto mientras planificamos la próxima.

En el apartado de novedades, si el año pasado la organización premio con la etiqueta de “gold” a aquellos participantes que han participado en el evento 5 veces, este año han agregado una nueva categoría premiando a los que han realizado la prueba las 6 ediciones con una camisa conmemorativa y la denominación de “míticos”. Yo tengo el placer de conocer a alguno de ellos y la verdad es que tienen toda mi admiración.

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Pensando en la seguridad de la caravana, hace algunas ediciones que el roadbook agregó variantes para los que querían ir por los tramos off-road y no obligar a todo el mundo a hacerlos. Este año se han agregado tracks de gps en la entrada y salida de las ciudades. Lo cierto es que ya es delicado salir de ciudades que no conoces entre el tráfico, rotondas y semáforos, como para encima ir girando el roadbook y gestionando el tripmaster. Un acierto por parte de la organización.

Una de las cosas que llaman la atención si has participado en ediciones anteriores (en mi caso: segunda, cuarta y sexta), es la destreza que hemos ido desarrollando con el roadbook. Si lo comparo con las primeras se cometen muchos menos errores de orientación. Por supuesto sigue habiendo despistes y has de estar atento, pero nada en comparación con las primeras ediciones donde al llegar a un cruce había motos saliendo en todas las direcciones.

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Un ejemplo del buen ambiente que se vive durante estos días es que ya apenas se ve gente rodando sola, nuevamente en comparación con las primeras ediciones. La gente que iba sola en ediciones anteriores han ido conociendo gente y formando parte de nuevos grupos de motoristas que se han ido formando alrededor del puntApunta. Ahora lo que es más frecuente son camisetas y banderas de grupos que se reúnen periódicamente en este evento. Yo que pertenezco a uno de ellos espero con ilusión como el grupo de whatsapp entra en ebullición cuando se acerca la fecha.

Pero el puntApunta deja hueco hasta para sorprenderte a ti mismo por muchas ediciones que tengas. En esta edición también me he separado por momentos de mi grupo en busca algún lugar recóndito para hacer alguna foto y he rodado solo en bastantes tramos. Nunca había ido solo y la verdad es que me ha gustado mucho. Aporta una visión diferente del evento y creo que para la siguiente edición exploraré a fondo esta opción.

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Anécdotas y aventuras

Como en cada edición incontables anécdotas y aventuras se agolpan en tu cabeza. Son todos estos pequeños momentos los que finalmente permanecen en la memoria y animan a repetir año tras año. Si en la segunda edición nos quedamos sin gasolina este año nos salvamos por los pelos. El depósito de la K1300S de Mikel estaba a punto de decir basta cuando conocimos a Jose Antonio (R1200RT), llevaba un tubo y 16 kilos de herramienta en el viaje por si algo pasaba, llevaba hasta máquina de diagnosis. Un fenómeno con el que irse al fin del mundo con total garantías. Entre ellos y el generoso depósito de la R1200GS Adventure de David, salimos del paso entre risas y abrazos.

O cuando Benjamin (Tiger 800), jefe de la expedición, se fue al suelo sin mayores consecuencias pasada la rotonda de la Torre de Hércules en Coruña víctima de la lluvia matutina, que había convertido las vías del tranvía en una trampa. Antes de que levantáramos la moto, Laura y Martina habían establecido un dispositivo de emergencia, desviando el tráfico y contactando con la policía local. Un modelo de eficacia solo al alcance de estas dos heroínas de nuestra ruta. De Jorge (R1200RT), con el que apenas coincidí en ruta, pero nos reímos sin parar el último día rememorando sus historias del que había sido su primer puntApunta.

Porque esta es la realidad del evento. Toda la intrahistoria que contiene. Que va de motos y de personas. De la gente que está debajo del casco, que habitualmente saludas levantando dos dedos cuando te cruzas con ellos en la carretera pero que en este caso te permite ir más allá. Compañeros de ruta siempre dispuestos a ayudar en un evento que mejora año tras año y que, si todavía no lo has realizado, márcalo en el calendario como cita obligada para la próxima edición. No te arrepentirás.

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