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¿Sabías que hay suspensiones electrónicas semi-activas?

Öhlins, Sachs y WP son las referencias europeas de suspensiones
Fotos: Marcas
Las suspensiones electrónicas para moto existen desde que BMW introdujera esta opción en su R1200GS de 2004. Desde entonces han evolucionado rápidamente, al mismo tiempo que el resto de ayudas electrónicas a la conducción, pero cabe recordar que el funcionamiento no siempre ha sido el mismo: ahora son “inteligentes”.

BMW y Ducati fueron las pioneras en esto de la suspensión electrónica, primero equipándolas en modelos trail y luego ampliando rango al resto de modelos del catálogo. Fue la primera innovación importante de este siglo, previa al control de tracción o al módulo IMU. Ahora, los mejores fabricantes del mercado tienen modelos deportivos o turísticos con esta tecnología, un avance que incide en una mayor eficacia y seguridad. La firma alemana es un buen ejemplo evolutivo, con tres generaciones: ESA, ESA II y Dynamic ESA, al igual que la firma boloñesa, con sus DES, DSS y DSS EVO.

Con ellas ya podemos olvidarnos las herramientas: todo lo hacen solas. Las primeras generaciones de estos sistemas, simplemente, endurecían o aflojaban los hidráulicos para una mayor dureza o suavidad en las reacciones de la horquilla o el amortiguador, independientemente del tipo de conducción, manteniendo un comportamiento homogéneo y neutro. Ahora, además de mantener el tarado elegido (normalmente estas motos incluyen unos 3-4 reglajes o modos de funcionamiento), la suspensión se adapta en milésimas de segundo a «nuevas necesidades» en forma de cambio de ritmo, superficie de rodada o peso: para que todo vaya perfecto.

Sensores y acelerómetros de la suspensión Ducati DSS de la Multistrada 1200 S

¿Cómo funciona?

Normalmente estos sistemas emplean una horquilla presurizada de baja fricción y un monoamortiguador, sensores y un software que recibe datos de la plataforma IMU. Con este sistema “inteligente”, la suspensión “interpreta” en tiempo real las condiciones del terreno variando el tarado de la suspensión, independientemente del modo de conducción en el que nos encontremos en ese momento. En este sentido, la moto se mantiene siempre equilibrada, sin desfases en aceleración o frenada, sin incómodas transferencias de pesos que desestabilizan el conjunto y evitando los topes de recorrido.

Un acelerómetro en la tija, otro en la parte trasera y otro en la unidad de control proporciona datos sobre las masas suspendidas. Otro acelerómetro en el pie de horquilla proporciona información sobre las masas no suspendidas. Detrás, otro sensor mide el recorrido de la suspensión. El sistema procesa así esta información a través de un algoritmo de control semi-activo que, basándose en un punto fijo imaginario situado justo encima de la moto, realiza cambios en milisegundos para ajustar los hidráulicos y minimizar los movimientos. Eso sí, para variar la precarga siempre se ha requerido estar con el motor arrancado en parado.

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