Normalmente, una moto como la Flex Fuel Pulsar NS160 no nos llamaría la atención. Al fin y al cabo se trata de un modelo que en nuestro mercado, al que por cierto están comenzando a entrar, no tiene mucho sentido por la cilindrada. Debido a las legislaciones vigentes o bien se suele optar por 125 con al A1/B o ya se pasa a motos con algo más de cilindrada y potencia una vez se obtiene el A2.
Pero esta Flex Fuel Pulsar NS160 tiene algo muy llamativo y es su combustible. Mientras que la mayoría de fabricantes están investigando por la vía de las motos eléctricas, híbridas y de hidrógeno, Bajaj sigue buscando alternativas y ha presentado en la India Bio-Energy & Tech (IBET) Expo 2024 una moto que funciona con 100% de etanol.
Actualmente, en muchos países del mundo, la gasolina ya se mezcla con etanol. Sin ir más lejos, en España empleamos dos tipos, el E5 y el E10, que contienen un 5% y 10% de etanol respectivamente. Incluso hay países como Brasil en el que el porcentaje de etanol sube hasta el 27.
Actualmente, no hay ninguna moto como la Bajaj Flex Fuel Pulsar NS160
Precisamente en el país brasileño Bajaj ya vende modelos que pueden funcionar con E27, pero la Flex Fuel Pulsar NS160 es la primera moto que han desarrollado que es capaz de funcionar con etanol al 100%. Para poder emplear el etanol de esta manera, la moto ha tenido que sufrir modificaciones, aunque tampoco especialmente importantes.
El sistema de encendido de la moto ha tenido que ser modificado y también el depósito de gasolina y el sistema de suministro del mismo al motor porque el etanol es más corrosivo que la gasolina. En cuanto a la potencia, no se han hecho públicas las cifras, pero se espera que no sean muy diferentes de la versión de gasolina, que declara 17,2 CV y 14,6 Nm de par motor.
La parte positiva del etanol es que se obtiene directamente a partir de la fermentación de los azúcares de vegetales ricos en almidón y azúcar. La parte más controvertida al respecto es que esos vegetales son el maíz, el trigo, la caña de azúcar o la remolacha y, por tanto, hay quien apunta que el empleo masivo haría encarecer el precio de los alimentos.