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¿Se puede viajar con prisa en una moto custom?

Fotos: SMN/Triumph
Sólo disponemos de una moto custom y nos surge una eventualidad exigiendo estar en un destino lejano con el tiempo justo. Hemos querido experimentar distintos trucos para posicionar el cuerpo con el objetivo de encontrar los recursos ideales que nos ayuden a afrontar una travesía tan inusual como factible, más cómodamente.

De todos es conocido el ritmo pausado con el que viaja el motorista custom para deleitarse con el entorno que le rodea, para sentir cómo le traspasan el ambiente, las fragancias y el cromatismo que le envuelve a una velocidad de “cuentapinos”. El paso lento y sibarita, con el que el motorista del “Lado Oscuro” disfruta de esa sincronía que todos vivimos con la moto, pero de una manera distinta, escuchando el pertardeo de sus escapes, en el que casi puede distinguir la explosión de cada pistonada, el chapoteo de la bomba de aceite o el sonido de “Tricotosa” con el que repican los taqués. Pero a veces, quién sabe, las circunstancias de la vida pueden llevarnos a tener que hacer un viaje fuera de esa filosofía que tiene uno de sus iconos en la película Easy Rider. Es posible, tal vez, que tengamos que hacer un viaje con prisas, una travesía express, y no nos quede en ese momento otro remedio que llevarlo adelante con nuestra moto custom. Y si no fuera así, en cualquier caso, hemos querido ir un poco más allá, hemos querido experimentar, aunque sólo sea para satisfacer la curiosidad o la fantasía de nuestros lectores, y hemos hecho un viaje de estas características con una moto custom.

Ficha de viaje:

  • La Moto: Una Triumph Thunderbird Nightstorm. Ofrece una posición en el punto medio del mundo custom, o la postura custom más común, la que se podría llamar “de libro”, si es que existe alguna así.
  • La Distancia: 800 km.
  • El Tiempo: Una única jornada.
  • El Recorrido: Madrid-Córdoba-Madrid por la autovía A-4. Sólo habría paradas para repostar, con un largo descanso en medio del recorrido antes de iniciar la vuelta, así pues, no podía ser más aburrido: además de repetirse a la vuelta, el viaje pasaría por una de las autovías más rectas de España.
  • La Temperatura: sobre 40º de día y unos 25º de noche.
  • El Ritmo: estaba claro que habría que ajustar la velocidad a unos 130 de marcador, que equivalen al límite permitido en el 95% del recorrido (siempre que demos una cifra, hablamos lógicamente de la del marcador).

Momento de relax en el Pto. de Despeñaperros

Tramo 1: posición Custom

Salí de Madrid colocado estrictamente en la posición que marca la moto, pasé cómodamente la subida que hay después de Aranjuez pero, al llegar a la dura rampa que desemboca en Ocaña, empecé a sentir una molesta tensión en los abductores, una sensación que ya apuntaba a la fatiga. ¡No puede ser! Sólo llevo 60 km recorridos ¡y ya empiezo a cansarme! Y es que, efectivamente, con esa postura custom, las garantías de ir cómodo, con los músculos relajados, expiran por encima de los 100 ó 110 km/h mantenidos. Tenía que empezar a inventar algo, para seguir avanzando sin empezar a sufrir. Y entonces apliqué el primer recurso…

Tramo 2: pies encastrados

Coloqué los pies con los empeines metidos por debajo de ambas palancas, la del freno y la del cambio. El alivio de los abductores fue inmediato, es más, las piernas enteras se relajaron para que volviera la comodidad, a esa velocidad de 120 en el marcador. Ahora bien, hay que señalar que esta posición entraña una merma en la conducción: los pies se sienten atrapados, perdemos sensibilidad y, sobre todo, más precisión de la que pueda parecer a la hora de pisar la estribera interior de una curva para ayudar al contra manillar y que la moto gire entrando en el viraje. En el caso de este viaje, es muy importante insistir otra vez en que todo el recorrido pasó por una de las autopistas más rectas de España.

