La KTM 1290 Super Duke GT se plantó en el mercado ofreciendo una nueva variante para entender el sector de las Gran Turismo, pero en su versión 2019, se ha afinado y complementado de tal manera que sirve de referencia a un concepto mucho más usado en otro tiempo, el de una gran moto.
El buque insignia de KTM es una GT, que tiene mucho de sport con sus 212 kg y que ofrece bastantes prestaciones de una touring por su protección aerodinámica y por la comodidad de sus suspensiones semiactivas. Pero también es una GT con un punto de maxitrail asfáltica, gracias a la llamativa envergadura de su manillar. Además de todo ello, y por si fuera poco, hablamos de una Gran Turismo que se desenvuelve con un desparpajo sorprendente en los trayectos urbanos de cada día.
Una GT diferente
Cuando te diriges al concesionario con el objeto de recoger una GT, lo haces con la idea de encontrarte frente a frente con una moto de formas voluminosas y aspecto más bien pesado. Un modelo que lleva el confort resaltado como si fuera su emblema, sí, pero con la imagen de una moto dispuesta para esa travesía continental, teniendo como vía prioritaria la autopista.
La KTM 1290 Super Duke GT no es así, o no lo es al menos objetivamente. Esta gran turismo austriaca se muestra una moto más dinámica y mucho más ágil, con unas prestaciones, además, que la meten de lleno en el selecto club de los modelos matriculados más rápidos. Veamos a continuación todo lo que nos ha transmitido a través de la ruta esta gran moto de Mattighofen.
Una postura peculiar
A la hora de definir la posición sobre esta singular GT, uno se halla frente a una triple encrucijada. El trasero queda un tanto elevado…, elevado al hablar de una touring, sobre los 835 mm a los que se sitúa el asiento; sin embargo las manos caen hacia delante algo más de lo que esperamos, para abrirse sobre un manillar más bien plano y de notable amplitud. Más adelante, comprobaremos cómo este detalle facilita nuestra integración tras la pantalla transparente, regulable en cinco posiciones, que corona el carenado.
En lo que a los pies se refiere, quedan un tanto retrasados y elevados, haciendo francamente extremo el roce de la estribera con el asfalto.
Pero llegados a este punto, seguramente, se preguntará el lector: “Bueno, ¿y al final te encuentras cómodo o no?”
Pues la verdad es que sí. Te encuentras en una posición que tiene mucho de naked, algo de GT, claro, y también incluso con un punto de trail. Pero realmente, el resultado es que te encuentras cómodo, y la posición del cuerpo en esta peculiar postura GT entra en sintonía con el apreciable confort que, como veremos, ofrece esta Super Duke en general.
Todo es fácil
Al subirnos a la KTM 1290 Super Duke GT y tantearla en parado, dentro del aparcamiento, nos quedaremos sorprendidos por su ligereza, y volveremos a preguntarnos si realmente nos hemos subido a una GT.
Al poner el gran bicilíndrico en marcha, su ronco sonido, con ese tono metálico de Centro Europa, invade el garaje y penetra en nuestro espíritu más apasionado para hacerlo vibrar como solo lo hace una moto de carácter. Sin embargo nos llamará la atención comprobar cómo los dos pistones, grandes como cacerolas, se mueven con una pasmosa docilidad a una marcha lenta, algo así como un pastor alemán bien adiestrado yendo el paso, pegado a su dueño.
El embrague, el cambio y el tacto del gas representan, ni más ni menos, que el paradigma de la suavidad y de la sincronía conduciendo una moto; de esa manera, la Super Duke GT puede llevar un ritmo de majestuoso desfile, con la docilidad de un scooter sin carné, por las calles de nuestro barrio.
Pero las facilidades no se quedan en el tacto inicial del motor; sino que vas más allá, alcanzado a la parte ciclo. Bastará con abordar la primera rotonda, para que esta gran moto vuelva a impresionarnos con la soltura que es capaz de girar. Apenas basta un gesto intuitivo para llevarla a por la curva, con la misma sencillez que lo haría una liviana naked de la categoría media.
En la ruta
Una faceta primordial en la que se exige lo máximo a una GT es el de la protección. Esta Super Duke cubre nuestro físico, parte por parte, mucho mejor de lo que puede aparentar. Un servidor tuvo ocasión de cubrir con la Super Duke GT más de 200 kilómetros con temperaturas bajo cero, o en el filo del cero; lo que resultó un verdadero test gélido para este apartado, arrojando finalmente los siguientes resultados:
En primer término, la pantalla extendida en su punto más alto cubre hasta el cuello de un tipo con 1,91 amplía su superficie para poner a cubierto todo el pecho, incluso de un individuo corpulento (108 kg).
El depósito, por su parte, abre en esta versión unas alas superiores más extensas, que cubren los muslos casi en su totalidad. La apertura de la carrocería a la altura del radiador protege rodillas y espinillas, dejando únicamente al descubierto los pies desde los tobillos.
En el delicado apartado de las manos, KTM ha diseñado unos protectores en los que prima su principal cometido sobre la estética. No obstante esta efectiva protección de las manos entra en buena sintonía con la imagen general del conjunto. Además de ello, KTM dispone los puños calefactables de modo opcional, lo mismo que para las dos plazas del asiento.
¿Gran Turismo deportiva?
Realmente resulta difícil catalogar esta austriaca porque salta de uno a otro por varios segmentos del mercado. Pero, ¿por qué catalogarla, si al final somos capaces de describir sus usos y los diferentes motoristas a los que puede satisfacer de pleno? Vamos a continuar para intentarlo.
