No cabe duda de que la gran batalla que a la que ahora se enfrentan los moteros es el ruido. Las últimas normativas europeas (Euro4 y Euro5) han ido en ese sentido y las propias ciudades están tomando medidas al respecto con la implantación de radares. Por si esto fuera poco, la llegada de los vehículos eléctricos en general y de las motos en particular ha abierto un abanico de posibilidades de movilidad en las que no se emite prácticamente ruido y, por tanto, el ambiente sonoro de la ciudad es más agradable.
De hecho ya hay algunas ciudades que han limitado el aparcamiento para las motos en algunas zonas que históricamente eran “territorio moto” y otras en las que, por ejemplo, para aparcar la moto hay que pagar en el parquímetro como si de un coche se tratase. Igualmente y ya fuera de las grandes urbes nos hemos encontrado con situaciones en las que se prohíbe el paso por carreteras secundarias a las motos también por el ruido.
Obviamente, no deja de ser curioso como en un momento en el que un menor consumo y una movilidad efectiva es más importante que nunca, las administraciones estén cercando a las motos en general sin hacer distinción entre los ruidosos y los no ruidosos. Precisamente esto último es lo que está creando una especie de enfrentamiento entre los propios usuarios de moto.
Ya hace tiempo que se desmontó aquel dicho de que las motos ruidosas salvan vidas y los estudios así lo demuestran, pero no solo es cuestión de accidentes también implica a la vida del resto de las personas que la moto se cruza en su camino diario. Es por eso que incluso en grandes manifestaciones en Francia se está discutiendo el cómo enfrentarse a esta disyuntiva. Los usuarios quieren poder usar la moto y luego está el cómo se manifiesta esto en función de las convicciones de cada uno.
No es fácil hacer cambiar de opinión a nadie y menos todavía hoy en día en una sociedad claramente polarizada donde quien opina diferente es señalado. Pero sí es obvio que la unión sigue haciendo la fuerza, como también es obvio que luchar por los derechos conjuntos enarbolando la bandera del ruido no se conseguirán muchas simpatías de una sociedad que cada vez está más en contra del ruido y más concienciada con la contaminación acústica. Por otro lado, siempre las manifestaciones han sido más llamativas cuanto más rompedoras han sido, aunque colapsar una ciudad con cientos de miles de motos ya sería lo bastante llamativo… Y tú, ¿qué opinas?
