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TransFIORmers Moto2: la impresión 3D aplicada a la competición

Fotos: Renishaw
Sin lugar a dudas, la impresión 3D está siendo una de las mayores innovaciones tecnológicas del siglo XXI. Desde prótesis médicas a gafas, pasando por ropa, zapatos o juguetes hasta llegar a complejas piezas de la industria aeroespacial. Nada escapa a esta nueva revolución industrial y el motociclismo de competición no iba a quedar fuera.

Charles W.Hull fabricó la primera pieza con impresión 3D en 1983. Ahora, más de 30 años después, los expertos afirman que la impresión en 3D impulsará la próxima revolución industrial, transformando por completo el proceso de fabricación y construcción de prácticamente todo lo que nos rodea.

Hull trabajaba por aquel entonces en una empresa que utilizaba la luz ultravioleta para aplicar unas finas capas de resina sobre mesas y muebles. Fue entonces cuando se le ocurrió que poniendo múltiples capas, unas sobre otras, de un fotopolímero líquido que se convierte en sólido al contacto con la luz y aplicándoles luz ultravioleta para darles forma, podría construir un objeto en 3D. Este nuevo método de fabricación, que Hull denominó estereolitografía, ha derivado en lo que hoy en día se conoce como la fabricación aditiva o impresión 3D.

La técnica, que permite crear un objeto tridimensional sólido a partir de un modelo digital, se introdujo rápidamente en la industria del automóvil y la aeroespacial. Empresas como General Motors o Mercedes-Benz la utilizan ya de forma generalizada para la fabricación de sus prototipos, al igual que los cuatro gigantes japoneses de la industria motociclista.

Ahora esta tecnología llega para ayudar a los pequeños fabricantes de chasis y componentes para la competición, como es el caso del equipo francés de Moto2 TransFIORmers.

La fabricación aditiva de polvo metálico es un proceso complejo en el que se crea una masa fundida de material. La densidad, el tamaño de partícula, el acabado superficial y las propiedades mecánicas dependen de estrategias de optimización que gobiernan el espesor de las capas de polvo, el tamaño del haz de láser y la calidad de la pieza. El diseño y las colocaciones de la pieza de trabajo también son factores muy importantes. Sin complejas explicaciones, esta técnica logra ventajas notables en comparación a los procesos tradicionales de fabricación: la reducción del número de componentes de un conjunto, las reducciones de la masa, la creación de formas complejas internas.

TransFIORmers equipo con numerosas participaciones en el FIM CEV de Moto2 y wild cards en el Mundial de la categoría, se enorgullece del hecho de que ha conseguido en el desarrollo de un sistema de suspensión delantera que es radicalmente diferente en comparación con cualquiera otra pieza utilizado en este sector: un sistema de suspensión ‘impreso’ utilizando la tecnología de la impresión 3D metálica.

El equipo francés partió del concepto del tristemente desaparecido ingeniero francés Claude Fior, que desarrolló esta suspensión delantera rígida con un solo amortiguador y bieletas en el Mundial de 500 cc durante los años 80. Ahora Christian Boudinot, expiloto de la Fior, ha continuado con el trabajo de su maestro.

TransFIORmers recogió el testigo de Claude Fior y ahora trabaja de forma conjunta con la compañía i3D Concept, usuario de la nueva impresora metálica AM250, una máquina de fusión por láser de la empresa Renishaw, desarrolló y optimizó el diseño de sus componentes. Fabricados en titanio, son un ejemplo de la consolidación efectiva de piezas mediante la impresión 3D.

Las múltiples piezas de aluminio mecanizadas y soldadas, ahora se han consolidado en un solo componente. Esta optimización topológica proporciona un ahorro de masa de aproximadamente el 40%., además del consiguiente refuerzo en rigidez.

Desafortunadamente no podremos ver a la TransFIORmers en acción durante el GP de Francia en Le Mans debido a la lesión de Lucas Mahias, piloto con el que habitualmente realizan los wild cards mundialistas.

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