El Salón de Colonia “Intermot” abre hoy sus puertas y unos de los stands que va a estar a tope será el de Kawasaki. La marca, que acaba de conseguir el cuarto título mundial de superbike consecutivo gracias a Jonathan Rea. Y también es desde este fin de semana campeona del mundo de SS300 gracias a la española Ana Carrasco, un hito histórico. Precisamente las nuevas versiones de las Ninja ZX-10R serán unas de las protagonistas, pero no las únicas. Repasemos algunas de las novedades Kawasaki para 2019 que ya podremos conocer a fondo desde hoy.
Kawasaki Ninja ZX-10R, ZX-10RR y ZX-10R SE
La laureadísima Campeona de Superbike llegará en tres versiones para 2019, y tal como anticipamos su principal novedad está en el motor, concretamente en su culata. Para conseguir alcanzar regímenes más altos y con ello más potencia, Kawasaki abandona el sistema de accionamiento de las válvulas con cazoletas a favor de los ya comunes balancines empujadores (como la BMW S 1000 RR entre otras). Este sistema ahorra bastante peso, un 20 por ciento, y permite un aumento de 3 CV (hasta 203 CV) de potencia gracias también a que los árboles de levas adoptan perfiles más agresivos. Para distinguir esta nueva culata, todas las ZX-10R de 2019 montan una tapa de balancines en llamativo color rojo.
La exclusiva versión ZX-10RR, de la que habrá solamente 500 unidades numeradas, añade a la receta unas especiales bielas de titanio (Pankl). Esto ahorra 400 gramos respecto de las bielas de los otros modelos (un 5 por ciento menos de inercia) y permite aumentar el límite de revoluciones en 600 rpm, con lo que la potencia declarada asciende a 204 CV. La suspensión trasera se ha adaptado a estos cambios.
Todas las nuevas ZX-10R llevan además un cambio de marchas rápido KQS que actúa en aceleración y reducciones. Las tres además podrán encargarse como Performance Models, modificadas de la de serie con una serie de accesorios originales. El modelo ZX-10R SE se distingue por el uso en ciertas superficies de un nuevo acabado: la pintura Highly Durable Paint tiene un proceso en el que se unen partes rígidas y elásticas en la estructura de la pintura, de forma que es capaz de autorreparar pequeños arañazos.