El término custom puede hacer referencia a dos aspectos: un tipo de moto o el hecho de preparar un modelo concreto. La primera acepción se refiere a un segmento de moto meramente dicho, que es el que vamos a tratar ahora, y que ha cambiado mucho en la última década. Respecto al segundo matiz en una «castellanización» del verbo inglés to customize, que se refiere a la personalización de algo que fue creado en serie. Todas esas motos personalizadas por un preparador/constructor que hemos visto en los últimos años han sido customizadas, independientemente de la tendencia o el estilo aplicado hasta lograr el resultado final: bobber, chopper, bagger, rat-bike, show-bike, etc.
ORÍGENES CUSTOM
El movimiento custom surgió como tal cuando se popularizó la modificación hand-made de las motos por parte de sus dueños tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial. De ello deriva que muchos fabricantes de motos dispongan de un buen catálogo de accesorios para personalizar su gama custom, una manera de ofrecer al cliente la posibilidad de hacerse una moto única al gusto de cada cual.
Normalmente, las motos custom de toda la vida emanan historia, clasicismo y, aunque en un principio marcaron un auténtico estilo de vida, ahora son más aspiracionales. El sentimiento de libertad sigue muy presente en ellas, bebiendo de un legado contracultural muy en boga en la década de los sesenta. Grupos, clubes y concentraciones para «hacer piña» son habituales entre los amantes de este tipo de motos en pos de la fraternidad y el sentimiento de pertenencia al clan.
¿CUSTOM o CRUISER?
Como en cualquier segmento, las motos custom también tienen una «arquitectura» específica que, en este caso, redunda en una mejor accesibilidad-habitabilidad, ideal para conductores de cualquier estatura, manillar ancho y postura relajada que potencia su faceta rutera. Líneas redondeadas, piezas cromadas, guardabarros envolventes y gran tamaño son características marca de la casa. Son ideales para rutear y pasear a ritmos comedidos, disfrutando del paisaje.
Aunque son minoría, las custom/cruiser de última generación han llegado para quedarse, más cerca de una naked que de lo que parece indicar su diseño. Horquilla invertida, monoamortiguador trasero central, instrumentación digital, iluminación full-LED, frenos radiales, diseño futurista, minimalismo y músculo suelen ser argumentos comunes respecto a las más convencionales. Guardabarros cortos, ausencia de cromo y maletas, líneas afiladas, compacidad, trasera aligerada y bajo peso son sus cartas de presentación.
USO URBAN-SPORT
Aunque su imagen es más agresiva que la de las custom clásicas, las cruiser sport son motos cómodas y accesibles, con un asiento de conductor bajo, anatómico y bien almohadillado que sujeta como debe, un manillar ancho y retrasado pero no excesivamente alto, y unas estriberas adelantadas pero no muy elevadas. Estas características la convierten en buenas aliadas para la ciudad pues a la estrechez del conjunto (o cuanto menos del asiento) se suman unas geometrías más agresivas y menos peso, lo que se traduce en mayor agilidad y rapidez de respuesta ante cualquier situación cotidiana.
Por otro lado, hacen gala de otra faceta realmente adictiva y atractiva, que es el del puro disfrute en carreteras de curvas. Son ideales para combinar una conducción relajada y, llegado el caso, «darte un homenaje» sin tener que ir rozando con todo. Normalmente, el espacio para el pasajero es testimonial, un compromiso a la practicidad que obliga a unos desplazamientos con acompañante más bien cortos. A no ser que estés muy habituado a este tipo de motos, cada vez que te subas en ella tus pies buscarán apoyo en la ubicación centrada de una estribera normal en lugar de las adelantadas: todo es acostumbrarse.
