Más que una montura retro es toda una máquina del tiempo que nos lleva a esos tiempos donde la motocicleta emergía entre los jóvenes, creando nuevas razas callejeras o trasladándonos al tiempo de rockers, marcados por su vestimenta de vaqueros tejanos y chupas de cuero, que acudían a concentrarse en el Ace café o sentirte como todo un Marlon Brando en Salvaje, aunque hablamos de toda una italiana.
La V7 racer es un giño perfecto a esos tiempos y una obra de arte, que nos remonta a su primera aparición en 1967, donde al igual que ahora creo todo un hito en la época, sobre todo por su revolucionario motor, ahora con detalles que hacen que las miradas a su paso queden atrapadas irremediablemente por sus cromados y ese rojo perfectamente combinado, así como su estilo racer que te hacen dudar de si estás ante una clásica o una moderno montura retro.
Sin historias
Con el motor frío nos costó un poco arrancarla, aunque una vez suenan las troneras de su doble escape la moto nos deleita con unos acordes agradables, nada estridentes. Metemos primera y nos dirigimos rumbo a la diversión. Aunque nos parezca toda una joya de museo, delicada y con ciertas limitaciones, os diremos que para lo primero está bien equivocarse y para los segundo tiene sus argumentos bien marcados. Como no hay nada mejor que quedar con buena compañía motera, esta prueba la realicé en compañía de dos compañeros de ruta con sus dos buenas ruteras, como la SMT 990 y otra joya de esas que parecen eternas, una divertida Suzuki SV 650 S. Nos dirigimos a emprender una rutita de montaña, de esas de curvas reviradas ángulos cerrados, con subida y bajadas pronunciadas.
A pesar de sus 48,8 CV de su motor V2 de 744 cc engaña, aunque bien es cierto que esto pone un límite a ciertos aspectos, como aceleración donde echamos en falta algo más de empuje, en lo relativo a comportamiento al llegar a zona de curvas reviradas, se muestra ágil y complicada de seguir su rueda – salvo que las limitaciones del asfalto o pronunciadas subidas saquen a relucir sus límites de potencia -, tal es así que me tocó ir esperando a más de uno. Pero si por algo destaca, es por lo fácil y sencillo que es adaptarse a ella y saber exprimirle el jugo.
Si algo me ha quedado claro es que esta belleza está concebida para disfrutarla en cualquier ruta
Los frenos delanteros se quedan algo cortos, aunque vengan firmados por la prestigiosa Brembo, no creo que su arrebatador espíritu clásico quede penalizada por incluir un disco de freno más, aunque perdamos un poco de vista el sensacional buje en color rojo. En cuanto a suspensiones la delantera es firme y salvo que le busquemos las cosquillas no notaremos ningún mal gesto. Respecto a la trasera viene con un doble amortiguador de gas firmado por Bitubo, de regulación realmente sencilla y de calidad impecable para adaptar la montura a nuestros gustos.
Los neumáticos de serie Pirelli Sport Demon se comportan perfectos con el conjunto y atesoran un alto grado de confianza. El chasis tubular de doble cuna en acero, protagonizado por un color rojo metálico, le confieren un toque perfecto, el mismo viene montado en dos elementos, desmontables, una cuna perfecta para las contenidas dimensiones del motor.
Detalles a mansalva
Junto a la instrumentación disponemos de nuestra plaquita donde viene reflejado cual es el número de nuestra privilegiada unidad, un puntito más de exclusividad. Por supuesto la instrumentación respeta principalmente los indicadores analógicos – aunque se echa en falta la franja roja de revoluciones o al menos un indicador luminoso – y dispone de dos pantallitas digitales donde podemos ver incluso la temperatura ambiente. Toda la instrumentación se encuentra protegida por un reflector de plástico donde destaca nuestro 7, en relación al modelo.
Sus espejos están situados en ambas piñas y se encuentran un tanto adelantados, la piña izquierda, a pesar de disponer de inyección electrónica Weber-Marelli, dispone de la típica palanca de estárter, para su arranque en frío. Si vamos echando la mirada hacia atrás encontramos otra de las lindezas italianas, que destaca especialmente sobre su cromado depósito, una tira de cuero recorre longitudinalmente el depósito, una genialidad. El asiento es aterciopelado, cómodo y completado por el colín deportivo – donde vuelve a destacar el 7 – para dotarla de otro de los aspectos que la convierten en toda una café racer. Ahora si accedemos al asiento encontraremos un detallito más, una funda de lluvia para salvaguardar las propiedades de nuestro asiento. Podemos quitar el colín para utilizar la totalidad del asiento, pero ojo que no lleva estriberas para el acompañante.
Al museo
Su maniobrabilidad y uso te ponen las cosas fáciles, el uso del cardan supone una preocupación menos, si eres de los que no les gusta meterse en harinas, con engrases y tensiones de otras monturas de transmisión por cadena. Lo que tienes garantizado con esta son las miradas de muchos, ya que llama la atención por sus acabados y combinación de colores, en combinación con ese aire clásico, que te hacen dudar de que la moto tenga ciertos años.
Sin duda Moto Guzzi ha sabido tallar de manera excelente esta joya, que no deja indiferente, digna de ocupar un hueco en un museo, pero perfecta para disfrutar de la carretera con una conducción sosegada y permitiéndote disfrutar de los paisajes a los que la destines. Su precio de 10.147 euros quizás sea algo elevado, pero la exclusividad tiene un precio.
Resumen
Lo mejor
- Estilo y diseño
- Facilidad de uso
- Cardan
- Comportamiento
Mejoraríamos
- Potencia
- Freno delantero
- Disposición de espejos
- Estriberas acompañante (como opcional)