Para recorrer largas distancias en una moto custom sin cansarte hay algunos trucos

Tramo 3: apoyando las punteras

Al cabo de unos 130-150 km de llevar los pies encastrados, sentía los tobillos algo forzados y un tanto entumecidos, lo mismo que los propios empeines de los pies, resintiéndose de la presión del metal sobre ellos. Descubrí entonces otro recurso:

Saqué los pies de esos encastres, que me recordaban a los antiguos rastrales en los pedales de las bicis, y los bajé, deslizando sus suelas por las estriberas hasta dejarlos apoyados sobre sus puntas. Una vez situados a esa altura, los desplacé hacia los extremos y cuando los alcancé, cerré las rodillas sobre el depósito, formando junto con los pies una especie de triángulo, o de trapecio para ser exactos. Con esta postura, encontré también una relajación para las piernas, aparte de hacer con ellas, en esa postura, un efecto de cuña contra el viento. Pero esta posición de los pies también tiene su inconveniente, que incluso ya habrá previsto el lector, y es que, en algunas inclinaciones con cierta pronunciación, me llevaría a rozar con los tacones. En esa situación, o giraba un poco el pie correspondiente para elevarlo o simplemente lo subía por la estribera. En cualquier caso, hay que insistir en el que el tramo de autovía es muy recto, además de que este parcial cayó en plena Mancha, y la verdad es que no recuerdo si tuve que elevar el pie en alguna ocasión.

Tramo 4: tronco inclinado

Pasados los 300 km del viaje, los hombros, los dorsales y también los brazos, particularmente los bíceps, comenzaban a acusar cansancio por la fuerza que debían de hacer para sujetar el tronco contra el viento, en una posición tan expuesta como es la custom a 120 por hora constantes. Ni que decir tiene que, si hubiera tenido el viento en contra, no me habría quedado otro remedio que buscar antes este nuevo recurso mucho antes.

Bien. Lo natural para aliviar ese esfuerzo es agachar el tronco, con la frente buscando la torreta del manillar. Pero con los pies colocados en la posición custom más ortodoxa resultaba forzado doblar el tronco, obligando el vientre. Pero cuando llevé los pies al modo 3, apoyándolos sobre sus punteras, me resultó de inmediato mucho más cómodo, y sentí cómo el pecho me quedaba al resguardo del viento, o incluso lo podía acostar sobre él, al tiempo que los brazos, y sobre todo los hombros, tomaban una posición mucho más aerodinámica, recibiendo también una considerable relajación.

Detalle de las estriberas de la Triumph Thunderbird Nightstorm

Tramo 5: posición aerodinámica

Así alcancé el largo descanso intermedio, y así, en esa última postura, recorrí también los primeros 100 km de vuelta, ya con la noche encima. De esa forma, agotando estos 4 recursos, pude liquidar algo más de la mitad del viaje. Sin embargo, mientras que de cintura para arriba iba bien acoplado para una larga, o larguísima tirada, las piernas no terminaban de encontrar la misma situación, tan sólo encontraban un alivio muy parcial a su cansancio pasando rotativamente de una a otra posición. Tuve que echar mano de un último recurso, bastante rudimentario y poco ortodoxo, tal vez, que ya se empleaba en otra época: cuando casi ninguna moto montaba carenado y sus prestaciones empezaban a tumbar la aguja del velocímetro cada vez más y más.

Con el tronco volcado hacia el depósito y los brazos replegados, llevé los pies a las estriberas del pasajero, para que todo el cuerpo pareciera encontrar una sincronía, acoplándose a la moto para mantener una velocidad mucho más alta que esa marcha de “cuentapinos”, acostumbrada a llevar por muchos de los motoristas custom.

La Thunderbird Nightstorm se controla con esta posición mucho mejor de lo que cabría pensar, incluso se deja apuntar muy bien para trazar las curvas largas y suaves de la autovía. Como contrapartida de esta peculiar posición, perdí, lógicamente, el apoyo inmediato (sólo el inmediato) del freno trasero, algo a valorar en cada caso. En éste, por un lado, el trazado que ya hemos mencionado, recto y previsible como pocos, y por otro la imponente frenada que equipa el tren delantero de la Triumph representaba toda una garantía de seguridad.

Un apunte final: la superficie de los espejos no es muy amplia en esta Triumph ni tampoco en la mayoría de las motos custom, por lo que en cada uno de estos movimientos, la cabeza desplaza tanto su posición que es necesario reajustarlos para poder ver bien lo que sucede por detrás.

Conclusión

Esperemos que el lector no se vea nunca en la situación, o en el apuro, de tener que hacer un viaje parecido, porque, en cualquier caso, representará una exigente experiencia, tanto a nivel físico como mental, para vencer la distancia, mantener la concentración y superar la monotonía; pero, si llegara ese caso, espero que el reportaje y los resultados de este experimento le ayuden a llegar a tiempo y a buen puerto ese día.

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