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Prueba gama Brixton, Lambretta y KSR 2018: clásicas modernas

Fotos: Juan Sanz/JMªA
Llegadas a nuestro país recientemente, tuvimos la oportunidad de tener una primera toma de contacto con unidades de las Brixton, Lambretta y KSR. Llama la atención su nivel de detalle o equipamiento y los acabados pese a sus competitivos precios.

En la reciente presentación del Grupo KSR en España, además de conocer su historia y planes de futuro tuvimos la oportunidad de ver, tocar y probar sus motos. Recordemos que las KSR y Brixton las fabrica la líder china Qianjiang, mientras que las nuevas Lambretta tienen su origen el la taiwanesa SYM, que las produce exclusivamente para el Grupo KSR con la recientemente comprada mítica marca italiana. Teníamos a nuestra disposición prácticamente todos los modelos del catálogo de las tres marcas, y tuvimos tiempo de poder probarlos prácticamente todos mientras recorrimos las carreteras de los alrededores del popular Puerto de la Cruz Verde al noroeste de Madrid.

Prueba Lambretta/KSR/Brixton

Brixton BX 125

Dotada de un motor con adn Suzuki, lo que lama la atención de las Brixton es su estilo muy “brit”. Las diferentes versiones abordan otras tantas posibilidades dentro del mundo (tan de moda ahora) vintage: desde café racer a scrambler pasando por una urbana clásica sin más. Pero si combinamos esas posibilidades, con las que hay a otros niveles, tenemos una personalización tremenda: tres tipos de asiento, tres de escapes o manillares, media docena de depósitos, tres de neumáticos… Los modelos BX 125, BX 125R y BX 125X son sólo una muestra de estas posibilidades, pues Brixton saca ediciones limitadas con otro aire, como la espectacular Haycroft carenada con semimanillares y chasis pintado azul claro.

La mecánica es común: ese motor refrigerado por aire y cambio manual, ruedas de 18 pulgadas con neumáticos 110/90 y 120/80 y frenos de disco en ambas ruedas con (eficaz) sistema combinado. Nos llamó la atención que el motor era suave (y algunas unidades apenas estaban rodadas), nada que ver con las vibraciones a partir de medio régimen de algunas motos orientales… El cambio también mostraba el cuidado en su diseño o fabricación, al ser preciso. Era por ejemplo fácil encontrar punto muerto al pararse, algo muy irritante en caso contrario.

Acostumbrados como estamos a motos de (mucha) mayor cilindrada, probar las 125 siempre exige cierta reprogramación. Pero se agradece mucho cuando el conjunto motor-embrague-cambio funciona en sintonía y los puedes usar tomándotelo con calma y sin nervios o prisas. Así es en estas Brixton, como debe ser además, y su bastidor, posición, o frenos acompañan. Realmente son motos que recomendarías a ese vecino, aún sin carné de moto, que te mira con envidia y te pregunta cuando llegas a casa sobre alguna “retro” actual de pruebas.

Prueba Lambretta/KSR/Brixton

Lambretta V-Special 125 y 200

Una marca como Lambretta merece atención especial, incluso diría que cariño, y si lo que tuvimos hace unos pocos años fue un espejismo (scooter importados en afortunadamente escaso número) en esta ocasión ya a simple vista se ve que no tienen nada que ver. De aquellos modelos sencillos, con acabados justitos y mecánica poco solvente, hemos pasado a unos scooter que merecen el calificativo de “premium”. Ése es el objetivo de la marca y lo deja claro con los precios: 3.399 euros para la 125, 3.999 para la “200” (cuyo motor es de 169 cc). Con las Vespa claramente en el punto de mira y aspirando a ganar posiciones en ese segmento.

De entrada como decía ya a simple vista se aprecian acabados y diseño de buen nivel. Al tocarla, lo confirmas: buenos mandos, superficies metálicas y plástico (o fibra de carbono)… El chasis está realizado en parte con chapas metálicas y algunas de ellas asoman y forman parte del carenado, por ejemplo el escudo entero. Otras sirven se base a placas de plástico, una solución inteligente porque se aplica a las zonas más expuestas (como las dos largas tapas laterales). Además de aligerar, y facilitar tener diferentes acabados (colores), en caso de caída la reparación será más fácil y barata.

Prueba Lambretta/KSR/Brixton

Pero la moto está llena de buenos detallitos y remates: el logo en el faro (LED como indicadores y lo demás), el perfil metálico en diferentes puntos, las costuras del asiento… Hay dos versiones incluso para la parte frontal: guardabarros fijo o solidario con la dirección, como las Lambretta “de siempre” que prefiramos. Al levantar el asiento tenemos un hueco de buenas dimensiones para un casco integral (más profundo que amplio), cuyo fondo se puede retirar para tener un fácil acceso al motor (sí, como las Vespa). Incluso el tapón de gasolina, escondido bajo el asiento, está diseñado y rematado con cariño.

En marcha el motor es suave y lineal: se deriva de los más nuevos SYM, con inyección electrónica, refrigerado por aire y Euro 4, y no es ninguna sorpresa. La 200 se nota con el puño más lleno, incluso suena más gorda y es más ágil, pero la 125 ya se mueve muy bien. Acelera enseguida hasta unos 80 km/h y estira a partir de ahí. Pero sobre todo se nota “finura” de marcha, y buena estabilidad también. Ayudan las ruedas de 12 pulgadas con neumáticos 110/70 delante y 120/70 detrás, concretamente excelentes Pirelli de calidad (qué diferencia hacen unos buenos neumáticos). La frenada combinada, perfecta en eficacia.

Prueba Lambretta/KSR/Brixton

También KSR

Además de los modelos neoclásicos también pudimos probar durante la misma jornada los modelos de la marca propia del Grupo: KSR. En este caso se trata de modelos menos “personales”, salvo en el caso de la GRS cuyo aire a ciertos modelos centroeuropeos (de color naranja para más señas) no es casual ya que los diseño la misma mano: Gerald Kiska. Pero como en el caso de las Brixton nos quedó claro que la mano de Qianjiang está detrás: en acabados y detalles mecánicos están por encima de la media de otras “motos chinas”. Después de probarlas y comprobar que sus motores arrancan a la primera, que el cambio es igual de suave y preciso o que frenos y suspensiones funcionan como se supone, nos pasa como con sus hermanas de diseño retro: no tendríamos reparos en recomendarlas a alguien cercano sin carné como solución a su movilidad, con el toque motero que tiene una moto de marchas.

Prueba Lambretta/KSR/Brixton

Hablando de movilidad también pudimos probar el scooter eléctrico Vionis, que ya empieza a ser popular por su precio: 1.999 euros. Aquí, en cambio, la recomendación no es incondicional, a tenor de cómo iba la unidad probada. Pese a que KSR usa el “kit” de Bosch que comprende todo lo necesario menos la batería (acelerador, centralita de control y motor) “algo” en la programación final o en algún ajuste fallaba. El tacto de gas era brusco, incluso en modo “Eco” (potencia más limitada), cuando un eléctrico debe ser exquisito de progresivo. Además el tacto del freno regenerativo (trasero) parecía extraño (recupera poco) y el indicador de autonomía del cuadro era muy poco preciso. Aquí queda trabajo por afinar, pero visto lo bien que va el resto del catálogo seguro que lo logran.

Prueba Lambretta/KSR/Brixton

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