Los neumáticos de competición trabajan en un rango de temperatura concreto, que varía en función de la construcción del propio neumático. Por norma general diremos que están en torno a los 90-100 grados. Si están por debajo no ofrecen su rendimiento óptimo e incluso si están demasiado fríos, la caída puede ser inminente. Por encima no rinden tampoco bien y comienzan a deslizar por sobrecalentamiento, con la caída también rondando.
Afortunadamente, en la carretera las cosas son muy diferentes. Primero, porque no vamos a exigir al neumático todo su potencial por norma general y, segundo, porque los neumáticos de calle están diseñados para funcionar teniendo en cuenta las opciones que nos podemos encontrar circulando. Así pues, su rango de funcionamiento es tremendamente amplio y nos ofrecen seguridad desde que arrancamos hasta que aparcamos.
Pero esto no implica que el neumático no se deba calentar antes de empezar a exigirle. Es cierto que se calientan mucho más rápido, que su temperatura óptima de funcionamiento es mucho menor, pero también es cierto que un exceso de confianza nos puede traer algún susto o algún disgusto. Lo bueno de los neumáticos de calle es que no hay que esperar mucho para que estén en su punto de rendimiento óptimo, ni tampoco hay que hacer grandes cosas más allá de circular para conseguirlos “meterlos” en temperatura.
Mientras que un a un neumático de competición debe exigírsele rendimiento para que mantenga su temperatura, el neumático de calle con solo rodar tranquilo se mantiene óptimo incluso en largos trayectos de autopista. ¿Y cómo se calienta el neumático antes? Si quieres conseguir la mejor temperatura lo antes posible, algo que lógicamente depende de la meteorología e incluso del tipo de neumático que llevemos, olvídate de hacer “eses”. Esto, que lo habrás visto en las carreras, especialmente antaño, no sirve de nada en la calle. Eso se hacía más para limpiar los flancos más que para calentarlos, porque para que el neumático coja temperatura necesita que le demos mucho más trabajo.
¿Y cómo le damos ese trabajo? La manera más eficaz es acelerando y frenando para estresar el neumático, pero sin volverse locos eso sí. Al traccionar acelerando el neumático trasero se calienta y cuando frenamos, pasamos gran parte del peso a la rueda delantera que también trabaja. ¿Te has fijado que en las carreras frenan brutalmente llegando a parrilla? Pues uno de los objetivos es mantener la temperatura de la rueda, otros en el caso de MotoGP es también mantener la temperatura de los frenos, pero eso es otra cuestión.