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Prueba Yamaha YZF-R125 2015: el sueño de todo chaval

Fotos: Yamaha
Seis años después de su lanzamiento y con más de 45.000 unidades vendidas, Yamaha ha decido renovar su exitosa deportiva del octavo de litro dando lugar a una segunda generación más agresiva y con mejor parte ciclo. Un sueño de 4.399 € dirigido a los jóvenes más "pro".

Recuerdo perfectamente la primera vez que vi una Yamaha YZF-R125. Corría el año 2008, yo tenía 16 por aquel entonces y una de mis motos favoritas era la R6. Con aquella 125 conducible con carnet de coche se abrió una posibilidad de llevar algo parecido a aquella 600 que, por estética y prestaciones, cautivaba a gran parte de los fans de las supersport.

Si bien es cierto que Yamaha fue de las primeras en ofrecer este tipo de concepto en 125 4T, siempre pensamos que su parte de ciclo no era su punto fuerte, ya que se encontraba lejos de las motos de misma cilindrada y ciclo 2 tiempos que habían existido en el mercado como la Aprilia RS125, Cagiva Mito o Suzuki RGV, aunque estamos hablando de otro concepto de potencia.

Lavado de cara

Tuvimos la suerte de ser los elegidos en la presentación mundial, no solo de la YZF-R125, sino de la que está llamada a ser la montura de ocavo de litro más vendida de Yamaha: la MT-125. La cita fue en Barcelona. La gente de Yamaha había programado dos días para presentar sus nuevos modelos del octavo de litro y el primer día estaría dedicado en exclusiva para la R125 2015.

Ya habíamos visto esta pequeña R6 en fotos y sabíamos que los cambios que Yamaha había decidido incluir eran un acierto, al menos a priori, para competir de tú a tú con sus rivales directas.

Los responsables del proyecto nos explicaron los cambios más significativos, entre los que encontramos la cúpula, que adopta el diseño de su hermana mayor, la R6. A su vez y tras apostar durante años por una instrumentación analógica, la marca de los diapasones ha creído conveniente montar un display donde ofrecer al piloto todo tipo de información, como medias de consumo, temperatura del motor, autonomía, corte de encendido, hora… Si bien es cierto que echamos de menos un indicador de marcha engranada.

La parte ciclo es lo que más ha cambiado. La YZF-R125 monta una robusta horquilla invertida Kayaba de 41 mm de diámetro, muy diferente de los modelos que venían usando en años anteriores. Los semi-manillares han sufrido un cambio total y ahora hay una tija superior de CNC aligerada la que da soporte a los mismos y que da un aspecto racing y de mucha más calidad que el anterior modelo. A su vez y para completar este tren delantero, Yamaha ha optado por montar una pinza de freno radial con un disco de 292 mm de diámetro, aunque eso sí, sin opción de ABS.

Las llantas también son nuevas y montan uno de los mejores neumáticos en las medidas disponibles, los Michelin Pilot Street. Destacar que Yamaha ha decido colocar en la rueda trasera una goma ligeramente más estrecha que otras motos de la misma cilindrada como la Duke 125, para, de esta manera, hacerla más ágil y cuenta con 130/70-17.

El motor ha variado y tal y como nos explicaron los ingenieros de Yamaha: el 70% de las piezas son totalmente nuevas. Aunque algo que nos ha sorprendido, ha sido que esta R ha sido creada a partir de la MT-125, un detalle realmente sorprendente, puesto que, por norma general, son los modelos naked los que derivan de una superdeportiva.

Llegaba el momento de ponernos en marcha, nos enfundamos la chaqueta, giramos la llave de contacto y el nuevo display se activa. La primera impresión es que poco o nada queda de la primera generación de la R125. Engranamos primera y nos dirigimos a un famoso tramo de curvas a las afueras de la ciudad condal para comprobar si la firma japonesa ha acertado en este lavado de cara.

Suavidad

Esto es lo que transmite la Yamaha YZF-R125, suavidad en todos sus movimientos: todo funciona como debe. La caja de cambio no da problema alguno y las marchas entran con facilidad y sin atascos. La postura es bastante cómoda teniendo en cuenta el concepto de moto y, aunque la pusimos bastante a prueba con fuertes frenadas, no se nos cargaron en exceso los antebrazos. El freno cumple su cometido, aunque sería de agradecer un latiguillo metálico que diese un mejor tacto al conjunto, puesto que se nota algo esponjoso en fuertes deceleraciones. Cabe destacar que, como en la gran mayoría de las motos del segmento, carece de maneta regulable, por lo que tendremos que adaptarnos a lo que nos ofrece de serie, o bien cambiarla por nuestra cuenta.

