Con 22 años Winnie se forjó un nombre en los anales del motociclismo australiano. En la sociedad de posguerra, inmersa en un mundo de hombres, muchos mostraron su desdén hacia una joven que intentaba unirse al club. Sin embargo, Winnie ideó un plan rompedor para su época: emprender una serie de aventuras épicas al manillar de una Royal Enfield Bullet 350.
El primer desafío pasó por embarcarse en un viaje pionero y ambicioso de tres semanas costa-costa a través del peligroso corazón de Australia, desde su hogar en Perth hasta Sídney, y vuelta. El 26 de diciembre de 1950 arrancó el periplo. Montaña, tierra, lluvia, accidentes… nada podía con Winnie. El desafío más peligroso fue atravesar la llanura de Nullarbor, un traicionero tramo de 1.000 millas de desierto donde se superan los 40° C. El 16 de enero de 1951 Winnie estaba de vuelta en su casa de Perth, completando el increíble viaje de 5.504 millas en sólo 15 días, con una media de 366 millas al día.
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Su segunda aventura consistió en rodear todo el continente australiano acompañada por su padre en otra Royal Enfield Bullet: el 23 de septiembre de 1952 la pareja abandonó Perth. Arenas movedizas de Pardoo, tormentas de polvo y condiciones severas les acompañaron durante la primera parte del viaje. Regresaron a casa el 26 de noviembre, recorriendo casi 10.000 millas en 65 días.
La vida de Winnie, tras dos épicas aventuras australianas, continuó marcada por un impulso constante para sobrepasar sus límites y abrazar lo desconocido. Winnie participó en carreras de motos y obtuvo una licencia de piloto comercial. Falleció el 1 de febrero de 2020 a los 92 años. Una mujer innovadora, valiente y profundamente inspiradora.
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