Hemos dejado el motor, casi al ralentí, en el punto más ingenuo de su inmensa capacidad. Bien. Si abrimos el gas con determinación, descubriremos por qué esta llamada “GT” por su fabricante entra de lleno en el ranking más veloz de las sport-touring. Ágil y certera, se apoya sobre el asfalto de la misma forma que si lo hiciera sobre una catapulta gigante a la salida de cada curva. Si abres a fuego en ese momento, quedarás a cubierto del trallazo por la salvaguarda de la electrónica, pero además se eso, la Super Duke GT no se moverá de la trayectoria marcada gracias a la firmeza de su chasis multitubular y al ajuste milimétrico, en tiempo real, de las suspensiones semiactivas.
Efectivamente, esta KTM pondrá a nuestra disposición la riqueza de todos esos elementos de su seguridad activa, pero la pregunta que surge a continuación es la de si seremos capaces de resistirnos a la embriaguez de una aceleración que te lanza a la estratosfera en el lapso que chascas los dedos.
Lo cierto es que la facilidad en el momento del giro, el impecable paso por curva a la máxima inclinación, los controles electrónicos y la rigidez en el instante de abrir el gas dan como resultado un conjunto fantástico; pero el gran dilema llega a continuación. Los motoristas somos seres pasionales, qué duda cabe, y precisamente pasión, a raudales y de la más excitante, es la que engendra la forma de acelerar que imprimen los 175 CV de esta Super Duke GT.
Y en este punto aparece la razón fundamental por la que esta touring, también, resulta una opción bien válida para hacer de cuando en cuando unas tandas libres, o un curso de conducción deportiva, en los circuitos más rápidos de nuestro país.
¿Una GT urbana?
La facilidad que ya hemos apuntado, tanto para circular a paso de desfile, como para abordar rotondas, una tras otra, en la periferia, lo mismo que doblar esquinas en un distrito céntrico, proponen a esta Super Duke como una moto bien válida para el día a día urbano; más aun si es interurbano, con esos desplazamientos diarios desde el límite de la provincia hasta la capital.
Su notable estrechez, dada su cilindrada, le dota además de una soltura envidiable para fluir entre el tráfico más denso. Su altura libre al suelo también le facilita el ejercicio de franquear cualquier bordillo, para subir a la acera y aparcar, sin molestar a los peatones, por supuesto.
La Super Duke con dos plazas
El espacio reservado al pasajero resulta suficientemente amplio, con un mullido que cumple el difícil compromiso entre el confort y la suficiente firmeza. Su tapizado es resistente y antideslizante, como el del conductor, y dispone debajo de unas asas ocultas en la carrocería del subchasis.
Además las piernas de nuestro acompañante quedarán en una posición que libra con naturalidad el espacio para las maletas laterales. Unas maletas, por cierto, que se anclan a la moto mediante un sistema que pasa absolutamente inadvertido cuando no viajan acopladas en la moto.
Las suspensiones electrónicas, tanto con su puesta a punto, previa y a la carta para las distintas cargas que va a transportar, como con su ajuste automático sobre la marcha, hecho al milisegundo en cada metro del firme, rematan la sensación de confort general que transmite la moto, creando la impresión, entonces sí, de ir subidos en toda una GT.
Electrónica austriaca
Todos los menús aparecen desplegados en la espectacular pantalla TFT, a todo color, que preside nuestro frente y que nos da la bienvenida, cada vez que arrancamos, con el lema de KTM “Ready to Race.”
Una vez encendida, se puede calificar de bazar todo lo que ofrece en este apartado el buque insignia de KTM. Podríamos emplazar al lector a que consulte directamente la web de la marca para conocer el inventario completo de lo que guarda su electrónica; sin embargo vamos a señalar las sensaciones que nos ha ido transmitiendo la conducción durante la prueba.
En primer lugar, la entrega del motor, que es quizá el aspecto que pudiera resultar a priori más explosivo para el lector.
Independientemente de la facilidad de conducción a muy bajo régimen, este enorme bicilíndrico ofrece una entrega tan progresiva como queramos graduarla con el puño derecho. La Super Duke GT no hará nada que tú no puedas predecir ni desear, incluido el despegue de un vuelo bajo en plena aceleración. Así pues, los distintos modos de conducción son perfectos para adaptarte a la soberbia potencia que desarrolla, cuando conducimos rutinariamente a medio gas mientras nos trasladamos al trabajo, o simplemente para los que se despistan fácilmente cuando la conducción tiene poco que ofrecer en la autovía de circunvalación o por las calles de una barriada.
Por supuesto, uno de los modos electrónicos está diseñado para la lluvia, pero, francamente, cuando ya se conoce esta moto y se tienen unas manos con cierta experiencia, se puede graduar el gas con precisión, incluso en el modo Sport bajo la lluvia, porque tanto la nobleza de la parte ciclo, y su suspensión electrónica, como la del propio motor, hacen remoto cualquier amago de caída; aunque siempre se corre un riesgo, claro está.
El precio, otro argumento
Ciertamente, incluso los 19.549 € que fijan su precio final también la dejan un tanto descolocada de un rango GT, que supera con creces la barrera de los veinte mil. El amplio surtido de su equipamiento, sus prestaciones y la extensa electrónica que ofrece, así como las intensas sensaciones que transmite al conducir esta Gran Moto, la presentan como un planteamiento tan serio como real para un amplio espectro de motoristas.
La moto ideal, una quimera perseguida desde el principio de los tiempos por todo apasionado de las dos ruedas, está un poco más cerca de la realidad con esta KTM 1290 Super Duke GT.