En reducciones fuertes la rueda trasera bloquea con relativa facilidad, por lo que tendremos que ir con cuidado para no tener algún susto, pero una vez acostumbrados es realmente divertido y te sentirás como Jorge Lorenzo o Pol Espargaró, siempre y cuando te guste ir buscando los límites.

La horquilla es un acierto total. Precisa, aplomada y transmitiendo sensaciones, algo que no habíamos sentido en las pruebas de las antecesoras de este modelo. Te permite “tirar el ancla” con fuerza y saber dónde están los límites de las gomas, límites muy altos si tenemos en cuenta el rendimiento de la pareja de Michelin Pilot Street, que te permitirán sacar todo el potencial de la moto.

La suspensión trasera es, quizá, algo blanda y eso se nota especialmente en la salida de las curvas. No es nada grave, ya que sus 15 CV no ponen en jaque al tren trasero. El freno trasero trabaja a la perfección y su modulación-potencia nos sorprendieron para bien.

El motor ha conseguido obtener un ligero aumento de potencia, pero la zona útil es más pequeña. Se asemeja a una 2T a la hora de exprimirla al máximo y tendrás que estar atento al cuentavueltas para poder ir “alegre”, sobre todo en subida. En cuanto a velocidad punta y, teniendo en cuenta los límites legales, cumple con nota. Nosotros pudimos ver en nuestro marcador 127 km/h antes de cortar, ya que seguía avanzando, aunque eso sí, totalmente acoplados a la cúpula y carenado.

La R nos dejó claro que es una moto divertida y segura y, por momentos, nos hacía olvidar que era la “pequeña” de Yamaha. En tramos revirados, por tamaño y parte de ciclo, parecía que llevásemos una supersport de mayor cilindrada.

Uno de los detalles que nos ha gustado ha sido la forma de navegar por la información que ofrece el display. Así como otras marcas cuentan con botones en el mismo que te obligan a soltar el manillar, la R125 cuenta con un gatillo en la piña derecha, similar al de ráfagas, que permite ir pasando los datos de consumo sin soltar el gas. Rodando al máximo durante varias horas, el consumo fue de 2,7 litros a los 100.

Una moto de carreras

Llegaba el momento de probarla en circuito, con 33º y sin nubes en el horizonte. Completamos 12 vueltas y nos quedamos con ganas de más: divertida, ágil, fácil de conducir y, sobre todo, segura. La horquilla es el mejor cambio que Yamaha ha introducido y eso en circuito sale a relucir con todo su potencial. La R125 es una “moto de carreras a pequeña escala” y usamos comillas porque no es mucho más pequeña que una R6: de hecho, en los semáforos y dependiendo del ángulo, te costará diferenciarla.

Si es cierto que en este terreno acusamos más la falta de dureza en la suspensión trasera, pero pudimos arrastrar rodilla sin mucha complicación y con una gran confianza.

Las condiciones en las que rodamos hacían que por momentos no pudiésemos ver a través de la visera, debido a las continuas gotas de sudor que se deslizaban hacia nuestros ojos, signo de que, aunque hiciese una temperatura realmente alta, la R cada vez te deja apurar más y más hasta buscar unos límites realmente altos para una moto de 125 cc.

Valoración final

Yamaha ha dado en el clavo dotando a su modelo estrella de 125 con todo lo que necesitaba. El cambio estético le ha sentado realmente bien, el motor ha sido mejorado y ofrece más potencia, la horquilla es la base sobre la que se sustenta un conjunto realmente bien construido y detalles como el freno, la tija, las nuevas llantas, el display o las gomas que monta, han redondeado una supersport que, ahora sí, es capaz de plantar cara sin complejos a cualquier modelo del mercado.

Por 4.399 euros tendrás lo más parecido a una R6 que podrás conducir con carnet de coche o A1. Sin duda, la marca de los diapasones ha conseguido lo que dijimos en el título de esta prueba, que su nueva YZF-R125 sea de nuevo “el sueño de todo chaval”.

Lo mejor:

  • Horquilla delantera
  • Display
  • Consumo

Mejoraríamos:

  • Suspensión trasera
  • Indicador de marcha engranada
  • Maneta de freno regulable
  • Tacto del freno delantero

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