No cabe duda de que la crisis energética actual ha llegado para quedarse un largo tiempo y que, además, está haciendo que se vean las costuras de las políticas energéticas tanto de los 25 en global como de cada uno de los países. Con máximos históricos de los carburantes y el gas, la electricidad ha subido sin parar gracias precisamente al uso del gas para generala. Además, ha dejado claro que países como Alemania han llevado a cabo una política energética cuestionable en la que ha pasado a depender del gas importado y también del carbón.
El caso es que las medidas de los gobiernos de los diferentes países a la hora de afrontar la situación actual y futura es bastante diferente incluso entre dos de las principales economías de la Unión Europea. Acabamos de conocer el reciente plan de Reino Unido para la electrificación, ambicioso y llamativo aún siendo ya ex-socios unitarios pero un poco en esa línea se encuentra el plan recién aprobado por Italia.
El Gobierno de la República de Italia con Mario Draghi a la cabeza ha firmado un decreto por el cual se destinarán 650 millones de euros anuales desde 2022 hasta 2024 para incentivar la compra de vehículos eléctricos o de baja contaminación. Eran unas medidas que se esperaban en el país transalpino desde hace tiempo y que incluyen subvenciones que pueden llegar hasta los 5.000 euros del precio del vehículo si este no supera los 35.000 euros antes de IVA. Mientras, en híbridos la suma es de hasta 4.000. Estas medidas incluyen también a las motos e, incluso, a las pequeñas y medianas empresas para renovar su flota.
Justo en el lado contrario encontramos a Alemania, que acaba de hacer un movimiento cuanto menos desconcertante. Las informaciones indican que el plan es reducir las subvenciones a los vehículos eléctricos de manera paulatina hasta hacerlas desaparecer en 2025. Actualmente el país centroeuropeo cuenta con unas medidas similares al Plan Moves español. Estas medidas también afectarán a los vehículos híbridos y, curiosamente, van en contra de los planes de acción de los propios fabricantes alemanes.
Por si todo esto fuera poco confuso, Alemania hacía públicas sus intenciones de contar con un 80% de su producción eléctrica renovable para 2030 y así ser un país neutro en huella de carbono. Un futuro contradictorio no sólo dentro de la propia Alemania sino de la Unión Europea que, a día de hoy, parece enfrentada también en cuanto al futuro de la movilidad se refiere.