Nuestra protagonista de hoy es la última heredera de un apellido insigne en el Reino Unido, con más de 40.000 unidades fabricadas en las últimas dos décadas. La Tiger moderna (de 1937 a 1974 fue un modelo de carretera) debutó en 1993 para encabezar el segmento trail en la nueva etapa de la histórica firma inglesa, encabezada por John Bloor. Aquella tricilíndrica de 885 cc recibió su primer restilyng en 1999 adoptando inyección electrónica, siendo renovada por completo en 2001 y 2007. La Triumph Tiger Sport 1050 de nuestra prueba se lanzó al mercado hace un año y es la última versión de esta tercera generación. Un concepto trail asfáltico deportivo realmente accesible, no sólo por precio, sino también en términos de conducción.
Las dos versiones 800 y las dos 1200 (estándar y XC) que la acompañan en la gama trail también lucen denominación Tiger, completando una familia que actualmente alcanza las cinco integrantes. Modelos como la Ducati Multistrada 1200, la Aprilia Caponord 1200 o la Kawasaki Versys 1000 son rivales directas ya que, dentro del universo trail, debemos centrar el punto de mira en las que equipan llanta delantera de aleación de 17 pulgadas.
Los cambios respecto a la anterior Tiger 1050 son numerosos y pasan por la ganancia de 10 CV (ahora 125 CV) y 6 Nm en el tricilíndrico de 1.050 cc, un sistema de admisión y escape nuevos, caja de cambio optimizada, desarrollo acortado, inyección revisada, manillar y asiento más bajos, pantalla con mayor protección, subchasis más resistente, geometrías diferentes, mejores suspensiones, llantas de aluminio fundido, basculante monobrazo y neumáticos Pirelli Angel GT.
Equilibrio deportivo
Una de las cualidades más agradables de la Tiger Sport es su “predisposición” a ser conducida, es decir, su buena ergonomía, confortable postura de conducción y buena protección aerodinámica. Esta es una de esas motos que te invita a hacer kilómetros sin pedir nada a cambio, algo de agradecer para muchos ruteros. Además, los 20 l. de depósito y un correcto ajuste de la inyección para contener el consumo garantiza una buena autonomía.
Curiosamente, por otra parte admite algo de mano dura permitiendo una conducción más rápida, fluida y directa para aquellos que les apetezca “algo de diversión”. Las suspensiones funcionan de lujo en tramos revirados, combinadas perfectamente con el chasis de aluminio, llegando a creer que vas en una moto naked. Las pinzas Nissin radiales son otro de sus puntos fuertes: tacto y potencia ideales.
El motor tricilíndrico ya es seña de identidad de Triumph desde hace 25 años, un compromiso ideal para el usuario de calle ya que maximiza la eficacia en la conducción gracias a su excelente par motor, no exento de un buen rango de uso. A pesar del cambio revisado, me encontré con el mismo tacto duro del motor de la Speed Triple al accionar la palanca: nada grave, pero algo incómodo.
Valoración final
La Triumph Tiger Sport es una desconocida para el grueso de los aficionados, algo eclipsada por la más versátil Tiger Explorer, pero no por ello deja de ser interesante. El concepto de “moto todo uso” se hace muy notorio en la Sport, pudiendo adaptarse sin exigencias a cualquier cliente independientemente de su conducción, la opción más económica si eres de los que “pasa” de escarceos por pistas de tierra.
Por algo más de 12.000 euros con ABS de serie tienes una moto muy completa, que cumple bien en todas las áreas y que no necesita de los “gadgets” electrónicos de los que hacen gala otras motos del mercado para hacerla más segura. Una moto exclusiva, noble y equilibrada que puede conquistar a todos aquellos que se atrevan a conocerla.
Lo mejor:
- Posición de conducción
- Estabilidad/parte ciclo
- Par motor
- Precio (12.395 €)
Mejoraríamos:
- No tiene indicador de marcha engranada
- Accionamiento de cambio duro