Prueba MITT 775R: introducción y posicionamiento
Cualquiera podría pensar que tiempos pasados fueron mejores, pero es increíble cómo la vida, todavía hoy en día, guarda gratas sorpresas para los aficionados a las motos. Mientras algunas novedades saltan a los titulares por prestaciones alucinantes y mejoras apabullantes en su electrónica, otras llegan con el trabajo bien hecho y el objetivo de captar nuestra atención como antaño: con una buena dosis de diseño, la parte ciclo adecuada para destacar y un precio razonable. Algo que ya no es tan común y que encontramos en la nueva MITT 775R.
Hay motos que sorprenden… y luego está la MITT 775R. Debo admitir que mi enfoque para esta prueba era el de una deportiva “asequible”, de esas que apuntan alto pero se quedan a medias. Spoiler: me equivoqué. Los prejuicios son dañinos incluso para aquellos que tratamos con novedades constantemente, pero entendedme: era otra moto china. Spoiler: me equivoqué.

El argumento de la accesibilidad está ahí, pero os desvelaré su precio al final. Así consigo mantener la intriga y justificar mis argumentaciones sin esa cuenta en vuestra cabeza. Sin embargo, centrar esta prueba en ese dato sería completamente erróneo por mi parte, dado que esta deportiva china es mucho más que eso.
Es una declaración de intenciones estéticamente y, seguramente por un abaratamiento de costes de producción, han creado una máquina con sensaciones de antaño. Si estás harto de tanto mapa de potencia y tanto asistente electrónico, que parece pilotar por ti, esta MITT te va a gustar.
Prueba MITT 775R: Del país de la pasta y el buen gusto

Es posible que te recuerde a más de una deportiva visualmente y es que tras su estética se encuentra el estudio de Marabese Design, que ha trabajado con Aprilia o Moto Guzzi. Con una esencia claramente italiana, la MITT 775R capta todas las miradas a su paso y estará disponible en tres acabados distintos (verde, rojo y amarillo). Sin duda, yo me quedaría con una unidad como la probada, con el tono verde inglés en combinación con los detalles dorados.
Su imagen es claramente agresiva, con un carenado afilado y una pequeña pantalla que protege también la iluminación Full LED. Como detalle curioso y significativo, vemos el logo de la marca retroiluminado en los laterales del depósito, un guiño a la sofisticación europea pero también a la pomposidad de luces que tanto gusta en el país asiático.

Además, hay detalles terminados con una imitación a carbono, pero todo en su diseño pretende abocarnos deportividad y elegancia, como si de un Aston Martin de las motos se tratase. Algo que se confirma con la elección de un basculante monobrazo de aluminio como toque definitivo para mostrar poderío y encajar con el público europeo, al que también le gustan los colines afilados y aerodinámicos como el de esta MITT 775R.
Prueba MITT 775R: de Madrid a Asia
Puede que algunos todavía no conozcáis al grupo Jets Marivent, pero no hay problema porque nosotros os lo explicamos de forma sencilla. Esta empresa de Madrid, fundada en 1988, se ha especializado en el desarrollo de motocicletas que se fabrican en China, de ahí que sus motores tengan el ADN del país asiático, y sus pros y contras.
El corazón es un bicilíndrico en línea de 730 cc, con 4 válvulas por cilindro y doble árbol de levas en cabeza (DOHC). Bosch es el encargado de la alimentación y del encendido por ECU, además de tener refrigeración líquida. Sus datos oficiales son: 85 CV a 8.500 rpm y 72 Nm a 6.900 rpm.
Digo oficiales porque, como es habitual en los motores asiáticos, al insistir en el gas dan la sensación de tener algo más, pero lo homologado es lo que cuenta. Al final tendréis las impresiones de conducción más detalladas, pero adelantaros que 80 CV son más que suficientes para el enfoque de esta deportiva.
Prueba MITT 775R: Espíritu suizo

El corazón de la MITT 775R es chino y tampoco quieren esconderlo, pero buena parte de la moto también está desarrollada con la colaboración de Suter Racing Technology. El estudio consiguió los campeonatos de Moto2 de 2010 a 2012, así que fue la encargada de encumbrar a un jovencísimo Marc Márquez. De ahí que tengamos una deportiva con cara y ojos desde sus huesos, con un chasis de doble viga de aleación de aluminio que es pura rigidez y precisión. El subchasis también es de aluminio.
Y el toque del viejo continente no termina ahí, dado que su parte ciclo es donde destaca más el enfoque europeo de esta deportiva. KYB, que no es una marca europea sino japonesa, se encarga de las suspensiones, regulable en precarga y extensión. El amortiguador trasero también es ajustable. Es aquí donde MITT demuestra que no solo es una moto bonita, la han equipado como una moto de gama alta.

