No hay cifras exactas, pero se estima que la producción total de la Honda RC30 entre 1987 y 1990 fueron de entre 3.000 y 5.000 unidades. Lo cierto es que la moto nació con un claro enfoque de competición y es por eso que muchas de esas unidades fueron directas a los equipos del momento (Joey Dunlop, Carl Fogarty y Fred Merkel la hicieron mítica). Su precio de venta nueva era alto, unos dos millones de pesetas (12.000 euros) pero aun así con la inflación de todos estos años estaríamos hablando de una equivalencia a la de las RR básicas de hoy en día, más o menos 24.000 euros.
El hecho de que hubiera tan pocas unidades en su momento y de que tantas de ellas fueran destinadas a competición o hayan estado circulando por la calle ha propiciado que el paso del tiempo las haya revalorizado notablemente. Tanto es así que incluso hace 20 años era una moto relativamente fácil y económica de adquirir, aunque en los últimos tiempos esto ha cambiado y si la moto está nueva las cifras pasan a ser estratosféricas.

Este es el caso de una Honda RC30 que acaba de ser subastada y que ha batido un récord de recaudación. Ni más ni menos que 77.100 euros por una unidad, eso sí, que nunca ha sido utilizada ni matriculada. La subasta ha tenido lugar en el Reino Unido, y ha sido un “intercambio” entre coleccionistas privados a los que suponemos bastante poderío, tanto como para poder gastar esas cantidades de dinero en una moto de exposición.
Y es que precisamente esa ha sido su función a lo largo de su historia, ya que fue importada en 1990 de Japón a Italia. Allí, sin moverse ni un centímetro como aquel que dice (cuenta con 2 km en su marcador analógico), estuvo formando parte de una colección hasta que en 2017 pasó a manos del que ha sido su propietario hasta el pasado sábado. No se conoce quién se ha hecho con esta joya, pero sí sabemos que la moto se ha entregado con el kit de herramientas original, el manual de propietario, la documentación correspondiente y un caballete (que aparece en algunas fotos).
Lo cierto es que es admirable ver como algunos coleccionistas cuidan este patrimonio de las dos ruedas en condiciones tan increíbles, pero siempre nos queda esa duda razonable de si preferimos estas joyas en un museo o saliendo a pasear aunque sea de año en año para que todos la puedan disfrutar. Si fuera tuya, ¿qué harías?