A Miles McCarvel, de Missoula (Montana), le ha ocurrido lo que podría ser más bien el guión de un telefilme de sábado por la tarde. Sí, de esas de mantita, sofá y pañuelo para la llorera. Hace cuatro años, unos ladrones entraron en su casa cuando él no estaba, robando varias armas, artículos valiosos y una Harley-Davidson Aermacchi de 1972, una 350 Sprint que conservaba de cuando era joven.
De hecho la pérdida de esta motocicleta (que no usaba) fue lo peor, más por el sentimiento que por el valor real de ella (cualquier americano negaría haber tenido una Aermacchi). La policía recuperó algunas de sus armas, pero de la moto nunca más se supo.

Nunca, hasta hace unos días cuando de repente y como por arte de magia, la moto apareció de nuevo aparcada en su garaje. Sí, tal y como os lo contamos (bueno, tal y como os lo cuenta él). Y lo mejor de todo es que no presentaba desperfectos, más allá de la batería que ya no estaba, y las ruedas que estaban pinchadas. Ni tan siquiera había kilómetros adicionales en su marcador.
¿Cuál puede ser el motivo? Nos lo tendría que contar el propio ladrón. Tras cuatro años, podría haberse arrepentido de tener una moto que no podría vender por piezas, y que tampoco es lo más bonito del mundo (aunque a nosotros nos gustan todas las motos, hasta las Aermacchi). Sea como fuere, un final feliz que da un poco de luz en la oscuridad que reina todos los días.
No es la primera vez que a Miles le ocurren «cosas extrañas». Hace como 20 años y mientras iba a hacer una llamada telefónica en una cabina, le asaltaron y quitaron el dinero y los zapatos a punta de pistola. El ladrón salió corriendo pero de repente, se paró y dio la vuelta. Pensaba que le iba a matar y sin embargo, lo que hizo fue devolverle los zapatos. Puede que viese que no eran de su talla.