“La Yamaha Scrambler es una moto gamberra. Rápida, ruidosa y extremadamente divertida de conducir. La compañera perfecta para salir zumabando de la ciudad y volar por los caminos. Es una moto agresiva tanto en apariencia como en rendimiento.”
Así define Max Droog, alma mater de Droog Moto Custom, esta creación tan particular que parte de la base de una Yamaha MT-09 (FZ-09 para el mercado americano) a la que se le eliminó todo lo innecesario incluyendo el subchasis, el cual se creó de nuevo para dejar una parte trasera más minimalista y poder albergar allí todo el sistema eléctrico y batería, mucho más a salvo del barro y del agua.
El tanque es el original, pero desprovisto de la pintura y sustituida esta por otra transparente con el fin de poder dejar a la vista un acabado mucho más gastado. Una placa metálica al estilo flat track preside el frontal y en ella se han incrustado cuatro luces LED. Detrás, el manillar es nuevo al igual que los puños, lo que ha obligado a reposicionar el cuadro de mandos.
Las ruedas originales se desmontaron e incorporaron unas planchas de aluminio para darles un aspecto lenticular, algo que empieza a ser bastante común últimamente en preparaciones similares. Los neumáticos son unos Continental TKC80 de tacos.
Las suspensiones se han elevado aproximadamente dos pulgadas (unos 5 cm), con el fin de ganar algo de distancia al suelo y por lo tanto contar con mayor recorrido. El escape al completo se ha rediseñado, con un silencioso en carbono M4. Tanto la protección del radiador como otras repartidas por el motor se han fabricado a mano.
Podéis ver esta y otras transformaciones en la propia página de Droog Moto Custom. Y sí, son todas salidas de un futuro no demasiado esperanzador, plagado de desiertos, escasez de gasolina y zombies, muchos zombies…