Los frenos también están a la altura e incluso más. En la rueda delantera nos encontramos un doble disco de 320 mm con pinzas radiales Brembo y detrás, disco de 240 mm con pinza Brembo. Los números hablan por sí solos y efectivamente, llega a ser hasta demasiada eficacia para la velocidad y el empuje de su motor. Por cierto, el sistema ABS Dual Bosch es casi la única electrónica que encontrarás en esta moto.
Y esa es la gracia, sin lugar a dudas. Sin comerlo ni beberlo nos encontramos ante una moto nueva, con motor chino y desarrollo europeo, que es una auténtica purista. ¿Cómo puede ser eso? Probablemente por un ajuste en el excel acerca de los gastos, y el coste de producción de una moto con electrónica, que nos ha dejado como resultado una R con lo justo y necesario.
Tiene el ABS y el embrague antirrebote, dos ayudas clave para todo aquel que quiera iniciarse en las motos con el A2 y para los experimentados también. Que no se bloquee la rueda trasera es un gusto, que además te permite buscar ciertos límites con cuidado, dado que no tienes ni modos de conducción, ni control de tracción, ni antiwheelie, ni ABS en curva. Es decir, una moto como las de antes.
Eso sí, con sistema keyless 4.0 y un TFT de 5 pulgadas con 3 menús que se accionan a través de la piña izquierda fácilmente y un montón de palabras, números y letras a las que tienes que acostumbrarte para poder leer algo en marcha. Ah, y puedes conectar tu smartphone gracias al sistema MirrorLink y dejarlo cargando gracias al puerto USB a la izquierda.
Prueba MITT 775R: ¿Qué tal va la MITT 775R?

La lista de los deseos parecía cumplirse en esta prueba, que ha resultado ser de las más sorprendentes últimamente. Tener las expectativas ajustadas también ayuda, pero no todo es de color de rosa en la MITT 775R, aunque sí verde como un semáforo dándote paso a su adquisición si buscas una deportiva, con sensaciones de deportiva, para tus primeros pasos (y medios) en esto de las rutas a dos ruedas.
Unos neumáticos, por cierto, que se calzan en llanta de 17 pulgadas, con medidas 120/70 delante y 160/60 detrás. La moto de pruebas montaba Michelin Power 5 2CT, que ofrecen buen agarre desde el principio e incluso te permiten cierto desgaste y temperatura si vas animándote a lo largo de la jornada.
Como piloto del A2, o experto motero que busca algo más razonable que una mil sin más, la altura de esta MITT 775R te ayudará a sentirte seguro y con el control. El asiento se sitúa a 790 mm respecto al suelo, que con mi 1,60 m de altura ha resultado ser justito para llegar con las dos puntas de los pies.

No parecía ser alta, pero si este detalle te preocupa es mejor probarla en el concesionario, dado que su arco es bastante recto y puede engañar. Además, con un peso de 205 kilogramos, no es una moto ligera para mover en parado. Sin embargo, al enlazar las primeras curvas ese peso y esa altura dejan de ser un problema.
Los primeros kilómetros con la MITT 775R son de adaptación y progresión, especialmente por su ergonomía. Es una posición de ataque, con los estribos atrás y una altura de los semimanillares baja pero a la altura de la tija, sin llegar a ser como las R de principios de los 2000. Sin embargo, el reparto de pesos te sorprenderá al principio, así como la distancia entre ejes de 1,47 metros, que es larga pero no compromete el nervio de la moto al enfocarte en la rueda delantera.
El motor se siente tosco en bajas vueltas, así que no la sentirás del todo cómoda a bajas velocidades o si vas con una marcha larga. En ese sentido, es una moto exigente con la atención del piloto, pero no lo veo como un detalle negativo, sino más bien al contrario: una buena R motoescuela. Además, la vibración notable en los espejos retrovisores y las muñecas me recuerda a mi primera italiana, y eso que no era bicilíndrica en línea como esta MITT.

Tras unos kilómetros sobre el lomo, la relación ya va viento en popa y la confianza es plena. El porqué es sencillo: su parte ciclo. La suspensión, que es regulable, es dura de serie (o al menos en el modelo probado), por lo que difícilmente veremos comprometida la estabilidad en una curva rápida, su mejor hábitat, o la agilidad en los tramos más complicados.
El control del eje delantero es total, también por la excelente precisión de un sistema de frenos Brembo de moto de mayor cilindrada. El único pero sería el tacto del freno trasero, que particularmente prefiero más agresivo y con mayor mordiente para timonear en caso de equivocación o ir fuerte en una curva.
Todo el apartado técnico de esta MITT 775R está por encima de lo esperado y de su segmento, pero el motor se encuentra en la media. Son 80 a 85 CV bien ajustados en la parte media-alta del cuentavueltas, pero hasta las 4.000 rpm está “de tapadillo”. Por ese motivo, y de nuevo, no es una moto para alguien que quiera darse paseos sin más y sin pensar, es una moto exigente con el cambio de marchas y que tiene la chicha al estrujar el puño derecho. Un acelerador, por cierto, que tiene cierto juego al inicio que se siente poco directo, pero que desaparece en cuanto le das un poco más de rosca.
