Los sistemas de frenado automático de los automóviles ya llevan muchos años operando entre nosotros. Los hay más sofisticado y menos, que sólo detectan vehículos o también peatones, que funcionan hasta 30 km/h o a más velocidad, con sensores láser, microondas o de visión artificial. Y cumplen su función, que en la mayoría de los casos es evitar ese típico golpe que se produce en ciudad por ir despistado con el móvil o por no dejar la suficiente distancia de seguridad.
En las motos sin embargo no se ha visto hasta ahora nada similar. Y es cierto que aunque en menor medida, también se sufren accidentes de ese tipo. Golpes en muchos casos tontos, sin daños personales pero sí materiales pues además del golpe contra el otro vehículo, normalmente la moto acaba cayendo al suelo.
Por ello hemos sabido que Honda ya lleva tiempo desarrollando un sistema de frenado automático para motos que, bien pensado, presenta muchos más problemas de los que encontramos en un automóvil, donde todo es en este caso más sencillo.
Para empezar, todos los sistemas monitorizan lo que tenemos delante y antes de aplicar frenos, avisan al conductor que existe posibilidades de una colisión inminente. Estos avisos son tanto visuales como sonoros y, dentro de un coche, es bastante sencillo percibirlos. Sin embargo en una moto, el casco impide ver en muchos casos el cuadro de instrumentos y los avisos sonoros tampoco serían percibidos debido precisamente a la pérdida de capacidad auditiva que se sufre al ir en moto, de nuevo por el casco.
Una solución (que se nos ocurre a nosotros) es integrar un sistema de vibración en el manillar que nos permitiría ser conscientes de inmediato que podemos sufrir una colisión por alcance.
Este preaviso nos sirve además para que una vez que el sistema interviene y aplica frenos, que no nos asuste pues si en un coche, que este frene sólo sin que estés preparado para ello ya asusta, no nos queremos imaginar en una moto.
Además en un coche no hay problemas si se aplican los frenos a fondo. En una moto, el sistema debe repartir correctamente la frenada entre el tren delantero y el trasero para conseguir realizar la frenada más eficaz posible. Estos sistemas evitan o minimizan una colisión, pero siempre en última instancia porque si no serían intrusivos. Es por ello que son el último recurso y ponen a prueba la capacidad del vehículo.
¿Y qué pasa si se está con la moto inclinada en una curva? Pues este caso en concreto que, en coches, tampoco es un problema a priori a no ser que se circule a alta velocidad. es peliagudo en las motos, pero* los ingenieros de Honda lo han tenido en cuenta* y por ello han creado todo un sistema de cálculo de la potencia de frenado necesario (tanto delante como detrás) para mantener el control y la tendencia a enderezarse la moto.
Llegados a este punto algunos pueden pensar que todo esto desvirtúa el hecho de conducir una moto. Pero nada más lejos de la realidad. Pongamos en funcionamiento este sistema con el que vimos el otro día de Honda, el Riding Assist. No son muchos a los que le encante circular por la caótica ciudad más allá de lo imprescindible, ¿no?
Pues ahora es cuestión de coger esa moto que es capaz de mantenerse sola y se le implementa un sistema de frenado automático. Incluso como en algunos coches, que sea capaz de seguir al vehículo que circula delante (para aquellos casos que no podamos filtrarnos entre ellos). Minimizaría los riesgos a un accidente en una parte del recorrido aburrido pero no evita que se siga disfrutando de la moto.
Es más, muchos vehículos llevan varios de estos sistemas y siguen siendo divertidos en carretera pero a la vez, mucho más seguros para el usuario y el bolsillo. Errare humanum est, por lo que está bien que tengamos nuestro Ángel de la Guarda electrónico.